¿Quién quiere seguir a Jesús?
¿Quién quiere seguir a Jesús?
Lucas 9:57-62
4/2/2017
Introducción
Amados hermanos, seguir a Jesús es un tema muy importante en los evangelios. Mucha gente seguía a Jesús durante su ministerio terrenal por diferentes razones y mucha gente sigue a Jesús hoy también por diferentes razones. ¿Por qué sigues tú a Jesús? La mayoría de gente que dice creer en Jesús, no sabe quién es Jesús ni lo que él hizo por los pecadores. Siguen a Jesús sin saber nada de Jesús. El día de hoy quisiera mostrar que seguir a Jesús implica una dedicación total de nuestras vidas; seguir a Jesús es una entrega radical a él; implica saber quién es él, lo que ha hecho y las implicaciones de seguirlo.
Los magos del oriente
En los evangelios leemos que Jesús desde su mismo nacimiento empezó a atraer gente hacia él. La gente lo empezó a buscar, al grado que tuvieron que viajar grandes distancias para encontrar a Jesús. Estoy hablando de los magos que vinieron del oriente a buscar a Jesús. Leemos en Mateo 2 que buscaban a Jesús porque, por un milagro, se les había revelado que Jesús era el rey de los judíos. Al encontrarlo, nos dice el v. 11, ellos se postraron ante Jesús y lo adoraron. En verdad, Jesús es el rey de los judíos, pero no solamente de los judíos, sino de todo el mundo, el rey que salvaría a los que no eran judíos. Así que seguir a Jesús implicó para los magos dejar su tierra, sus familias, y exponerse a un peligroso viaje de cientos de kilómetros para encontrar a Jesús. Si Jesús es el verdadero Rey de su iglesia, entonces vale la pena dejar todo lo demás para encontrar a Jesús.
Que Jesús es Rey significa que tiene autoridad y poder sobre su iglesia. Significa que debemos someter nuestras vidas completamente a él. Escuchen lo que dice Mateo 28:18: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Esta misma idea de autoridad total de Jesús la encontramos en Filipenses 2:9-11 donde leemos: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Es decir, si Jesús es Rey tenemos que someternos a su autoridad y poder, y vivir de acuerdo a las reglas de su reino. No es correcto decir que seguimos a Jesús como nuestro Rey y vivir sin acatar sus mandatos. Si Jesús realmente es nuestro Rey, entonces debemos vivir como él quiere que vivamos. Que Jesús es nuestro Rey, queda muy claro de Apocalipsis 19:16: “Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”. ¿Sigues a Jesús porque él es Rey de tu vida? Si es así, sométete a su gobierno.
Los samaritanos
Al principio del ministerio de Jesús, leemos en el evangelio de Juan algo sorprendente que los samaritanos captaron acerca de la persona de Jesús. Después que Jesús platicó con la mujer de Samaria y le dijo muchas cosas de su vida, ésta mujer se fue corriendo a la ciudad a decir a la gente que fueran a conocer a Jesús. Ellos fueron a buscar a Jesús, y cuando lo encontraron, Jesús les enseñó acerca de su persona y su obra, y Juan dice en 4:41 que muchos más creyeron en Jesús, y llegaron a la conclusión de que Jesús “es el Salvador del mundo, el Cristo” (v. 42). Los samaritanos siguieron a Jesús porque entendieron que él es el Salvador, es decir, el único Salvador que puede redimir al hombre de la condenación del pecado y darle vida eterna. Esto quiere decir que reconocieron su pecado, su miseria sin Jesús y que solamente en él podían tener salvación.
Para cualquiera que quiera seguir a Jesús es requisito indispensable que reconozca su pecado y que reconozca que Jesús es el único que lo puede salvar. Esta es la misma idea comunicada por el apóstol Pedro en Jerusalén delante de los gobernantes, los ancianos, los escribas, los sumos sacerdotes y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes. Dice en Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Seguir a Jesús y creer en él implica que solamente en él podemos salvos. ¿Quieres ser salvo? Sigue a Jesús y entrega tu vida completamente a él.
Así pues, en los evangelios tenemos dos razones para seguir a Jesús. Él es el Rey del mundo y él es el único Salvador.
Tú tienes palabras de vida eterna.
Una vez Jesús le dio de comer a miles de personas, y mucha gente lo seguía solamente por la comida. Jesús los confrontó y muchos dejaron de seguirlo. Después preguntó a sus doce discípulos si ellos también se querían ir, y el apóstol Pedro le respondió en Juan 6:68-69 así: “¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Por el Espíritu Santo, Pedro pudo captar que valía la pena seguir a Jesús porque solamente él podía darles vida eterna. Una vida de bienaventuranza, de plena comunión íntima con Dios sin fin. Pedro comprendió que la gente lo seguía tan solo por las cosas temporales como la comida; él y los demás discípulos comprendieron que esa razón no era suficiente para seguir a Jesús. Ellos lo seguían porque Jesús les dio vida eterna. Todo lo demás va a perecer, pero la vida eterna que Jesús da a su pueblo, nunca perecerá. ¿Quieres tener vida eterna? Solamente la puedes encontrar en Jesús.
