¿Por qué unirse a una iglesia?
Mark Brown y Larry Wilson
Traductor: Valentín Alpuche
¡Alicia estaba descolorida! Era la primera vez que visitaba la iglesia y pensó que “también sería la última vez”. La iglesia había celebrado la Cena del Señor. “He sido cristiana durante cuatro años y el pastor tuvo el descaro de decirme que me mantuviera alejada de la Comunión”, dijo enfurecida Alicia. “Pidió a aquellos que no están bien con Dios o con su iglesia que tomen medidas para corregirse antes de venir a la Mesa del Señor. Él me incluyó solo porque no soy miembro de la iglesia. ¡Cómo se atreve!”
No es raro en nuestros días que los seguidores sinceros de Cristo, como Alicia, consideren unirse a una iglesia como algo opcional. Y dadas las otras opciones (libros, videos, transmisiones de radio y televisión, recursos de Internet, grupos paraeclesiásticos, etc.), unirse a la iglesia a veces ocupa un lugar bajo en la lista, ¡si es que está en la lista! Muchos nunca han considerado que comprometerse con una congregación sea tan importante, o tan agradable. Por lo general, se sorprenden al escuchar que los cristianos históricamente han considerado unirse a una iglesia como algo esencial, y no como algo opcional.
¿Es arbitraria esta convicción cristiana histórica? ¿Es legalista? ¿Qué dice la Palabra de Dios acerca de la membresía de la iglesia? Creemos que dice mucho. Por favor, considera con nosotros diez razones bíblicas por las que todo cristiano profesante debe unirse a una iglesia local.
Jesús mandó ser miembro de la Iglesia
Primero, nuestro Señor Jesucristo ordena a sus seguidores que se unan a una iglesia. En Mateo 16:18, Jesús les dice a sus discípulos: “Edificaré mi iglesia”. Él representa a la iglesia como el templo del nuevo pacto, y aquellos que confiesan que Jesús es el Señor son los bloques de construcción en este templo (Mateo 16:16; 1 Pedro 2:5; Efesios 2:19-20).
En Mateo 28:19-20, Jesús confirma y amplía su declaración anterior al ordenar a sus seguidores que hagan discípulos, bautizándolos y enseñándoles. Cumplir con esta Gran Comisión implica llevar conversos a la membresía de la iglesia. ¿Por qué decimos eso? Porque parte de la Gran Comisión es el mandamiento de bautizar. Ahora bien, el bautismo del Espíritu Santo nos añade a la iglesia invisible (1 Corintios 12:13). Pero no debemos mantener nuestra salvación invisible. Debemos expresarla externamente (Romanos 10:9-10). El bautismo en agua simboliza externa y visiblemente esta realidad invisible.
Hechos 2:41 cuenta cómo la iglesia apostólica implementó este principio: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”. ¿Añadidos a qué? Hechos 2:47 da la respuesta: “añadidos a la iglesia”. Esta era la iglesia visible; los apóstoles llevaban la cuenta de los que se bautizaban, e incluso los contaban.
Cristo nos ordena ser bautizados. Al mandarnos ser bautizados, también nos ordena ser añadidos a la iglesia. En otras palabras, nos ordena unirnos a una iglesia. Él quiere que nuestra relación con él sea honesta y observable (Mateo 10:32). Él también quiere que sea corporativa (Hebreos 10:24-25).
El Antiguo Testamento enseña la membresía de la iglesia
En segundo lugar, el Antiguo Testamento enseña que los creyentes deben unirse a una iglesia. Los israelitas eran el pueblo del antiguo pacto de Dios. Él ordenó la circuncisión como una señal de esa relación de pacto y membresía en la comunidad del pacto (Génesis 17:7, 10-11). El Nuevo Testamento identifica a esta comunidad del antiguo pacto como “la iglesia/la congregación” (Hechos 7:38).
Si eras un extranjero, tenías que recibir la circuncisión para convertirte en miembro de Israel antes de que pudieras celebrar la Pascua (Éxodo 12:43-44, 48). En otras palabras, tenías que “unirte a la iglesia” antes de poder venir a la Mesa del Señor. Si no estabas circuncidado, independientemente de tus antecedentes o creencias subjetivas, ibas a ser excomulgado del pueblo de Dios (Génesis 17:14).
¿Puedes ver el paralelo en el Nuevo Testamento? El bautismo es la circuncisión del Nuevo Testamento (Colosenses 2:11-12). Marca su adición a la comunidad del nuevo pacto, la iglesia (Gálatas 3:27, 29; 6:15-16; Filipenses 3:3). La Cena del Señor es la Pascua del nuevo pacto (cf. Mateo 26:17-19; 1 Corintios 5:7). Así como una persona tenía que ser circuncidada para convertirse en miembro de Israel antes de que pudiera celebrar la Pascua, así una persona tiene que ser bautizada para convertirse en miembro de la iglesia antes de que pueda tomar la Cena del Señor. En consecuencia, los que “fueron bautizados” y “añadidos a la iglesia” fueron los que participaron en “el partimiento del pan” con los apóstoles (Hechos 2:41-42, 47).
