Evaluando el premilenialismo 1
CORNELIS P. VENEMA
Traductor: Juan Flavio de Sousa
El problema del premilenialismo
La característica común de toda la enseñanza premilenial es la afirmación de que el regreso de Cristo al final de la era tendrá lugar antes del período conocido como el milenio. Cualesquiera que sean las diferencias existentes entre el premilenialismo histórico y el dispensacional ―y son considerables― esta enseñanza es común a ambos. Aunque se ofrecen varios argumentos a favor del regreso premilenial de Cristo, a menudo se citan dos pasajes bíblicos en su apoyo. Estos son 1 Corintios 15:23-26 y Apocalipsis 20:1-6. Este último es el pasaje más importante porque sin su enseñanza algunos premilenialistas reconocen que 1 Corintios 15:23-26 no sugeriría obviamente un regreso de Cristo antes del milenio.[1]
Puesto que trataremos Apocalipsis 20:1-6 con cierto detalle en el próximo capítulo, nuestra evaluación se limitará aquí a dos cuestiones. En primer lugar, consideraremos lo que podría denominarse la «analogía general» de las Escrituras sobre el regreso de Cristo al final de la era. En segundo lugar, evaluaremos la apelación a 1 Corintios 15:23-26. Mostraremos que ninguno de los dos apoya la posición premilenialista.
I. La enseñanza general de las Escrituras
Al comenzar nuestra evaluación, una pregunta que vale la pena plantear es si alguien argumentaría a favor de un regreso premilenial de Cristo, si no fuera por la supuesta enseñanza de los dos pasajes que acabamos de mencionar. ¿Apoya la Biblia en alguna otra parte esta posición? Esta pregunta nos lleva al tema de la analogía general de las Escrituras con respecto al regreso de Cristo. Es una regla comúnmente reconocida para la interpretación que la analogía general de las Escrituras tiene más peso en la determinación de lo que se puede decir que la Biblia enseña que uno o dos pasajes que son algo más oscuros o difíciles de interpretar. Louis Berkhof, por ejemplo, en sus Principles of Biblical Interpretation, describe la analogía general de las Escrituras como cualquier enseñanza que «no se basa en las declaraciones explícitas de la Biblia, sino en el alcance e importancia obvios de sus enseñanzas en su conjunto…».[2] Tal analogía general o enseñanza de la Escritura se confirma y refuerza cuando se apoya en una variedad de textos a lo largo de la Biblia. Además, cuando esta enseñanza general de las Escrituras es aparentemente contradicha por un texto bíblico relativamente más oscuro, es apropiado interpretar este pasaje más oscuro a la luz de la analogía general de las Escrituras.[3]
Ahora bien, es notable observar que la presentación habitual del retorno de Cristo en las Escrituras, y en una serie de pasajes diferentes, es que se trata de un acontecimiento consumador al final de la era. Varias características de la enseñanza bíblica sobre el regreso de Cristo confirman esta pauta general de enseñanza:
La venida de Cristo será un acontecimiento visible y público que traerá la salvación del pueblo de Dios y la realización del reino de Dios en plenitud (Mt 24:27,33; Lc 17:24; 21:27-28,31).
Cuando Cristo se manifieste desde el cielo, traerá descanso inmediata y simultáneamente para su iglesia asediada y castigo eterno sobre los incrédulos e impenitentes (2Ts 1:6-10).
En las descripciones neotestamentarias de las expectativas del creyente para el futuro, el hilo conductor es el enfoque en el regreso de Cristo como el acontecimiento que trae la plenitud de la salvación, más allá del cual no hay ningún otro acontecimiento que lo supere en significado redentor (cf. 1Co 1:7-8; Fil 1:6,10; 1Jn 2:28; 1Ti 4:8, 2Ti 4:1). La enseñanza premilenial de que el regreso de Cristo introducirá un período milenario, cuya conclusión estará marcada por un nuevo estallido y manifestación de la oposición satánica a Cristo y su pueblo (el «pequeño tiempo» de Satanás de Ap 20:3), difícilmente parece encajar con este enfoque y expectativa.
Cuando Cristo regrese, un rapto de vivos y muertos conducirá a la transformación en resurrección de todos los creyentes y a su comunión ininterrumpida y sin perturbaciones con el Señor a partir de ese día (1Ts 4:13-18). Aunque volveremos a este pasaje y al tema del rapto en la siguiente sección de este capítulo, esta comunión con el Señor, tal como se describe en este pasaje, no encaja con la concepción del milenio y del «pequeño tiempo» de Satanás que caracteriza el punto de vista premilenial.
