Génesis 1 versus la hipótesis del marco
Autor: Frank Walker
Traductor: Valentín Alpuche; Revisión: Martín Bobadilla
Comentando varias interpretaciones alegóricas de la parábola del buen samaritano, Juan Calvino escribió que “debemos tener una reverencia más profunda por las Escrituras que considerarnos en libertad para disfrazar su significado natural” (in loc.). En el prefacio de su comentario sobre Romanos, hizo una observación similar con respecto a la doctrina de la elección. Allí dijo: “Debemos tener tal respeto por la Palabra de Dios que cualquier diferencia de interpretación de nuestra parte debe alterarla lo menos posible… Por lo tanto, es presuntuoso y casi blasfemo cambiar el significado de las Escrituras sin el debido cuidado, como si fuera algún juego que estuviéramos jugando”.
Estas dos observaciones de alguien que es considerado por muchos como el padre de la exégesis moderna se hacen eco del enfoque que adoptaré en esta sesión. Examinaré dos ideas en competencia: lo que Génesis 1 realmente dice y lo que la hipótesis del marco afirma que dice. Estas dos cosas son tan diferentes que, aunque esta última pretende ser la verdadera y única interpretación de la primera, nos vemos obligados a concluir que no es más que “jugar” con el texto sagrado.
La hipótesis del marco
Comenzaremos con la hipótesis del marco. El profesor Arie Noordzij de la Universidad de Utrecht utilizó por primera vez la hipótesis del marco como una herramienta interpretativa para el Génesis en su artículo de 1924: “God’s Word and the Witness of the Ages” [La Palabra de Dios y el Testimonio de los Siglos]. Desde entonces, su opinión ha sido defendida por muchos eruditos de casi todas las denominaciones.
La característica más básica de la hipótesis del marco es que aplica un enfoque literario a la Escritura. El hecho de que uno reconozca géneros literarios (por ejemplo, poesía, historia y derecho) o formas literarias (por ejemplo, figuras del lenguaje y paralelismo) no es problemático en sí mismo. Después de todo, la Biblia es un libro o, más correctamente, un libro de libros. Sin embargo, los enfoques literarios modernos van mucho más allá de las convenciones de la literatura en un intento deliberado de imponer una filosofía en esa literatura. El lector comienza con un conjunto de suposiciones que importa al texto desde afuera. Naturalmente, estas suposiciones son bastante subjetivas, siendo el resultado de las experiencias previas del lector. Ellos, a su vez, extraen una respuesta específica del lector. El objetivo del enfoque literario, por lo tanto, no es llegar al significado previsto por el autor, sino incorporar la literatura en el marco de referencia del lector. Esto implica que no hay un significado fijo, ninguna verdad en el texto debido a las suposiciones de cada lector y, en consecuencia, sus respuestas siempre están cambiando. La interpretación no se convierte en más que una interacción entre el lector (en cualquier etapa de desarrollo en la que se encuentre) y el texto.
Tremper Longman III, un consumado erudito del Antiguo Testamento entiende que este programa tiende a separar la narrativa bíblica de la historia real. Después de todo, la literatura es una forma de arte. Si la pintura de una manzana no es una verdadera pieza de fruta, ¿cómo podemos esperar que la historia de Abraham sea sobre una persona real? Longman escribe: “Identificar el Génesis como una obra de literatura pura y simple es sacarlo del ámbito de la historia. Esta parece ser la tendencia de algunos, si no de gran parte del enfoque literario del estudio del AT”. (1) Sin embargo, a pesar de sus trampas, Longman cree que el enfoque literario promete abrir puertas hasta ahora inaccesibles.
Debemos preguntarnos, sin embargo, si Longman o cualquier otra persona que aplique el enfoque literario a las Escrituras alguna vez logra evitar la crítica perceptiva de C.S. Lewis, quien escribió:
Cualesquiera que sean estos hombres como críticos bíblicos, desconfío de ellos como críticos. Me parece que carecen de juicio literario, que son imperceptivos sobre la calidad misma de los textos que están leyendo… Estos hombres me piden que crea que pueden leer entre líneas los viejos textos, la evidencia es su obvia incapacidad para leer (en cualquier sentido que valga la pena discutir) las líneas mismas. Afirman ver semillas de helecho y no pueden ver un elefante a diez metros de distancia a plena luz del día. (2)
Mi opinión es que la hipótesis del marco emplea ineludiblemente principios de interpretación que son ajenos a la Escritura y subversivos a su mensaje. Es una teoría autodestructiva.