El Nuevo Testamento presupone la membresía de la iglesia
Tercero, el Nuevo Testamento asume que cada converso se une a la iglesia. La conversión incluye ser añadido a una iglesia local visible (Hechos 2:41, 47; 14:21-23). Era impensable que una persona pudiera abrazar a Cristo y luego elegir no unirse a la iglesia de Cristo. De hecho, aquellos que no eran miembros de la iglesia eran considerados como no cristianos (Mateo 18:17). El cristianismo bíblico es siempre intensamente personal, pero nunca es privado o individualista.
El Nuevo Testamento enfatiza fuertemente el carácter corporativo o grupal del cristianismo. Por ejemplo, el Nuevo Testamento habla de los creyentes como si juntos fueran el cuerpo de Cristo, la novia de Cristo, la familia de la fe, el templo del Espíritu Santo, la comunión de los santos, la nación santa, el pueblo de Dios, la familia de Dios, etc. En los tiempos apostólicos, todos los conversos se unían a la iglesia. Solo se les consideraba convertidos hasta que se unían a la iglesia.
La salvación implica ser miembro de la iglesia
Cuarto, el concepto bíblico de la salvación implica unirse a la iglesia. En la Biblia, venir a Cristo y venir a su iglesia es una cosa, no dos. Hoy en día, las personas pueden confiar en Cristo en una reunión evangelística y luego pensar si deben unirse o no a una iglesia, y a veces nunca se unen a una iglesia. Pero la Palabra de Dios considera el venir a Cristo y el venir a su iglesia como dos partes de la misma cosa, algo así como el interior y el exterior de la salvación completa. Interiormente, te vuelves a Dios y clamas para que te salve a través de la sangre y la justicia de Jesucristo. Externamente, te identificas a ti mismo como propiedad de Cristo al profesar tu fe ante la iglesia y continuar en la adoración, el aprendizaje y el testimonio con esa asamblea (Romanos 10:9-10; Mateo 10:32; Hechos 2:41-42; Hebreos 10:25). En la Biblia, unirse a Cristo es unirse al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13, 27; Romanos 12:5; Efesios 5:29-30). Bíblicamente, los cristianos sirven a Cristo, no en aislamiento independiente, sino como miembros vivos de su cuerpo.
El orden de la iglesia implica la membresía de la iglesia
Quinto, las muchas prescripciones de la Biblia para el orden de la iglesia implican que Dios espera que los creyentes se unan a las iglesias locales. Dios establece los requisitos de admisión (Hechos 2:47). Él estipula los términos para expulsar a alguien de la iglesia (Mateo 18:17; 1 Corintios 5:4-5). Él ordena que haya líderes (u oficiales) como pastores, ancianos y diáconos (Efesios 4:11-12; Hechos 14:23; 1 Timoteo 3:1-13). Este mismo hecho supone que los cristianos se unirán a las iglesias. Porque, ¿cómo puedes tener oficiales sin miembros que los elijan y los sigan? ¿De dónde vendrían los pastores, ancianos y diáconos? ¿Para qué servirían?
En 1 Timoteo, después de dar instrucciones para la oración en el culto público (2:1-8), para las mujeres en el culto público (2:9-15) y para seleccionar ancianos y diáconos (3:1-13), el apóstol Pablo explica: “para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (3:15). Estas reglas serían inútiles a menos que los creyentes fueran miembros de iglesias locales organizadas.
Muchos mandamientos bíblicos implican ser miembro de la iglesia
Sexto, hay muchas más instrucciones bíblicas que no puedes seguir a menos que te unas a una iglesia. Cristo instruye a sus seguidores a celebrar la Cena del Señor (Lucas 22:19). Pero Él abre la Mesa del Señor solo a aquellos que son miembros bautizados de su iglesia (véase la segunda razón anterior).
Dios manda a los cristianos amar a los hermanos y servirles (Gálatas 6:2; 1 Pedro 3:17; 1 Juan 3:14). Pero ¿cómo reconoces a los hermanos? Algunas personas afirman ser creyentes, pero no lo son. ¿Cómo pueden los creyentes considerar a los demás como compañeros creyentes a menos que sean identificados como tales al ser recibidos en una iglesia visible que predica el evangelio?