En lugar de enseñar que el regreso de Cristo traerá una fase provisional del reino de Dios, el milenio, que a su vez será superado en el estado final del reino eterno de Dios, el Nuevo Testamento enseña que el regreso de Cristo introducirá el estado final de nuevos cielos y una nueva tierra (2P 3:13, Ro 8:17-25).
Finalmente, las resurrecciones de justos e injustos coincidirán (Dn 12:2; Jn 5:28-29; Hch 24:14-15; Ap 20:11- 15). En la concepción premilenialista del regreso de Cristo, la resurrección de los santos creyentes es comúnmente distinguida y separada en el tiempo de la resurrección de los incrédulos ―¡por al menos mil años!―. Sin embargo, en las enseñanzas del Nuevo Testamento se dice que la resurrección de los creyentes ocurrirá en el «último día» (Jn 6:40; 1Ts 4:16; Flp 3:20-21, 1Co 15:23), el día que marca el final de esta era presente y la introducción de la era (final) venidera.
Cuando se consideran en conjunto, el efecto acumulativo de estas características de la enseñanza bíblica es confirmar que cuando Cristo regrese, su venida concluirá la historia tal como la experimentamos ahora e introducirá el estado final. El testimonio omnipresente del Nuevo Testamento se ajusta a la lectura natural del Credo de los Apóstoles cuando describe el regreso de Cristo «para juzgar a vivos y muertos». Se supone que este juicio preparará el camino para la «resurrección de la carne y la vida eterna», dando comienzo al estado final. A menos que la evidencia clara y convincente de uno o más textos bíblicos apoye el punto de vista premilenialista, parecería que deberíamos seguir la regla de que la enseñanza general de las Escrituras tiene más peso que un texto, especialmente cuando la enseñanza de ese texto no es clara e indiscutible.
II. La enseñanza de 1 Corintios 15:23-26
George Eldon Ladd, un hábil defensor del punto de vista premilenialista, ha argumentado que 1 Corintios 15:20-28, y especialmente los versículos 23-26, enseña tres etapas en el desarrollo de la historia redentora, las cuales incluyen un período intermedio que es el equivalente al milenio de Apocalipsis 20:1-6. Aunque este pasaje no habla expresamente de la historia redentora, la enseñanza de 1 Corintios 15:23-26 es muy clara. Aunque este pasaje no habla expresamente de un milenio, al menos corrobora, según Ladd, la secuencia de acontecimientos claramente expuesta en Apocalipsis 20. Él resume su posición de la siguiente manera:
Hay …un pasaje en Pablo que puede referirse a un reino interino si no a un milenio. En 1 Corintios 15:23-26 Pablo describe el triunfo del reino de Cristo como algo que se realiza en varias etapas. La resurrección de Cristo es la primera etapa (tagma). La segunda etapa ocurrirá en la parusía, cuando los que son de Cristo compartirán su resurrección. «Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que Él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte». Los adverbios traducidos «luego» son epeita, eita, que denotan una secuencia: «después de eso». Hay tres etapas distintas: La resurrección de Jesús; después (epeita) la resurrección de los creyentes en la resurrección; después (eita) el fin (telos). Un intervalo no identificado cae entre la resurrección de Cristo y su parusía, y un segundo intervalo no definido cae entre la parusía y el telos, cuando Cristo completa la subyugación de sus enemigos.[4]
El argumento de Ladd es que, aunque este pasaje no hable explícitamente de un período milenario, permite un período intermedio entre el momento de la venida de Cristo y la resurrección de los santos creyentes, y el momento del sometimiento por Cristo de todos sus enemigos al final de la era. Este período intermedio es el milenio de Apocalipsis 20.
Aunque el argumento de Ladd puede defenderse sobre bases estrictamente gramaticales de que los adverbios «luego… y luego» utilizados por el apóstol Pablo pueden expresar una secuencia en la que podría intervenir un período de tiempo, esto requiere una lectura antinatural de este pasaje por varias razones.
En primer lugar, en todos los demás casos del Nuevo Testamento en los que se encuentran las palabras utilizadas en este pasaje («epeita… eita»), se emplean para expresar acontecimientos en la conexión temporal más estrecha, sin que medie ningún período de tiempo prolongado (Lc 8:12; Mc 4:17; Jn 20:27). En el contexto inmediato de 1 Corintios 15:23-26, encontramos los mismos adverbios usados indistintamente, y allí también expresan una simple secuencia de acontecimientos (1Co 15:5-7). Además, el segundo de estos dos, «luego», se utiliza solo en 1 Tesalonicenses 4:17 para expresar una secuencia inmediata de acontecimientos. Si el contexto y el uso ordinario influyen en la interpretación de un texto, entonces parece evidente que estas palabras deben leerse como expresión de una simple secuencia de acontecimientos: cuando Cristo venga, los muertos en Cristo resucitarán y se producirá el estado final con todas las cosas sujetas a Él.