Meredith G. Kline: “Porque no había llovido”
Tres artículos académicos son de particular importancia para la teoría del marco. El primero, escrito por Meredith G. Kline, apareció en 1958 bajo el título “Porque no había llovido”. (3)
El título de este artículo proviene de Génesis 2:5. Kline argumenta que no hubo vida vegetal de ningún tipo en ninguna parte durante el período de tiempo que este versículo discute. Dice, además, que hay dos razones dadas en Génesis 2 para esta ausencia universal de vegetación: primero, no había agua porque el Señor aún no había enviado lluvia, y segundo, no había hombre para cultivar la tierra. Sin agua y sin cultivador, la vida vegetal era imposible. Sin embargo, en los versículos 6 y 7 Dios satisface estas preocupaciones regando el suelo con una niebla y formando al primer hombre. Este pasaje es crítico para Kline porque, como él lo ve, prueba que el modus operandi de Dios durante la semana de la creación fue la providencia ordinaria. A excepción de los fiats creativos (llamar a las cosas de la nada), el Señor gobernó su creación durante los primeros seis días de maneras que nos parecerían normales hoy en día. Esta suposición, que sin duda considera como una conclusión exegética, se importa al primer capítulo del Génesis y se utiliza como una cuadrícula para su interpretación.
Génesis 2:5, argumenta Kline, crea un conflicto inevitable para aquellos que se aferran a la visión literal de seis días de la creación. El modus operandi de Dios durante el período de la creación fue la providencia ordinaria. El problema es que la visión literal de seis días no permite suficiente tiempo para que la providencia ordinaria funcione. Una lectura literal del primer capítulo de Génesis, por ejemplo, representa a Dios reuniendo las aguas en mares, secando continentes enteros y haciendo que la vegetación crezca hasta la madurez, todo dentro de un solo período de veinticuatro horas llamado “el tercer día” (Génesis 1: 9-13). Según los cálculos de cualquiera, tales hazañas estupendas requieren una providencia extraordinaria o milagrosa. Por lo tanto, Kline deja la visión literal de seis días con un dilema difícil: debe aceptar el conflicto irreconciliable entre Génesis 1 y Génesis 2, o debe abandonar su visión de seis días e interpretar los días de la creación como un recurso literario, es decir, de una manera no consecutiva, no cronológica. Kline parece creer que sus argumentos son tan abrumadores que los teólogos ortodoxos tendrán que abandonar la visión tradicional de Génesis 1. Escribe: “Es una extraña ceguera que cuestiona la ortodoxia de todos los que rechazan la teoría tradicional del día de veinticuatro horas cuando la verdad es que el respaldo de esa teoría es incompatible con la creencia en la autoconsistencia de las Escrituras”. (4) Más tarde agrega: “Una vez que se aprecia la naturaleza figurativa del patrón cronológico, la literalidad de la secuencia no es más sacrosanta que la literalidad de la duración de los días en esta semana figurativa”. (5)
En este punto debemos preguntarnos si la exégesis sólida requiere la visión de Kline de Génesis 2:5. No es así. El creyente de seis días puede manejar fácilmente el conflicto que Kline propone de otra manera menos molesta. Simplemente puede negar que Kline tenga razón. De hecho, hay varias suposiciones tácitas en el pensamiento de Kline que simplemente no son necesarias. Una suposición es que Génesis 2:5 describe la condición del mundo entero: no había plantas en ninguna parte de toda la faz del planeta. Pero ¿no está describiendo el segundo capítulo de Génesis el hogar que Dios hizo para Adán? ¿No es la referencia específicamente al jardín del Edén? Si es así, las plantas que están ausentes en Génesis 2:5 son las que eventualmente serían colocadas en el Paraíso. La interpretación correcta sería que esta parte particular de la tierra llamada paraíso era un páramo estéril e inhabitable cuando todo lo demás estaba terminado, pero Dios gentilmente lo transformó en un lugar cómodo en el que el hombre viviría. (6)
