Cuánto más vuestro Padre…
7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Introducción
Amados hermanos en Cristo, en la vida hay cosas que son necesarias y otras que no lo son. Lamentablemente la mayoría de la gente se deja llevar por las cosas que les gustan, y las cosas necesarias las hacen a un lado. Pero cuando empezamos a darle prioridad a las cosas necesarias, nuestra vida empieza a mejorar en muchos sentidos: ya sea en el aspecto familiar, económico, organizacional, etc. El Señor Jesús el día de hoy nos enseña un tema que es necesario e indispensable para la vida de los ciudadanos de su reino, para los seguidores de Jesús. Él es nuestro gran Maestro y conoce lo que de verdad necesitamos, y con base en ello nos enseña lo que es verdaderamente importante. El día de hoy vamos a meditar en el tema de la oración, pero desde el punto de vista de nuestras necesidades. La oración es un tema muy amplio, pero en nuestro pasaje el Señor nos enseña que al orar debemos pedir por las cosas que son necesarias. Así pues, meditemos en los siguientes puntos:
- La orden de pedir con insistencia
- La promesa de recibir
- La bondad del Padre celestial
La orden de pedir con insistencia
Lo primero que nos impacta en este pasaje es que el Padre celestial no se molesta en que sus hijos oren y pidan con insistencia. Por eso, el Señor Jesús manda, ordena a sus discípulos a orar con insistencia, a pedir con denuedo. La oración es tan importante en la vida cristiana que no solamente se nos manda orar y pedir, sino que se nos manda orar y pedir insistentemente. De ahí la repetición de la orden de Jesús usando tres verbos diferentes: pedir, buscar y llamar. Leamos Mateo 7:7: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá».
El Señor Jesús sabía que sus discípulos no eran suficientemente constantes en la oración; sabía que eran perezosos, es decir, no practicaban la oración de manera regular. Y nosotros no somos diferentes a sus discípulos de hace más de dos mil años: nosotros también somos flojos en la oración. Hacemos tiempo para todo lo demás, y dejamos muy poco tiempo o nada para la oración. Consideramos la oración como algo que no es necesario e importante, lo cual significa que además hemos puesto en su lugar otras cosas como verdaderamente importantes y necesarias. Que Dios nos ayude a practicar más la oración. Espíritu Santo ayúdanos a orar constantemente.
Jesús, dijimos, usa tres verbos para la oración: pedir, buscar y llamar (o tocar la puerta). Estos tres verbos, aunque apuntan a la misma idea de insistir en la oración, revelan aspectos importantes de ella. Primeramente, el verbo pedir indica que en la oración un elemento importante es la petición, la súplica. Es decir, pedimos porque carecemos de algo, pedimos porque nosotros mismos no lo podemos conseguir. Así pues, las peticiones en nuestras oraciones revelan nuestra dependencia de Dios y el reconocimiento de que Dios es la fuente de todo lo que necesitamos.
Buscar indica que el cristiano debe ser activo en la oración y poner de su parte en buscar, en tratar de encontrar lo que necesita. Dios no quiere cristianos flojos en la oración que esperan que todo llegue a su vida sin ningún esfuerzo. El cristiano sabe que nada de lo que haga podrá hacer cambiar de opinión a Dios, pero sí sabe que Dios le manda en la Escritura que sea activo, diligente, insistente en buscar.
Llamar es el último verbo que también se puede traducir como tocar la puerta. Cuando vas a casa de alguien no tocas la puerta una vez y te vas. No. Tocas la puerta y esperas a que abran la puerta, y si no abren, vuelves a tocar. Esperas que la puerta se abra, insistes en llamar.
Así pues, un elemento importante de la oración es pedir con insistencia, y no es algo opcional, sino que es una orden. Como dijimos, al Padre celestial no le enfada que pidamos con insistencia.
La promesa de recibir
Un elemento muy importante en la oración es que Dios ha prometido responder nuestras oraciones según su santa voluntad. Y todo lo que Dios promete, lo cumple. Noten este elemento promisorio presente en cada verbo que usa nuestro Maestro: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. ¿Por qué el Señor nos manda a pedir con insistencia? Porque Dios ha prometido responder. Y todo lo que Dios promete, lo cumple. Esto significa que Dios está dispuesto a responder a nuestras oraciones; el problema, pues, radica en que sus hijos no piden con insistencia y no confían en que Dios ha prometido responder.
