Generosidad, donación y buenas obras
Cody Schwichtenberg
Fuente: Reformed Herald
Traductor: Juan Flavio de Sousa
El pasado mes de septiembre tuve el privilegio de asistir a una conferencia organizada por la Barnabas Foundation en Tinley Park, Illinois. La conferencia se centró en las estrategias de donaciones planificadas desde una perspectiva cristiana. Como pastor, admito que enseñar o predicar sobre el tema de las donaciones no es mi tema favorito. Sin embargo, es innegablemente bíblico y un aspecto importante de la vida cristiana. Hoy quiero compartir las ideas de una conferencia que me impresionó mucho y ofrecer una perspectiva bíblica sobre la generosidad, la donación y las buenas obras.
La conferencia que me llamó la atención se titulaba The Science and the Scripture of Effective Major Gift Fundraising, presentada por el Dr. Russell James. Aunque el título es un poco largo, la inclusión de la palabra Escritura captó inmediatamente mi atención. Como cristianos, estamos llamados a alinear cada área de nuestras vidas ―incluyendo las donaciones― con la Palabra de Dios. La Biblia es nuestra única regla para la fe y la vida, lo que incluye la administración financiera.
Hechos 4:36-37 ofrece un ejemplo sorprendente de generosidad y donaciones en la iglesia primitiva a través de la historia de Bernabé: «Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió, y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles».
Bernabé, levita y compañero del apóstol Pablo, vendió una parcela de tierra ―una importante fuente de su riqueza― y donó los beneficios para apoyar a los apóstoles y la misión del Evangelio. Este acto generoso demostró su compromiso con el reino de Dios y su amor por la Iglesia. Bernabé era un nombre apropiado para este hombre, ya que era verdaderamente un Hijo de consolación para sus hermanos y hermanas en Cristo.
La generosidad de Bernabé sigue enseñándonos lecciones importantes:
1. La riqueza va más allá de los ingresos. Incluye tierras, posesiones y herencias.
2. La generosidad anima a los demás. El regalo de Bernabé alegró a los apóstoles y a la Iglesia. Tu generosidad también puede alegrar a los demás.
3. Donar es una respuesta a la gracia de Dios. Bernabé dio con alegría por lo que Cristo había hecho para comprar y obtener la salvación para él.
Este ejemplo nos recuerda que la generosidad y el donar no se limitan a las ofrendas semanales regulares, sino que pueden extenderse a donativos importantes que apoyen y promuevan el reino de Dios y la proclamación del Evangelio.
Romanos 12:3-8 enfatiza que a cada creyente se le dan dones únicos para servir al cuerpo de Cristo: «Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función… Teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe… el que reparte, con liberalidad…».
Uno de estos dones es el de repartir o dar. Este don espiritual incluye una capacidad financiera especial y la habilidad de dar generosamente. Aunque todos los cristianos están llamados a dar, quienes poseen este don tienen una capacidad única para hacerlo con un impacto extraordinario.
El Catecismo de Heidelberg, P/R 55, nos recuerda:
• Somos partícipes de los dones de Cristo. Como creyentes, participamos de las bendiciones espirituales y materiales que Él nos da.
• Estamos llamados a servir a los demás. Cada creyente debe usar sus dones de buena gana y alegremente para el beneficio de otros miembros en la iglesia y para la gloria de Dios.
Entender el dar como un don espiritual puede transformar nuestra manera de enfocarlo. En lugar de verlo como una obligación, podemos verlo como una respuesta gozosa a las bendiciones de Dios.
La conferencia del Dr. James ofreció un marco profundo para pensar en la riqueza. Identificó cuatro formas en que la gente utiliza su riqueza: despilfarro, entierro, esfuerzo o disfrute.
Despilfarro: Algunos derrochan su riqueza en placeres temporales. Un ejemplo bíblico es el hijo pródigo (Lc 15:11-32), que malgastó su herencia en una vida imprudente. Aunque disfrutó de placeres temporales, sus decisiones lo dejaron pobre. Esto nos sirve de advertencia para no dejar que los deseos a corto plazo anulen los propósitos a largo plazo.
Entierro: Otros atesoran su riqueza, centrándose en la seguridad más que en la administración. En la parábola del rico insensato (Lc 12:13-21), un hombre acumuló grandes riquezas, construyendo graneros más grandes para guardarlo todo. Sin embargo, Dios le dijo: «Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?». Esta parábola nos desafía a considerar el valor eterno o la falta de este de la acumulación egoísta.