Pero este tema en particular no es el foco de la teoría de Kline. Más bien, su punto principal es que Génesis 2:5 muestra inequívocamente que el modo de operación de Dios durante la semana de la creación era la providencia normal. Esto, sostiene, “no se ve afectado si la falta de vegetación mencionada es de toda la tierra o local (el área del Edén) y no importa a qué ‘día’ pertenezca la situación sin vegetación”. (7) Sin embargo, su insistencia en que Génesis 2:5 proporciona la guía interpretativa para Génesis 1 plantea un problema más serio: asume que el uso de la providencia ordinaria en un caso descarta la posibilidad de una providencia extraordinaria en otro. Sin esta suposición, su teoría se desmorona. Sin embargo, no es necesario señalar que Dios no produjo al cultivador por medios ordinarios. El parto normal es lo suficientemente “extraordinario”, pero la creación directa de Adán por la palabra de Dios lo es aún más. El Señor formó su cuerpo del polvo de la tierra y luego sopló en su nariz el aliento de vida. Ahora bien, si Dios produjo al cultivador de una manera tan estupenda, ¿por qué deberíamos negar que Él pudo y, de hecho, secó los continentes en un solo día?
Más concretamente, debemos cuestionar la suposición de Kline de que el modus operandi de Dios durante la semana de la creación era la providencia ordinaria. Es dudoso que esto pueda establecerse a partir de Génesis 2:5. Génesis 2 trata específicamente de la creación del hombre y su entorno, ampliando el breve relato dado en el capítulo 1. Al estudiarlo, debemos que tener en cuenta que el hombre fue único entre el resto de la creación. Sólo él fue formado a imagen de Dios y, por lo tanto, capaz de amar a Dios y caminar con Él. Sólo a él se le dio el mandato de ejercer dominio sobre todas las cosas. Sólo él tenía la responsabilidad de cuidar y mantener el jardín del Edén. El hecho de que el hombre fuera responsable de su entorno como vice-regente de Dios implica la providencia ordinaria. Adán tuvo que observar las convenciones meteorológicas y aprender a regar el jardín en períodos secos. Se toma nota de esto en Génesis 2 porque la creación del hombre provocó un cambio radical en la forma en que Dios ejerció su gobierno del mundo. Durante los primeros cinco días, Dios gobernó el mundo enteramente por providencia extraordinaria. No hay evidencia en Génesis 1 de algo más. Pero con la creación del hombre (a quien el Señor dio una buena cantidad de responsabilidad) la providencia ordinaria se puso en práctica. Génesis 2:5 debe entenderse en relación con el lugar y la responsabilidad únicos del hombre. De hecho, esta parece ser la única posibilidad aceptable cuando tomamos en cuenta la recapitulación tópica de Génesis 2:4-7. (8)
Por decir lo menos, estos son serios problemas con la presentación de Kline. Para derrocar la opinión casi unánime de la historia de la iglesia, estas preguntas tendrían que ser respondidas clara y decisivamente a favor de Kline. Yo, por mi parte, no creo que esto se pueda hacer.
Dado el hecho de que Génesis 1 precede a Génesis 2, es mucho más probable que el primero guíe la interpretación del segundo, en lugar de al revés. Dado el hecho de que Génesis 1 define claramente lo que significa la palabra día, tanto por el uso de ordinales (primero, segundo, tercero, etc.) como por la repetición séxtuple de la frase tarde y mañana, inevitablemente nos enfrentamos a la interpretación de Dios de los tipos de días representados en el relato de la creación. Los días de la creación eran días solares, no recursos poéticos.
