Abram y Melquisedec
Introducción
Pueblo del Señor, hoy nos toca meditar sobre Génesis 14, un capítulo interesante de la Biblia que nos revela que el patriarca Abram vivía en un mundo real, con diferentes naciones establecidas en Canaán y fuera de Canaán, antes de que él habitara en la tierra prometida. Génesis 13 nos recuerda que su sobrino Lot se apartó de él para ir a vivir en la llanura del Jordán, una tierra de riego, “y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (Génesis 13:12).
Abram, al contrario, se quedó a vivir “en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová” (Génesis 13:18).
En este cambio de residencia, Lot no contaba con que muy pronto, la región donde puso sus tiendas sería devastada por reyes que dominaban la llanura del Jordán. Hoy vamos a meditar en Génesis 14 sobre esta idea clave: El Señor bendice a Abram por medio de Melquisedec después de derrotar a una coalición de reyes del oriente. Para desarrollar esta idea, veremos 3 puntos:
- Lot es capturado (14:1-12)
- Abram rescata a Lot (14:13-16)
- Encuentro de Abram con Melquisedec (14:17-24)
Lot es capturado
La primera mitad de Génesis 14, nos habla de coaliciones de reyes, de grupos de reyes con sus reinos respectivos, que se ponían de acuerdo para conquistar nuevas tierras y forzar a los reyes sometidos a pagar tributo. A veces los tributos eran tan altos que empobrecían a las naciones conquistadas, y a veces no lo eran, al grado que los reyes sometidos y sus naciones podían disfrutar de bienestar y prosperidad. Este era el caso, hasta cierto punto, con las ciudades de la llanura del Jordán a donde Lot fue a morar. Su tierra era rica en recursos naturales y disfrutaban de prosperidad.
Pero ¿a quién le gusta pagar impuestos o tributos, especialmente cuando son obligados a ello por sus conquistadores? Nuestro texto nos dice que los reyes de la llanura del Jordán (5 reyes) habían sido conquistados por 4 reyes del este o del oriente. Los reyes conquistadores eran Amrafel rey de Sinar (que corresponde a Babilonia), Arioc rey de Elasar, Quedorlaomer rey de Elam (que corresponde a Persia), y Tidal rey de Goim (Goim significa naciones). Estos reyes venían del oriente, que, en ese tiempo, significaba que venía de la región de Mesopotamia, la región que se encontraba entre los dos grandes ríos conocidos como el Tigris y el Éufrates.
Los reyes conquistados y que pagaban tributos eran: “Bera rey de Sodoma (el rey que salió al encuentro de Abram después de la guerra), Birsa rey de Gomorra, Sinab rey de Adma, Semeber rey de Zeboim, y el rey de Bela (no se menciona el nombre del rey de Bela tal vez porque era insignificante).
Pues los reyes conquistados y que pagaban tributos se cansaron de esa situación y decidieron rebelarse contra los reyes del oriente. Génesis 14 nos informa que en el año 14 de Quedorlaomer (tal vez el rey líder de esa coalición), los reyes del oriente decidieron atacar y acabar con la rebelión de los reyes de la llanura del Jordán. Pero antes de ir directamente a atacar a los reyes rebeldes, al ir bajando del oriente a la tierra de Canaán, atacaban y derrotaban a todos los pueblos que había a su paso.
Génesis 14:5-7 nos dice que los reyes guiados por Quedorlaomer derrotaron a los refaítas, zuzitas, emitas, horeos, amalecitas y amorreos. Fueron impresionantes las conquistas y la devastación que dejaron a su paso la coalición de los reyes orientales. Era como una advertencia que ese sería el destino también de los cinco reyes del Jordán. Las guerras y devastaciones de reyes invasores eran comunes en esos tiempos, y todo esto demuestra que Abram vivía en un ambiente familiar de ese tiempo. Abram fue un personaje real que vivía en un mundo real.
Pues bien, estos reyes llegaron a la llanura del Jordán y derrotaron también a los cuatro reyes rebeldes que ya no querían pagar impuestos. Nos dice Génesis 14:10 que “el valle de Sidim estaba lleno de pozos de asfalto; y cuando huyeron el rey de Sodoma y el de Gomorra, algunos cayeron allí”. El texto dice que había pozos de asfalto, lo cual era tal vez la razón por la que los reyes del oriente habían conquistado a esas naciones para usar el asfalto en sus construcciones. Era, sin duda, un recurso natural codiciable. Los cuatro reyes del Jordán fueron derrotados y saqueados. Génesis 14:11 dice “y tomaron toda la riqueza de Sodoma y de Gomorra, y todas sus provisiones, y se fueron”. Estos reyes dejaban terror y devastación a su paso, y, al mismo tiempo, salían con un gran botín de las ciudades que derrotaban. Simplemente no había quién los detuviera.