Esfuerzo duro: Muchas personas persiguen sin cesar la riqueza, sin encontrar nunca satisfacción. Eclesiastés 5:10 observa: «El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto». Esta búsqueda de tener «más» se convierte en un ciclo interminable, que deja poco espacio para la satisfacción, la alegría o el propósito. En última instancia, este afán lleva a dejarlo todo en esta vida al morir, sin haber disfrutado de sus bendiciones.
Disfrute: Por último, hay quienes disfrutan de la riqueza de una manera que honra a Dios. Eclesiastés 5:18-20 enseña: «He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte… esto es don de Dios». Disfrutar de la riqueza incluye administrarla sabiamente y dar con alegría. Jesús mismo dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hch 20:35). Cuando damos, experimentamos la alegría de alinear nuestros recursos con los propósitos de Dios. Debemos tener presente que todo lo que tenemos viene de Dios y le pertenece a Dios, por lo tanto, debemos usarlo según su voluntad.
La mayoría de las donaciones importantes a la iglesia se realizan tras el fallecimiento de una persona, a menudo a través de un testamento. Esto plantea una cuestión importante: ¿Qué quiero hacer con el patrimonio que dejo?
No podemos llevarnos nuestro patrimonio con nosotros, pero podemos utilizarlo para dejar un legado que glorifique a Dios y haga avanzar su reino. Apoyar a la iglesia mediante donaciones planificadas es una forma práctica de garantizar que sus recursos sigan teniendo un impacto mucho después de que usted se haya ido.
Cuando damos generosamente, participamos activamente en el cumplimiento de la Gran Comisión: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mateo 28:19-20).
Aunque usted no sea pastor o anciano, sus ofrendas contribuyen a difundir el Evangelio, hacer discípulos y construir el Reino de Dios.
En la conferencia del Dr. James, afirmó este poderoso punto que invita a la reflexión: «No pido dinero a la gente; les pido que hagan cosas (es decir, buenas obras)». Las buenas obras, como las define el Catecismo de Heidelberg (P/R 91), proceden de la fe verdadera, están de acuerdo con la ley de Dios y se hacen para su gloria.
¿Por qué entonces hacemos buenas obras?
• Para glorificar a Dios. Dar demuestra que reconocemos a Dios como la fuente de todas nuestras bendiciones.
• Para expresar gratitud. Al dar, damos gracias a Dios por la redención que tenemos en Cristo.
• Para atraer a otros a Cristo. La generosidad puede ser una demostración de nuestra fe que anime a otros a buscar a Dios. Puede que te pregunten: «¿Por qué eres tan bondadoso?». Puedes responder diciendo: «Porque Cristo ha sido muy bondadoso conmigo». Con eso, tienes la oportunidad de compartir el evangelio con tu prójimo.
La generosidad es más que un acto externo de bondad. Es una bendición espiritual para los demás y una respuesta a la gracia de Dios. Al donar, participas en el avance del reino de Dios, animas a otros y dejas un legado que tendrá un impacto eterno.
En septiembre de 2023, mi esposa Angie y yo tuvimos nuestro primer hijo, Ezra. Desde el momento en que lo vi, lo amé. Si eres padre o madre, sabes el amor que un padre o una madre sienten por sus hijos. Antes de que mi madre muriera, siempre hablaba de lo mucho que me quería. Aunque nunca tuvo la oportunidad de ver a Ezra, mis padres hicieron una importante donación de dinero para la operación que Angie necesitaba para eliminar la endometriosis que nos impedía concebir. Cuando Ezra pregunta por su abuela, puedo decirle que ella dio generosamente para que él naciera. En última instancia, el Señor proveyó para nosotros, pero utilizó los medios de la generosidad, la donación y las buenas obras para llevar a cabo sus fines.
¿Por qué traigo a colación esta historia personal? La traigo a colación para enfatizar que daremos generosamente a aquellos que amamos. Como padres, amamos a nuestros hijos, por lo tanto, muchos de nosotros les pasaremos nuestra riqueza, y con razón. Proverbios 13:22 dice: «El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos». Como cristianos, nuestro amor no debe empezar y terminar con nuestra familia biológica. También tenemos una familia espiritual que continuará por toda la eternidad. Jesús entregó su vida por su esposa, la iglesia. Mostró su amor por nosotros a través de su muerte en la cruz. «Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero» (1 Jn 4:19). Amamos a nuestros hijos, pero también amamos a Cristo y a su iglesia. Si esto es cierto, ¿no deberíamos considerar cómo nuestra riqueza puede beneficiar a la iglesia y apoyar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo?
La conferencia del Dr. Russell James puede verse en YouTube.
Título: 2023 Effective Major Gifts
Fundraising Webinar
Página: MB Foundation