Mark D. Futato: “Porque había llovido”
El segundo artículo que mencioné hace un momento fue escrito por Mark D. Futato en 1997 y se titula “Porque había llovido: Un estudio de Génesis 2:5-7 con implicación para Génesis 2:4-25 y Génesis 1: 1-2:3”. (9) El título nos alerta sobre el hecho de que Futato ha considerado las cuestiones planteadas contra el documento de Kline. Aunque termina más o menos en el mismo lugar, prefiere llegar allí de otra manera. Para Kline era importante que no hubiera llovido. El argumento de Futato comienza con la noción de que había llovido.
Una gran parte del documento de Futato se ocupa de una identificación de los tipos de plantas mencionadas en Génesis 2:5 y el significado de la palabra niebla en el versículo 6. Él cree que las plantas son arbustos del desierto y grano cultivado. Los arbustos silvestres del desierto no crecieron debido a la falta de lluvia. Dios remedió esto proporcionando una niebla, o, como Futato lo entiende, “nubes de lluvia”. (10) Del mismo modo, el grano cultivado no tenía cultivador, por lo que Dios levantó a Adán para cuidar el jardín. El esquema básico del caso de Futato hasta este punto es similar al de Kline, aunque hay algunas variaciones interesantes en los detalles. Luego procede a argumentar que Génesis 2:5-7 es parte de la unidad más grande de Génesis 2:4-25, que ejemplifica una estructura estilística hebrea específica conocida como “expansión sinóptica/reanudativa”. (11) De ahí extrae inferencias de su teoría para Génesis 1-2:3. Es su opinión que los dos primeros capítulos de Génesis forman una “unidad literaria altamente integrada” (en contraste con los liberales que encuentran dos relatos distintos de la creación en Génesis), están “ordenados tópicamente” (y no ordenados cronológicamente, como la iglesia generalmente ha mantenido), con un enfoque en “vegetación y humanidad”, dos temas que se repiten a menudo en su presentación. (12)
Pero la parte más inquietante del artículo de Futato viene en la última sección importante. Allí vemos por primera vez a dónde quiere ir. Kline usó su análisis literario del Génesis para argumentar a favor de una teología sabática. Futato quiere demostrar algo muy diferente. Él quiere mostrar que los primeros capítulos de Génesis constituyen una polémica contra la adoración cananea de Baal. En la teología cananea, Baal era dios de la tormenta, controlador de las nubes y la lluvia. Aunque Jehová había provisto a los judíos en Egipto y en el desierto, su forma de vida cambiaría drásticamente al entrar en la tierra prometida. Se habían acostumbrado a métodos agrícolas que requerían riego del Nilo. En su experiencia reciente, Dios les proveyó agua de una roca. Pero la pregunta que enfrentaron mientras se preparaban para entrar en la tierra prometida fue: ¿Dios todavía proveería para ellos en una tierra que dependía de lluvias irregulares? Constantemente se enfrentaban a la tentación de consultar a sus vecinos cananeos para obtener consejos agrícolas, que, sin duda, venían con una mezcla de teología pagana. Esto, dice Futato, llevó a una larga lucha entre Jehová y Baal que duró hasta la impresionante contienda entre Elías y los profetas de Baal en 1Reyes 18. Sabiendo que esto se convertiría en un problema, el Señor hizo que Moisés estructurara el relato del Génesis para proclamar que “Yhwh, el Dios de Israel, es el Señor de la lluvia, de la vegetación resultante y la vida”. (13) Esto se demuestra en el hecho de que había llovido en Génesis 2.