Noten cómo Jesús repite y confirma que el Padre celestial sí responde: «Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá». Sí, nuestro Maestro se toma la molestia de confirmar doblemente que nuestro Padre cumplirá lo que promete. La pregunta es: ¿Tú crees que lo que Dios promete, lo cumple? Tristemente, la mayor parte del tiempo no lo creemos.
Pero observen la disponibilidad del Padre en escuchar a todos sus hijos, ya que Él no hace acepción de personas. Jesús dice: «Porque todo aquel que pide», es decir, cualquier hijo o hija de Dios puede orar al Padre en el nombre de Jesús. Así pues, no dudes de orar a tu Padre celestial quien nunca te rechazará.
En la Biblia encontramos un elemento fundacional e importante del pacto que Dios ha establecido con su pueblo. En sus pactos Dios siempre incluye promesas. Dios promete siempre, y promete porque es poderoso para cumplir lo que promete. No promete para engañarnos, sino que promete porque es fiel y poderoso para cumplir su Palabra. Si Dios lo ha prometido, entonces pidamos con insistencia, oremos con diligencia, practiquemos la oración demostrando que es algo básico e indispensable para nuestras vidas. Hagamos tiempo para la oración.
La bondad del Padre celestial
Por último, el Señor Jesús nos instruye acerca del carácter del Padre celestial. No solo es un Padre que promete lo que cumple. Eso ya es suficiente para pedir al Padre constantemente, pero podemos llegar a pensar en Él como alguien fiel solamente, y eso es bueno. Pero Jesús quiere que veamos al Padre como alguien que es fiel, y al mismo tiempo como alguien que es bueno. Alguien puede ser fiel, pero indiferente; puede ser responsable, pero frío, apático que no muestra sus sentimientos, que no expresa su cariño. Después de mucho tiempo, la gente dice: no basta con que cumplas, también tienes que reír, jugar, expresar tu amor, tu cariño, etc.
Pues bien, Jesús nos dice que nuestro Padre celestial es bondadoso, es bueno. Y lo hace mediante el ejemplo de los padres terrenales. Dice así: «¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?» Noten que Jesús reconoce que los padres terrenales son dos cosas: primero, son malos, y segundo que, en cierto grado, son buenos también. Por eso dice que cuando nuestros hijos nos piden pan, es decir, comida, no les damos una piedra; o si nos piden un pescado, no les damos una serpiente. Le damos lo que nos piden, le damos algo bueno. Entonces, esto revela que los padres humanos, aunque pecadores, pueden ejercer bondad hacia sus hijos. Pero, en general, los padres humanos somos malos, es decir, somos pecadores, somos egoístas, y no todo el tiempo damos a nuestros hijos lo que realmente necesitan.
Pero, entre los padres terrenales y el Padre celestial, hay una gran diferencia. Jesús dice: «¿cuánto más vuestro Padre celestial que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?» La expresión «cuánto más» indica que la bondad o generosidad que se observa en los padres terrenales no se puede comparar con la bondad del Padre que está en los cielos, es decir, del Padre celestial. Él sí es bueno por naturaleza, no solo es bueno algunas veces, sino que la bondad es un atributo esencial de Dios. Además, observen que Jesús no habla de Dios en forma general como si hablase de la divinidad o deidad, de un ser superior; no, sino que dice que ese Dios es nuestro Padre celestial. Nosotros sabemos que Él es nuestro Padre por medio de su Hijo Jesús.
Entonces, el Padre celestial es bueno. Pero, además, como nos da las cosas buenas que le pedimos, quiere decir que nos ama, nos ama tanto que envió a su Hijo Jesucristo a morir por nosotros. Aparte de Jesús, Dios no puede ser nuestro Padre.
Finalmente, vemos que Jesús nos enseña que el Padre solamente dará «buenas cosas» a los que le pidan. Noten bien: buenas cosas, no cualquier cosa. Y de acuerdo con la Escritura, las cosas buenas son las que se piden con fe, que están de acuerdo con la voluntad de Dios y que son para su gloria. El Padre no nos va a dar cosas para nuestro propio gusto o capricho, sino solo las cosas necesarias y buenas.
Conclusión
Estamos llamados a ser un pueblo de oración, una iglesia de oración. Pero Jesús nos manda a que oremos constantemente y con insistencia porque nuestro Padre celestial está dispuesto a darnos cosas buenas. Por medio de Jesús, el Padre es nuestro Padre que nos ama mucho. No descuidemos la oración y recordemos que dependemos de su bondad en cada momento. Amén.