Pues bien, fue en medio de esta guerrilla de reyes que Lot también fue llevado cautivo. Es interesante que se dice de Lot que, al separarse de su tío Abram, “fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (13:12), ya que da a entender que vivía cerca de la ciudad de Sodoma, pero Génesis 14:12 nos dice que Lot fue capturado, y él “moraba en Sodoma”, y da a enterrar que después de un tiempo Lot decidió mudarse a vivir dentro de la ciudad malvada de Sodoma. Tal vez si se hubiera quedado afuera de la ciudad de Sodoma no hubiera sido capturado.
¡Qué lección tan grande hay aquí! Hermanos, las riquezas pueden dar cierta satisfacción temporal al hombre, pero una vez que la codicia y las riquezas atrapan nuestro corazón, tarde o temprano arruinan nuestra vida. Si Lot se hubiera quedado cerca de su tío, no hubiera sido capturado. Pero ahora se encontraba completamente a la merced de esa poderosa coalición de reyes. ¿Ayudaría el Señor a Lot por amor a su tío Abram? Ese es nuestro segundo punto.
Abram rescata a Lot
Génesis 14:13 nos dice que uno de los que escaparon, salió corriendo para ir a donde vivía Abram “el hebreo”, el tío de Lot. Llegó y le dio la noticia a Abram de que su sobrino Lot había sido capturado por los poderosos reyes del oriente. Al parecer Abram era conocido en esa región. Era Abram el hebreo para distinguirlo de los demás habitantes de la región. Abram estaba en paz y seguro en Hebrón. Lot, que escogió las mejores tierras, ahora se encontraba en el peor momento de su vida. Su vida realmente estaba en riesgo. Ni todos sus ganados, ni sus bienes, ni la llanura del Jordán con toda su riqueza natural lo pudieron proteger. Cuando no buscamos la dirección de Dios y nos dejamos llevar por las cosas materiales muy pronto los problemas vienen a nuestras vidas como reyes poderosos e invasores que nos dejan devastados.
Pero el Abram generoso de Génesis 13 es el Abram que amaba a su sobrino Lot y que no dudó ni por un momento de ir al rescate de su sobrino. Abram, al separarse de Lot, le dijo “somos hermanos”. Como dijimos hace dos domingos, tal vez Abram pensaba que Lot sería su heredero ya que él no tenía hijos. Dice Génesis 14:13 que Abram “habitaba en el encinar de Mamre el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de Abram”. Mamre y su hermano Escol, que eran líderes de sus pueblos, estaban en paz con Abram. Donde quiera que Abram iba trataba de estar en paz con todos los hombres, y nosotros haremos bien en hacer lo mismo (Romanos 12:18).
Mamre y su hermano Escol se mencionan además porque ellos se unirían a Abram para atacar sorpresivamente a los reyes del oriente que habían capturado a Lot, y a todas las demás personas de los reinos derrotados. Se nos dice que Abram “armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho”. Abram en realidad había sido realmente bendecido, ya que no solamente tenía muchos animales, sino muchísimos criados. ¡Imagínense tener 318 siervos! ¡Cuánta comida en un solo día!
Ahora bien, Abram y sus 318 siervos no podían derrotar a la coalición poderosa de reyes encabezados por Quedorlaomer. Pero cuando regresó de la guerra, se nos dice que Abram solo aceptó del rey de Sodoma “lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre” (Génesis 14:24). Estas palabras dan a entender que Aner, Escol y Mamre con su gente se unieron a Abram para derrotar a esos reyes poderosos. Lo cual significa que los guerreros encabezados por Abram eran muchos más que 318 solamente.
Abram y sus aliados atacaron sorpresivamente en un ataque nocturno a los reyes del oriente y los derrotaron. Abram, el generoso del Génesis 13, es ahora Abram el guerrero victorioso que “recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente” (Génesis 14:16). Abram rescató a su sobrino Lot, y no solo a él sino a todos los demás prisioneros de guerra de las demás ciudades de la llanura del Jordán. Abram era en verdad inmensamente rico; además era el nuevo héroe de la región sureña de Canaán. Consideren esto: si los reyes aliados del Jordán no pudieron derrotar a los reyes del oriente, y si los refaítas, zuzitas, emitas, horeos, amalecitas y amorreos no pudieron derrotar a los reyes del oriente, pero Abram y sus aliados sí pudieron, ¿quién es ahora el rey poderoso del sur de Canaán? Y así llegamos al último punto:
Encuentro de Abram y Melquisedec
Pero con la victoria, hermanos, pueden llegar pensamientos y sentimientos de que por nuestras propias fuerzas somos lo que somos y tenemos lo que tenemos. Rápidamente nos inclinamos a abandonar a Dios para disfrutar de nuestros logros. Por eso, la última parte de Génesis 14 es muy importante. Es tan importante como misteriosa; uno siente que Dios mismo en la persona de Melquisedec ha bajado a la tierra para confirmar a Abram su promesa y de que todo lo que ha hecho ha sido por ayuda divina.
Pues bien, al regresar de la derrota de Quedorlaomer y sus aliados, se nos dice que “salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey” (Génesis 14:17). Llega el nuevo héroe y rey victorioso. Bera rey de Sodoma en realidad era ahora un súbdito de Abram y no tenía ningún derecho de pedirle ni de exigirle nada a Abram. Pero este malvado rey salió a recibirlo. Sin embargo, antes de que Bera pudiera dar su discurso de bienvenida a Abram, es interrumpido por otro rey.