La versión de Futato de la hipótesis del marco es extremadamente complicada, y mi breve resumen no le hace justicia. Sin embargo, he dado lo suficiente para que puedan ver los problemas con su teoría. Primero, Futato ha adoptado muchas de las suposiciones de Kline y ha agregado varias de las suyas. Nuestras críticas anteriores no necesitan repetirse. En segundo lugar, no hay una mención explícita ni una referencia indirecta a Baal en ninguna parte de los primeros capítulos del Génesis. Ciertamente, el relato de la creación muestra que Jehová es el Dios de la lluvia y la vegetación. Pero también muestra que es Dios de los peces, los pájaros, los insectos, los océanos, las estrellas y todas las galaxias distantes. Esto es cierto porque Él es el que llamó a todas las cosas a la existencia por la Palabra de su poder. En este sentido, Génesis 1 es una polémica contra toda idolatría. Pero la noción de que es una polémica específicamente contra el baalismo sólo puede ser introducida en el texto desde fuera. La mención del agua en Génesis 1 y 2, aunque secundaria a la creación del hombre, permite a Futato hacer conexiones que son tenues en el mejor de los casos. Está jugando a conectar los puntos, pero la imagen no es la que se pretendía. En tercer lugar, la presentación de Futato hace poco más que adaptar las críticas de los liberales, aunque evita utilizar la hipótesis documental. Compare sus opiniones con los comentarios muy liberales del Harper Bible Commentary sobre Génesis 2:
Al igual que P, el relato de la creación J comienza con una cláusula temporal, esta vez una que describe el estado de precreación como un desierto sin agua y sin vida. Puede haber ecos aquí del mito cananeo de la lucha de Baal con un adversario demoníaco Mot (Muerte), ya que hay reminiscencias similares del mito de combate del dios creador Baal contra el mar en 1:1-2 (Baal). La adaptación y reutilización israelita de los mitos cananeos de Baal versus el mar en Génesis 1 y de Baal versus Muerte en su dominio del desierto en Génesis 2 recuerdan la victoria de Yahvé sobre el mar (Éxodo 14-15) y el desierto (Éxodo 16-17) en la creación de Israel.
Y cuarto, si la narrativa del Génesis pretendía ser una polémica contra la adoración de Baal, el propio Futato admite que los judíos perdieron el punto, ya que la adoración de Baal fue un tema recurrente desde la época de Moisés hasta Elías (un período de casi seiscientos años). De hecho, si Moisés pretendía que los primeros capítulos de Génesis fueran una polémica contra la adoración de Baal, ese hecho ha eludido a todos hasta que los eruditos modernos aplicaron la crítica literaria a la Palabra de Dios.
La argumentación de Futato no solo es sospechosa, es engañosa, falsa y francamente peligrosa. No hará más que engañar a aquellos que no están bien fundamentados en las Sagradas Escrituras.
Meredith G. Kline: “Espacio y Tiempo”
El tercer artículo que consideraremos brevemente nos lleva de vuelta al Dr. Kline, cuyo “Espacio y Tiempo en la Cosmogonía del Génesis” apareció en Perspectives on Science and Christian Faith en 1996. Aunque esta pieza fue escrita antes del artículo de Futato (e incluso sugirió algunos de los puntos principales de Futato), he elegido tratarla en último lugar debido a su teología aún más radical.
En este artículo, Kline aboga por una visión de la realidad de dos niveles. Él escribe: “Central en la revelación bíblica es la relación de Dios, cuya morada es la gloria del cielo (Salmo 115:16), con el hombre en la tierra. Un cosmos de dos registros es, por lo tanto, la escena del drama bíblico, que presenta una interacción constante entre los registros superior e inferior. En una nota al pie de este párrafo, compara favorablemente su cosmología de dos registros con la mitología, que define como “una representación de los asuntos humanos en términos de una interrelación dinámica de los reinos divino y humano” (una definición que se aplica bastante bien a su propia perspectiva de dos capas). Se jacta de que su nueva visión se ha convertido en su “punto principal” y el “parteaguas” bajo el cual a sus argumentos anteriores “se les otorga un lugar auxiliar”. Y de él concluye que “en lo que respecta al marco de tiempo [del Génesis], con respecto tanto a la duración como a la secuencia de los eventos, el científico queda libre de restricciones bíblicas al formular hipótesis sobre los orígenes cósmicos”. En consecuencia, la ciencia se ha convertido en su pensamiento en un esfuerzo autónomo.