Hoy en día prevalece un espíritu de autonomía que desprecia la autoridad. Esto no es nada nuevo (2 Pedro 2:10), pero Dios manda a sus hijos redimidos que “reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan” (1 Tesalonicenses 5:12) y a “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos” (Hebreos 13:17). Pero ¿cómo puedes hacer eso a menos que te hayas unido a la iglesia sobre la cual ellos son pastores? ¿De qué otra manera puedes saber a quién ha puesto Dios sobre ti?
Podríamos dar muchos más ejemplos, pero estos deberían ser suficientes para mostrar que hay muchos mandamientos bíblicos que los creyentes no pueden obedecer a menos que se unan a una iglesia. En consecuencia, negarse a unirse a una iglesia de Jesucristo hace que una persona caiga en numerosos pecados de omisión, es decir, dejar de obedecer al Señor.
El cuidado pastoral requiere ser miembro de la iglesia
Nuestra séptima razón está relacionada con la sexta, pero creemos que es útil mencionarla por separado. El cuidado bíblico de las ovejas de Cristo es imposible sin la membresía de la iglesia. Dios ordena a los ancianos que ejerzan cuidado pastoral y supervisión, que pastoreen su rebaño. La iglesia es el rebaño que Dios ha puesto bajo su cuidado (Hechos 20:28; 1 Pedro 5:1-4). Deben enfocar su atención en aquellos que se han unido a la iglesia en la cual Dios los ha puesto por obispos (1 Corintios 5:12). Pero los que solo visitan la iglesia no están bajo la jurisdicción de los ancianos. A menos que se unan a la iglesia, ¿cómo pueden ser pastoreados adecuadamente? Además, el Buen Pastor conoce a sus ovejas por su nombre y es conocido por ellas (Juan 10:3-4, 14). ¿No necesitan los pastores subordinados al Buen Pastor hacer lo mismo (1 Pedro 5:1-4)? ¿Cómo pueden pastorear el rebaño a menos que sepan quién está en Él?
En Mateo 18:15-18, nuestro Señor Jesús enseña a sus discípulos cómo lidiar con el pecado y el conflicto en el cuerpo de Cristo. Si un cristiano profesante está pecando y persiste en una impenitencia obstinada, la iglesia debe “excomulgarlo” y considerarlo como un no creyente (cf. 1 Corintios 5). Si se arrepiente, debe ser restaurado (2 Corintios 2:5-11). Tal rescate y restauración es un objetivo principal de la disciplina de la iglesia (Gálatas 6:1). Pero ¿cómo puede la iglesia hacer estas cosas a menos que haya una distinción objetiva entre los que están “dentro” y los que están “fuera” (1 Corintios 5:12-13)? Es imposible obedecer las instrucciones de Cristo sobre la supervisión pastoral y la disciplina de la iglesia a menos que los cristianos se conviertan en miembros de la iglesia.
La vida práctica de la iglesia implica la membresía de la iglesia
Octavo, hay muchos asuntos prácticos que la iglesia no puede hacer muy bien sin una membresía objetiva de la iglesia. Dios ordena: “Hágase todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:40). Las iglesias tienen que llamar a pastores, elegir ancianos y diáconos, adoptar presupuestos, comprar propiedades, construir lugares de reunión, etc. Son decisiones muy importantes. Pero sin una membresía objetiva, ¿cómo es posible decidir de manera justa –“decentemente y en orden”– quién tiene o no tiene el privilegio de votar?
El evangelismo bíblico exige ser miembro de la iglesia
Noveno, el evangelismo bíblico es imposible sin la membresía de la iglesia. Gran parte del evangelismo de hoy en día hace hincapié en tomar decisiones. Pero Jesús nos mandó que hiciéramos discípulos. El indicador bíblico del éxito evangelístico no es obtener un gran número de decisiones profesadas, sino reclutar a las personas en los privilegios y responsabilidades de seguir a Cristo. Bíblicamente, el evangelismo no está completo hasta que los conversos son inscritos en la escuela de Cristo y aceptados en la familia visible de los creyentes (Mateo 28:19-20; cf. 1 Corintios 12:13; Hechos 2:41, 47).
El amor de Dios demanda la membresía de la iglesia
Décimo y último, el gran amor de Dios por la iglesia invita a los creyentes a unirse a la iglesia. La Biblia enfatiza repetidamente cuán vitalmente importante es la iglesia para el Dios vivo y trino. La iglesia estaba en su corazón en su obra de creación (Efesios 3:9-11). La iglesia estaba en su corazón en su obra de salvación (Mateo 16:18; Efesios 5:25). A la iglesia se le prometió su presencia especial (Hebreos 2:12; Mateo 18:20). Si la iglesia es tan importante para el Señor, ¿no debería ser importante para todos los que aman al Señor? ¿Cómo puedes amar al Señor y al mismo tiempo alejarte de lo que el Señor ama? ¿No implica esto que cada creyente debe identificarse abiertamente con la iglesia de Cristo?