Este rey se llamaba Melquisedec y su nombre significa “rey de justicia y rey de paz” (Hebreos 7:2). Además, Melquisedec era sacerdote; era un rey-sacerdote. Melquisedec era rey de Salem (que se entiende que se refiere a la antigua ciudad de Jerusalén). Pero este rey era especialmente “sacerdote del Dios Altísimo”. Es decir, al parecer su pueblo, su gente conocía al Dios de Abram; en Melquisedec, Abram tenía a un hermano en la fe; uno que creía en el mismo Dios. La palabra “Altísimo” subraya el hecho de que el Dios de Abram y Melquisedec era mayor que todos los demás dioses de las naciones del oriente y de Canaán, al grado que este Dios dio la victoria a Abram.
Se nos dice que Melquisedec “sacó pan y vino” (Génesis 14:18), es decir, ofreció a Abram un banquete de bienvenida y celebración. Pero especialmente, Génesis 15 dice que él “le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tu mano” (Génesis 14:19-20). Estas palabras de Melquisedec enseñan varias cosas, siendo una de ellas que Dios estaba cumpliendo su promesa de bendecir a Abram y de hacer grande su nombre. ¡Vaya que ahora el nombre de Abram había alcanzado buena fama y reputación! Este Dios Altísimo es creador de los cielos y de la tierra; Él es dueño de todo lo que hay en el mundo, y a ese Dios majestuoso pertenece Abram. El Dios Altísimo era, entonces, la mejor porción de Abram.
Pero a continuación, Melquisedec le recuerda a Abram que la victoria que ganó sobre esos reyes del oriente fue, en realidad, porque el Dios Altísimo entregó a los enemigos de Abram en su mano. Sí, la victoria de Abram es primeramente la victoria de Dios. No hay rey humano que pueda oponerse al Dios de Abram y Melquisedec. ¡Qué gran lección para los israelitas que escucharon estas hermosas palabras de boca de Moisés en el desierto! Ellos iban rumbo a la tierra prometida, a Canaán, y si ellos confiaban en Dios, como Abram, deberían tener la seguridad que ningún rey los podría derrotar. Hermanos, nosotros también tenemos por medio de Cristo al mismo Dios Altísimo de Abram y Melquisedec. Confiemos en Él y nos dará la victoria ante los problemas y pruebas que enfrentemos en la vida.
A Abram le importa más ahora la promesa de Dios; que el Dios que le prometió ser grande y ser padre de muchas gentes ahora estaba cumpliendo inicialmente su promesa. Dios nunca había abandonado a Abram. Con este sermón dado a él por Melquisedec ahora Abram queda equipado para enfrentar otra guerra, pero esta era una guerra espiritual, y tal vez más terrible que la guerra contra los reyes del oriente. ¿Aceptaría Abram la oferta del perverso rey de Sodoma de darle a Bela las personas, y quedarse con todos los bienes de ellos? ¿Mancharía Abram esta victoria santa aceptando la oferta tentadora de un rey perverso que representaba todo lo que Dios odiaba? Recuerden: Abram era el nuevo y poderoso rey de la región. Bela no tenía nada que decir a Abram, pero llega con arrogancia y pone una oferta ante Abram.
Abram sabía que Dios no quería que manchara su persona asociándose con reyes perversos, y no quería darle ninguna razón a Bela rey de Sodoma para que después dijera que él había enriquecido a Abram. Así que Abram le dijo: “desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram” (Génesis 14:23). No codiciemos las riquezas materiales, especialmente cuando provienen de medios perversos, de personas inmorales, no sea que nos confundan y terminemos siendo ahogados por las riquezas apartándonos del Dios Altísimo. Abram solo pudo resistir y rechazar la oferta de Bera porque Dios envió a Melquisedec para bendecirlo y recordarle quién era él y quién era su Dios.
Aplicación
Melquisedec es un personaje misterioso de Génesis 14. Se menciona varias veces en la Escritura (Salmo 110:4 y Hebreos 7). En Hebreos 7, de hecho, se nos dice que Melquisedec apuntaba a Cristo, es decir, anunciaba la persona y obra de Cristo. Por eso muchos comentaristas sugieren que Melquisedec era, en realidad, una manifestación temprana del Señor Jesucristo. Es un tema misterioso, al que no podemos dar una respuesta satisfactoria. Pero lo que sí podemos decir es que, si estamos en Cristo, Dios nos hará más que vencedores, y en Cristo tenemos nuestra suprema posesión que no puede compararse con nada ni nadie más. Al igual que Abram, Cristo nos capacita para salir de la esclavitud del pecado, para vencer toda tentación y dar solo a Dios la gloria. Amén.
(Este sermón se predicó el domingo 30 de enero del 2022 en la Iglesia Reformada Valle de Gracia. El servicio se puede ver por nuestro canal de YouTube.)