El propio Kline aparentemente no se opone al término mitología. Las palabras alemanas Geschichte y Heilsgeschichte pueden estar demasiado cargadas para él, aunque tal vez algo sean descriptivas de su posición. En cualquier caso, su teoría de los dos registros tiene el efecto de separar los eventos históricos reales de este mundo de un plan o decreto celestial suprahistórico. La creación del mundo tuvo lugar en seis “días” en el registro superior, pero para cuando se abrió camino en la tierra, los días adquirieron una naturaleza tópica. Una vez más, argumenta que el séptimo día de la creación es una designación de nivel superior para la eternidad, mientras que la ordenanza del sábado se refiere a un período recurrente de descanso aquí abajo. Existe una correlación entre los dos registros, pero la naturaleza de esa correlación no se revela.
A medida que Kline aplica su teoría de los dos registros a las Escrituras (especialmente al primer capítulo de Génesis), su asignación de los detalles al registro superior o inferior parece bastante arbitraria. La creación del cielo, el movimiento del Espíritu, los fiats creativos y el sábado pertenecen al nivel superior. Pero dado que el movimiento del Espíritu está específicamente conectado con las aguas de la creación inferior, nos preguntamos por qué lo clasifica como un fenómeno de nivel superior. El sábado plantea otra pregunta. Si esta es una descripción del comportamiento del registro superior de Dios y si el modus operandi de Dios durante la semana de la creación fue la providencia ordinaria y si el sábado celestial es un descanso eterno de la actividad de la primera semana, ¿debemos suponer que Dios dejó de ejercer la providencia ordinaria después de hacer el cielo y la tierra? Por otro lado, la creación de la tierra, lo profundo y la ordenanza del sábado se aplican al nivel inferior. Problemas similares surgen en relación con esta clasificación. Aún más básica es la pregunta sobre las fuentes de Kline: ¿cómo sabe qué eventos y ocurrencias pertenecen a qué registro?
Kline nos deja con la impresión de que él también está jugando con el texto de las Escrituras. Mientras que Futato conecta los puntos para hacer una nueva imagen, Kline conecta el mismo patrón de puntos en dos páginas diferentes y hace dos imágenes diferentes. Lo preocupante es que piensa que esta es una exégesis aceptable. Para aquellos de nosotros que preferimos descubrir la imagen que realmente está oculta en los puntos, el enfoque de Kline suena más como eiségesis.
Hablando más ampliamente, uno se pregunta hasta dónde llevará Kline su cosmogonía de dos registros. En última instancia, si se lleva a su conclusión lógica, conduce inevitablemente al escepticismo total porque todo lo que se puede saber acerca de Dios ocurre dentro del registro superior. El registro inferior puede tener ocurrencias paralelas o coordinadas, pero estas están necesariamente limitadas por la naturaleza del conocimiento del registro inferior. Incluso cuando Dios abre los ojos del hombre al registro superior, lo que el hombre ve está expresado en términos familiares para él y, por lo tanto, todavía en términos del registro inferior. El hombre no tiene acceso, ni directa ni indirectamente, al conocimiento superior del registro superior. Kline parece reconocer esta crítica con su uso frecuente de la palabra invisible con respecto al registro superior. De hecho, insinúa que será solo en la consumación de la historia que “la diferenciación visible-invisible del espacio llega a su fin”, “el límite del cielo y la tierra desaparece” y “todo se convierte en un cósmico santo de santos”.
Génesis Uno
Como mencioné anteriormente, Calvino escribió que “debemos tener una reverencia más profunda por las Escrituras que considerarnos en libertad para disfrazar su significado natural”. La interpretación más natural de Génesis 1 es que Dios hizo todas las cosas “en el espacio de seis días”, como insistieron Calvino, Ussher y los teólogos de Westminster. (14)
Por el contrario, la hipótesis del marco dice que los “días” de Génesis 1 no son períodos cronológicos de aproximadamente veinticuatro horas de duración. Esta opinión se basa en una interpretación extremadamente dudosa de Génesis 2:5. Las conclusiones del último pasaje se llevan de vuelta y se hacen parte del primero.
