Dios en su trono (Apocalipsis 4)
Apocalipsis 4
Tema: “Dios en su trono: la verdadera seguridad de su pueblo”
Texto: Apocalipsis 4:1–11
Introducción
Queridos hermanos, Apocalipsis 4 es uno de los capítulos más gloriosos de toda la Escritura. Si los capítulos 2 y 3 mostraban a Cristo caminando entre sus iglesias, corrigiéndolas y exhortándolas, ahora Juan es llevado a una visión celestial. El propósito es levantar su mirada, y la nuestra, hacia el centro del universo: el trono de Dios.
Juan escribe a cristianos perseguidos por el imperio romano. Muchos habían perdido familiares, trabajos, propiedades. ¿Cómo seguir fieles en un mundo hostil? La respuesta no comienza con estrategias humanas, sino con una visión de Dios en su trono.
Y, hermanos, en nuestro contexto hispano en Estados Unidos, también necesitamos esta visión. Nos enfrentamos a cambios culturales, inseguridades económicas, tensiones entre generaciones, luchas de identidad. La pregunta es la misma: ¿quién gobierna todo esto? Apocalipsis 4 responde: Dios sigue en su trono.
Exposición del pasaje
Verso 1 – “Después de esto miré, y vi una puerta abierta en el cielo…”
Juan no forzó la puerta, sino que Dios mismo la abrió. La voz le dice: “Sube acá”. Esto nos recuerda que no tenemos acceso al cielo por nuestras obras, sino por la gracia de Cristo, quien abrió el camino con su muerte y resurrección (Hebreos 10:19–20).
La puerta abierta y la voz (v.1)
- Ezequiel 1:1 – “Se abrieron los cielos, y vi visiones de Dios”.
- Igual que Ezequiel, Juan recibe una revelación celestial iniciada por Dios mismo. Esto muestra continuidad en cómo Dios revela su gloria a los profetas.
Implicación: La visión de Juan no es un invento personal, sino la misma experiencia profética del AT, ahora cumplida en Cristo.
“Y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo”.
La primera voz que Juan oyó es la voz del Cristo resucitado y exaltado que le habló en Apocalipsis 1:10. Es ese Cristo que desde el cielo, le abre la puerta la puerta para mostrarle “las cosas que sucederán después de estas”. Todo sucede porque Dios lo ha decretado ya en el cielo, y por esa razón sucederán inevitablemente. Nada sucede por casualidad.
De este modo, todo lo que sucede al pueblo de Dios en la historia ha sido decretado por el Dios trino y todo tiene un propósito.
Verso 2 – “Al instante fui en el Espíritu, y vi un trono establecido en el cielo, y en el trono uno sentado.”
El trono es el centro de la visión. La palabra “establecido” indica firmeza, seguridad. El trono no tiembla aunque la tierra tiemble. En contraste, los tronos humanos son inestables: hoy hay un presidente, mañana otro; hoy hay leyes, mañana las cambian. Pero el trono de Dios permanece.
En nuestro contexto, muchas familias hispanas viven con miedo a la inestabilidad: miedo a perder un empleo, miedo a temas migratorios, miedo al futuro de los hijos. Pero la verdadera seguridad no está en papeles, trabajos ni gobiernos, sino en el trono firme de Dios.
El trono (v.2)
- Isaías 6:1 – “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”.
- 1 Reyes 22:19 – “Vi al Señor sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él”.
- Daniel 7:9–10 – “Un trono fue puesto… su vestido era blanco como la nieve…”.
El trono en Apocalipsis 4 es la síntesis de todas estas visiones. Muestra la majestad soberana de Dios que gobierna historia y naciones.
Verso 3 – “El aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y alrededor del trono había un arco iris…”
Juan no describe un rostro humano, sino brillo, gloria, resplandor con el uso de las piedras preciosas. No se describe a Dios con figuras humanas para no hacernos ninguna imagen o estatua de Él.
El arco iris nos lleva al pacto con Noé (Génesis 9). Es decir: el Dios que reina soberano también es el Dios fiel que guarda sus promesas.
Piensa en cómo el arco iris aparece después de la tormenta. Así es la fidelidad de Dios: en medio de las tormentas de la vida, siempre está el recordatorio de que sus promesas no fallan.
Cuando enfrentamos pruebas —sea discriminación, enfermedad o soledad— debemos recordar: el Dios glorioso que reina es también el Dios cercano que cumple lo que promete.
Verso 4 – “Alrededor del trono había veinticuatro tronos…”
Los 24 ancianos representan al pueblo de Dios en su totalidad: 12 tribus del Antiguo Testamento + 12 apóstoles del Nuevo Testamento. Ellos tienen coronas de victoria, pero no se las guardan: en el verso 10 las rendirán ante el trono.