Estos tres ejemplos de seguir a Jesús nos enseñan que seguirlo implica conocer quién es él y lo que ha hecho para salvarnos. Implica que vamos a entregar toda nuestra vida a él, es decir, toda nuestra vida la vamos a vivir como él quiere. Con esta idea de una entrega total, ahora vayamos a nuestro pasaje de hoy, donde vamos a encontrar reforzada este mismo compromiso de seguir a Jesús.
El escriba que quería seguir a Jesús.
Dice Lucas 9:57 que un hombre que seguía a Jesús por el camino, le dijo: “Señor, te seguiré a dondequiera que vayas”. Mateo, el pasaje paralelo de Lucas, nos dice (Mateo 8:18-22) que este hombre era un escriba. La intención del escriba parecía muy buena, ¿verdad? Parecía buena, pero era mala. Esto es lo que entendemos de la respuesta de Jesús en el v. 58: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza”. En base a la respuesta de Jesús parece que el escriba dijo lo que dijo solamente por la emoción del momento. Estaba emocionado e impresionado con la personalidad de Jesús, con su enseñanza, y seguramente pensó que era el mejor maestro para cualquier persona. Algunos comentaristas sugieren que como era escriba, pertenecía a la clase acomodada de Israel; tenía una oficina donde estudiar, no tenía que trabajar para conseguir su alimento, sino que disfrutaba de los beneficios de enseñar la ley de Dios al pueblo de Israel. Su vida era una vida meramente académica sin exponerse a las verdaderas necesidades de la vida diaria, las cuales tenían que experimentar la gran mayoría de israelitas.
Veía a Jesús como un mero guía intelectual, y no pensaba en los sufrimientos y escasez de seguir a Jesús. De ir caminando con él en las montañas, en los desiertos, entre las rocas, bajo el sol duro, bajo la lluvia. Pensaba que seguir a Jesús no implica sacrificio de su parte. Como mucha gente de hoy, el escriba no había entendido quién era Jesús verdaderamente ni en las implicaciones de seguirlo. No estaba dispuesto a entregarse radicalmente a él, a ser un discípulo comprometido con Jesús en las buenas y en las malas.
Seguir a Jesús y la familia
Finalmente vemos a dos personas más que desean seguir a Jesús. Pero ambas personas parece que no entienden que Jesús es más importante que la familia misma, ya que en última instancia tenemos que hacer una decisión entre Jesús y la familia. Veamos qué dijo el primero. Una vez que Jesús lo llamó al mandarle: sígueme, él respondió: “Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre”. La respuesta de Jesús fue: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú vé, y anuncia el reino de Dios”. La respuesta de Jesús parece dura, pero en realidad no lo es. Primero, la excusa de esta persona parece implicar que su padre no estaba muerto en ese preciso momento, sino que estaba muy enfermo o muy anciano, y pronto iba a morir. Entonces, la idea es que para él era más importante su padre que seguir a Jesús. Jesús pasaba a segundo plano y su padre pasaba a primer plano.
Jesús no está promoviendo la idea de abandonar a los padres en los momentos más duros que ellos tienen, sino que quiere comunicar la prioridad de tomar una decisión de vida o muerte: o sigues a Jesús, o sigues a tus padres terrenales. Esa es la cuestión. Recuerden que Jesús mismo dijo en otra ocasión en Mateo 10:37-38: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”. Nuevamente, el punto crítico aquí es: ¿quién es más importante en tu vida? ¿Jesús o alguien más? Hermanos, Jesús demanda una entrega total de nosotros hacia él; no a medias tintas, sino una entrega radical. Esto no quiere decir que al seguir a Jesús uno va a abandonar a sus padres. No, para nada. Jesús condenó a los escribas y fariseos hipócritas que hacían eso. ¿Lo recuerdan? Él les dijo en Mateo 15:5-6: “Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición”. La demanda de Jesús es que si los padres son más importantes que él, entonces no estamos listos para seguir a Jesús.
Ahora el segundo dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa”. Y Jesús le dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. En sí mismo despedirse de la familia no tiene nada de malo; al contrario, es muy importante mantener el respeto y la unidad de la familia. Pero el problema de esta segunda persona consiste en que no capta la orden de Jesús en el momento. No se da cuenta de que esa decisión de seguir a Jesús en ese preciso momento era de vida o muerte. Al igual que la persona anterior, para él su familia era más importante que Jesús. Uno debe amar a la familia, pero cuando la familia nos exige amarla más a ella que a Jesús, entonces tenemos que tomar una decisión. Y si decidimos por la familia, entonces no somos dignos de Jesús.
Conclusión
Nuestro pasaje nos enseña que seguir a Jesús es una cuestión radical. No hay término medio. O sigues a Jesús enteramente o no lo sigues. No podemos amar a dos señores, porque tarde o temprano amarás a uno y odiarás al otro. Y casi siempre el ser humano termina amando más a la familia, o su profesión, o sus propiedades, y odiando a Jesús. Solamente cuando entendemos quién es Jesús y lo que ha hecho para perdonarnos y salvarnos, entonces lo seguiremos sin ninguna restricción, sin ningún compromiso. Lo haremos radicalmente así como él nos amó hasta lo último, hasta hacerse maldito por nosotros. ¿Por qué sigues a Jesús? Amén.