Los argumentos a favor de una comprensión literal de la palabra día en Génesis 1 son inexpugnables. Estos son los principales:
Primero, la palabra hebrea para día (yom) nunca significa otra cosa que un día normal o al menos la parte iluminada de un día. La forma plural de la palabra significa “varios días” (cf. Génesis 5:4, 5, 8, 11, 14, 17, 20, 23, 27, 31). A veces, el número de días incluso suma muchos años, pero la palabra nunca pierde su significado literal. Esto es especialmente claro en singular. Incluso Génesis 2:4 no es una excepción. Moisés escribió: Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos. Algunos eruditos asumen que la palabra “día” en este versículo comprende todo lo que tuvo lugar durante los “seis días” días de la creación, pero ¿no es más probable que sea una referencia solo al primer día, en el que Dios no solo creó la luz, sino que también formó la materia de la cual se hicieron todas las demás cosas (Génesis 1: 1-2)? Tampoco el hecho de que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día (2Pedro 3:8) habla en contra de esto, ya que el punto de Pedro es que Dios no está sujeto al tiempo en absoluto. No está más limitado por los días que por los años.
Segundo, Moisés separó cuidadosamente los días de la creación numerándolos secuencialmente. Hay un primer día, un segundo día, un tercer día, y así sucesivamente. Si los días fueran tópicos, como argumentan Kline y Futato, tal numeración sería engañosa y desorientadora.
Tercero, cada uno de los días de la creación consistía en la tarde y la mañana (Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Kline dice que esto no es más que “un detalle en la imagen de la semana de la creación”. Es, de hecho, un detalle, pero incluso en la poesía los detalles significan algo. Si el propósito de la narrativa de la creación es simplemente proporcionar una base para el o los sábados judíos con los “seis días” que componen la semana de trabajo, la descripción de esos días como consistentes en la tarde y la mañana sería una exageración sin sentido. Más bien, el Señor usó este detalle para confirmar de otra manera que los días de la creación eran días de duración normal.
Cuarto, toda la Biblia trata la narrativa de la creación como verdadera en sus detalles. Segunda de Corintios 4:6, por ejemplo, dice queDios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Esto es claramente una alusión a la creación de la luz en el primer día. Aparentemente, Pablo entendió la narrativa de la creación tal como fue dada. Lo mismo es cierto de Pedro, quien escribió que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste (2Pedro 3:5). Se refería a los eventos de los días dos y tres.
Por último, el cuarto mandamiento requiere que los días de la creación duren veinticuatro horas. Debemos trabajar seis días y descansar uno porque este es el patrón que Dios mismo siguió cuando hizo el cielo y la tierra. Dado que es obviamente cierto que Dios tiene el derecho de ordenarnos que hagamos algo, ya sea que nos dé o no un patrón a seguir, el hecho de que nos dé un patrón en este caso solo puede atribuirse a su maravillosa gracia. Él no tuvo que fabricar una historia de creación de seis días para obtener nuestra obediencia. Decir que los días de la creación son análogos a nuestros días, como deben decir los adherentes de la hipótesis del marco, es inadecuado porque convierte el cuarto mandamiento en una falacia lógica y una tontería: Dios trabajó seis tópicos y descansó un tópico en el registro superior, por lo tanto, debemos trabajar seis días y descansar un día en el registro inferior.
La hipótesis del marco sostiene que los días de la creación son tópicos y no cronológicos. ¿Por qué entonces Moisés hizo todo lo posible para enfatizar la cronología en la narrativa de la creación? ¿Y qué debemos hacer con los otros escritores de las Escrituras que hicieron un punto para argumentar a partir de los detalles del relato de la creación? La evidencia bíblica no sólo es abrumadora, es concluyente. Dios hizo el mundo en seis días, que eran períodos cronológicos de luz y oscuridad como se registra en el libro de Génesis.
Conclusión
Hace más de cuatrocientos años, Calvino advirtió contra jugar juegos con la Palabra de Dios. Dijo que tal juego muestra falta de respeto por la Escritura y es presuntuoso y casi blasfemo. Lamentablemente, los diversos enfoques literarios de la Biblia, de los cuales la hipótesis del marco es una, son demasiado comunes. Esto no quiere decir que aquellos que usan enfoques literarios estén necesariamente fuera del reino de Dios. Debemos dejar que Dios juzgue los corazones de los demás. Sin embargo, los enfoques literarios en sí mismos son antitéticos a la sana doctrina cuando tratan de adivinar lo que Dios ha revelado claramente. El peligro es real.