Nosotros también recibimos logros aquí en la tierra: trabajos, títulos, casas, reconocimiento. Pero todo eso es temporal. Lo eterno es cuando rendimos nuestras coronas a Dios. Como hispanos, muchos soñamos con “progresar en este país”. Eso está bien, pero nunca olvidemos que el verdadero éxito es entregar nuestra vida y nuestros logros a los pies del Señor.
Verso 5 – “Del trono salían relámpagos y truenos…”
La escena recuerda al Sinaí (Éxodo 19:16). Dios es majestuoso y santo, no un abuelo bonachón. Y delante del trono están las siete lámparas: símbolo del Espíritu Santo en su plenitud.
La iglesia necesita recuperar el temor reverente de Dios. Muchas veces los cultos se parecen más a un espectáculo o a una reunión social. Pero acercarse al trono es entrar en la presencia del Dios Santo, acompañado por el Espíritu.
Verso 6–8 – “Delante del trono había como un mar de vidrio…”
En la Biblia, el mar muchas veces simboliza caos y maldad (Salmo 46:2–3; Isaías 57:20). Aquí el mar está como vidrio tranquilo. Todo caos está bajo el control de Dios.
Los cuatro seres vivientes —con aspecto de león, becerro, hombre y águila— representan toda la creación. ¿Y qué hacen? No paran de adorar: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”. Cp. Apocalipsis 1:8.
Descripciones de Dios:
- Santo (3x) = santísimo, puro, limpísimo. No tiene ni una gota de inmundicia. ¿Cómo podemos estar delante de un Dios así? Solo por medio de su Hijo Jesucristo que nos abre la puerta del trono celestial.
- Señor = el que tiene toda autoridad y poder; a quien debemos someternos y respetar; a quien debemos rendir toda nuestra vida.
- Todopoderoso = ningún enemigo de la iglesia se puede comparar con este Dios tres veces santo que tiene todo el poder. Los primeros cristianos debían recordar que el Dios todopoderoso era su Dios. Y nosotros también. Sólo así el pueblo de Dios puede resistir en medio de cualquier circunstancia adversa que se le presente.
- El que era, el que es, y el que ha de venir = el Dios eterno.
Los cuatro seres vivientes (v.6–8)
- Claramente conectados con Ezequiel 1 y 10: los querubines con cuatro rostros y alas.
- También con Isaías 6: los serafines que proclaman “Santo, santo, santo”.
- Los rostros (león, becerro, hombre, águila) representan toda la creación animada: fieras, animales domésticos, humanidad y aves.
Si toda la creación fue hecha para adorar, nuestra vida no puede ser la excepción. Pregunta: ¿nuestra rutina diaria refleja adoración? ¿O vivimos como si Dios no fuera el centro?
Versos 9–11 – “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria…”
Cuando los seres vivientes adoran, los 24 ancianos se postran y rinden sus coronas. La adoración verdadera siempre lleva a humillarnos. El motivo de la adoración aquí es la creación: “porque tú creaste todas las cosas”.
Las coronas rendidas (v.10–11)
- En el AT, Israel rendía ofrendas en el templo. Aquí, los ancianos rinden sus coronas, símbolo de su victoria, ante el trono.
- 1 Crónicas 29:11–12 – David reconoce que la gloria y la victoria pertenecen a Dios.
Apocalipsis está tan conectado con el AT que nos lleva al principio de la Biblia, al libro de Génesis que nos dice que Dios es el Creador todopoderoso de todas las cosas. El Dios Creador es el Dios Redentor, su obra de salvación no se puede entender correctamente sin su obra de creación. Por su obra de creación, podemos tener también y disfrutar de su obra de redención. Por eso Él es siempre digno de toda adoración.
Nuestra adoración no depende de si tuvimos una buena semana o no. Dios es digno simplemente porque Él nos creó y nos sostiene. Y aún más, en el capítulo 5 veremos que Él también nos redimió por medio de Cristo.
En nuestra cultura hispana muchas veces el orgullo, el machismo o el deseo de aparentar nos impide postrarnos ante Dios. Pero los ancianos —líderes en el cielo— se humillan y entregan sus coronas. ¿No deberíamos hacer lo mismo nosotros aquí en la tierra?
Aplicaciones a la vida de la iglesia:
- Seguridad: El trono de Dios no se mueve, aunque nuestra vida sí.
- Adoración central: Todo en el cielo gira alrededor de Dios; todo en nuestra vida debe girar alrededor de Él.
- Humildad: Como los ancianos, debemos rendir nuestras coronas, es decir, nuestra vida y logros.
- Esperanza: El mar del caos está quieto delante de Dios; lo que parece fuera de control está bajo Su dominio.
Conclusión
Hermanos, Apocalipsis 4 nos muestra que en el centro del universo no está un trono vacío ni un hombre corrupto, sino Dios mismo, rodeado de gloria, pactos cumplidos, adoración constante.
Si en el cielo todo gira alrededor del trono de Dios, ¿qué tendría que cambiar en tu vida para que también todo gire alrededor de Él?
Terminemos meditando con las palabras de los ancianos:
“Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.”
Amén.