En segundo lugar, el Nuevo Testamento en general, y las epístolas de Pablo en particular, muestran una estrecha relación entre la «venida» (parousia) de Cristo y el «fin» (telos). Sin embargo, según la interpretación que Ladd y los premilenialistas hacen de este pasaje, estos términos en 1 Corintios 15:23-26 se refieren a acontecimientos distintos, separados por un período de mil años. En 1 Corintios 1:7-8, el apóstol Pablo habla de la «revelación» y el «día» del Señor como el fin que esperan los creyentes y hasta el cual serán guardados irreprensibles. Cuando Cristo se revele, llegará el fin y concluirá la necesidad del creyente de perseverar en la esperanza (cf. 2Co 1:13-14; Mt 10:22, 24:6, 13-14; Mc 13:7,13; Lc 21:9; Heb 3:6,14; 6:11; 1P 4:7). Así pues, tratar la «venida» de Cristo y el «fin» en 1 Corintios 15:23-26 como acontecimientos que están estrechamente relacionados, o incluso unidos, se ajusta a la pauta ordinaria que se encuentra en el Nuevo Testamento. Esa pauta se rompe según la opinión de Ladd.
Y tercero, la victoria del creyente sobre la muerte se dice en 1 Corintios 15:54-55 que ocurre cuando los creyentes reciben cuerpos de resurrección. Esto coincide con lo que se dice en 1 Corintios 15:23-26 que ocurrirá en conjunción tanto con la «venida» de Cristo como con el «fin», cuando el último enemigo del creyente, la muerte, será vencido. La lectura más sencilla y obvia de estos versículos en su contexto es que cuando Cristo venga y los creyentes participen de su resurrección, este acontecimiento coincidirá con o introducirá el «fin», esa circunstancia en la que la muerte ha sido devorada por la victoria.
En resumen, aunque la lectura de Ladd de este pasaje es gramaticalmente posible, hay buenas y poderosas razones para concluir que es contextual y comparativamente muy improbable. Cuando 1 Corintios 15:23-26 se lee en su contexto inmediato y en el contexto más remoto de la enseñanza neotestamentaria en general, corrobora el patrón que antes denominamos la analogía general de las Escrituras: cuando Cristo venga al final de la era, esto marcará el cierre de la historia redentora y comenzará (con la resurrección de justos e injustos, el juicio de vivos y muertos, etc.) el estado final. Sencillamente, las Escrituras no contienen ninguna prueba clara a favor de una interpretación premilenialista del regreso de Cristo, con la posible excepción de Apocalipsis 20:1-6.
[1] Por ejemplo, George Eldon Ladd, “Historic Premillennialism”, en The Meaning of the Millennium: Four Views, ed. por Robert G. Clouse, p. 38. A diferencia de muchos premilenialistas dispensacionalistas que encuentran la doctrina del milenio en muchos pasajes bíblicos, Ladd reconoce que solo Apocalipsis 20:1-6 enseña un período «milenial». Admite que 1 Corintios 15:23-26 confirma una posición premilenialista solo cuando esta posición ya ha sido establecida a partir de la enseñanza más clara de Apocalipsis 20:1-6.
[2] Grand Rapids: Baker, 1950.
[3] Es interesante observar que Berkhof cita Apocalipsis 20:1-4 como ejemplo de un pasaje relativamente oscuro que no puede utilizarse para contravenir la clara enseñanza de las Escrituras en todo el tema del regreso de Cristo (Principios, p. 166). Dado que la mayoría de los premilenialistas creen que la enseñanza de Apocalipsis 20:1-6 es clara y precisa en apoyo de su posición, insistirían en que Berkhof ha aplicado erróneamente esta regla de interpretación en este caso particular. Según su planteamiento, la enseñanza de aquellos pasajes que hablan del regreso de Cristo debe entenderse a la luz de la clara enseñanza premilenialista de Apocalipsis 20:1-6.
[4] Ladd, ‘Historic Premillennialism’, en The Meaning of the Millennium: Four Views, ed. Robert G. Clouse, p. 39.