Históricamente, rara vez ha sido cierto que la incredulidad se pasea por la puerta principal de la iglesia anunciándose. Por lo general, se cuela poco a poco. Primero se tolera un error obvio, a menudo por amor o armonía. Después de todo, el que sostiene el error es un cristiano sincero. Con el tiempo, ese error se convierte en la opinión mayoritaria. En poco tiempo nadie puede tolerar la verdad. En ese punto, no queda nada. La doctrina de la creación en este sentido es una doctrina clave porque revela nuestra actitud hacia toda la Escritura.
¡Que Dios nos mantenga fieles y verdaderos a su Palabra inspirada e inerrante! Amén.
Notas
- 1. Tremper Longman III, “The Literary Approach To The Study Of The Old Testament: Promise And Pitfalls”, JETS 28, no. 4 (diciembre de 1985): 394.
- 2.C. S. Lewis, Fern-Seed and Elephants (Glasgow: Collins, 1975), 106, 111; citado en Longman, 396.
- 3. Meredith G. Kline, “Because It Had Not Rained”, WTJ 20 (1958): 146-57.
- 4. Kline, 152.
- 5. Kline, 156-7.
- 6. Esto también se ocupa de otra suposición que Kline hace, a saber, que Génesis 2:5 describe el tercer día de la creación. Poco después de la aparición del artículo de Kline, E.J. Young argumentó que la situación podría ser fácilmente, y más probablemente, el sexto día. Véase Edward J. Young, Studies in Genesis One (Filadelfia: Presbyterian and Reformed, 1964), pág. 64.
- 7. Meredith G. Kline, “Space and Time in the Genesis Cosmogony”,Perspectives on Science and Christian Faith 48 [1996]:2-15, nota al final 44 [artículo en línea]; disponible en http://asa.calvin.edu/ASA/PSCF/1996/PSCF3-96Kline.html; Internet; consultado el 25 de febrero de 1998). El escritor actual cree que Kline no ve la importancia de estas críticas. Para una argumentación a este efecto, véase Joseph A. Pipa, “From Chaos to Cosmos: A Critique of the Framework Hypothesis” (inédito) [artículo en línea]; disponible desde http://capo.org/cpc/pipa.htm; Internet; consultado el 22 de septiembre de 1999.
- 8. Pipa.
- 9. Mark D. Futato, “Because It Had Rained: A Study Of Gen 2:5-7 with Implications for Gen 2:4-25 and Gen 1:1-2:3”, WTJ 60, no. 1 (primavera de 1998): 1-21.
- 10. Futato, 5ss.
- 11. Futato, 12.
- 12. Futato, 14, 15, 17.
- 13. Futato, 20.
- 14. Véase el comentario de Calvino sobre Génesis 1:5; Art. 18 de los Artículos Irlandeses; Confesión de Westminster 4:1, Catecismo Mayor 15 y Catecismo Menor 9. En su comentario sobre la Confesión de Westminster, A.A. Hodge argumenta que los teólogos simplemente estaban usando el lenguaje de las Escrituras. Sin embargo, este argumento parece falso por dos razones: Primero, en ninguna parte la Biblia usa la frase “en el espacio de seis días” en referencia a la creación. En segundo lugar, la frase en cuestión ya tenía un significado decisivo y claro cuando los teólogos de Westminster la tomaron prestada. Tanto en Calvino como en Ussher, cuya teología tuvo un impacto significativo en los estándares de Westminster, la frase significaba seis días solares literales en contraste con la comprensión no literal de Agustín de los días. Al escritor actual le parece increíble que alguien todavía afirme que los teólogos no tenían la intención de limitar la creación a seis días literales, sin embargo, las formas del argumento de Hodge todavía se encuentran entre aquellos que deberían tener un mejor conocimiento (cf. “Westminster Theological Seminary and the Days of Creation: A Brief Statement” [artículo en línea]; disponible en http://www1.gospelcom.net/wts/news/creation.html; Internet; consultado el 15 de mayo de 1999).