Catecismo de Heidelberg DS 4 – Williamson
Día del Señor 4
G. I. Williamson
Lecturas bíblicas: Salmo 103:1-18; Éxodo 32:1-34:17; Nahum 1:1-8
9. Entonces, ¿no le hace Dios una injustica al hombre al requerirle en su ley aquello que él no puede realizar?
De ninguna manera; porque Dios hizo al hombre capaz de realizarlo; pero el hombre, a través de la instigación del diablo, por su propia desobediencia deliberada, se privó a sí mismo y a toda su posteridad de estos dones.
10. ¿Permitirá Dios que tal desobediencia y apostasía queden sin castigo?
De ninguna manera; sino que Él está terriblemente enojado con nuestro pecado original como también con nuestros pecados actuales; y los castigará con un justo juicio temporal y eternamente, como lo ha declarado: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”.
11. Entonces, ¿no es Dios también misericordioso?
Dios es en verdad misericordioso, pero Él también es justo; por lo tanto, su justicia requiere que el pecado que se comete en contra de la altísima majestad de Dios sea castigado con un castigo extremo, es decir, con un castigo eterno del cuerpo y del alma.
En la sección previa del Catecismo, aprendimos que no somos capaces de guardar los mandamientos de Dios, y que Dios nos requiere que seamos perfectos. Esto, por supuesto, nos hace decir a todos: “¡No es justo! No es justo que Dios demande perfección cuando nosotros carecemos de la habilidad de cumplir con esa demanda”. ¡Supongan, por ejemplo, que Dios castigue a un pez por no caminar, o a una vaca por no volar! ¿No es autoevidente que esto sería injusto? En verdad que no es justo o razonable castigar a una creatura por no hacer lo que nunca recibió la habilidad de hacer. Así pues, ¿por qué no podemos decir la misma cosa acerca del hombre, debido a que él no es capaz de guardar los mandamientos de Dios perfectamente? La respuesta es muy simple: cuando Dios creó al hombre, era capaz de guardar los mandamientos de Dios. Es completamente la culpa del hombre que ya no sea capaz de hacer lo que era capaz de hacer al principio.
Permítanme ilustrar esto con una analogía. Cierto padre era muy rico. Por lo tanto, decidió dar a cada uno de sus hijos una gran herencia que incluía una hermosa mansión y una enorme cuenta de banco que ganara suficiente interés para que sus hijos vivieran sin ninguna preocupación. ¿Sería incorrecto si ese padre esperara que cada hijo cuidara muy bien de la herencia que se le había dado? Supongan que un hijo usó todo su dinero para apostar en caballos y luego vendió su casa porque se fue a quiebra total. ¿Sería injusto si su padre le dijera luego: “¡No me pidas más dinero! Te di todo lo que pudieras necesitar, y es toda tu culpa que ahora no tengas nada”? Por supuesto que eso no sería injusto. Y tampoco es injusto cuando Dios mantiene sus requerimientos para nosotros. Por esa razón la Biblia dice lo que dice acerca de quebrantar incluso uno de los mandamientos de Dios. Estamos bajo el justo juicio de Dios si no hacemos todo lo que nos ha mandado (Dt 27:26). Entonces, lo que debemos recordar es que originalmente el hombre era capaz de hacer lo que Dios requería. Es solamente porque la raza humana despilfarró su herencia que Dios le había dado que esto ya no es verdad. Así que Dios es perfectamente justo al rehusarse a perdonarnos.
Para nosotros esto pareciera ser severo. Inmediatamente podríamos empezar a preguntar, “Pero ¿no es Dios también un Dios de misericordia?” La respuesta que se encuentra muchas veces en la Biblia es: “Sí, en efecto, Dios es misericordioso” (por ej. Ex 34:6-7; Sal 103:8-9). Pero hay una cosa que Dios nunca hará debido a su misericordia. Él nunca comprometerá su justicia. Nunca dirá, “Creo que dejaré pasar este gran pecado que el hombre ha cometido”. No, la justicia de Dios es tan grande (e incambiable) como su misericordia. No puede negarse a sí mismo (2 Tim 2:13). Su sentido de justicia debe ser satisfecho tanto como su sentido de misericordia. Y esto significa que el pago debe hacerse por los pecados que hemos cometido, y ese pago debe ser el castigo infinito demandado por la justicia perfecta. Después de todo, fue un Dios infinito contra el que el hombre pecó, e infinito significa “sin medida o límite”. Así que el castigo que es justo y razonable debe ser también “sin medida”. Y eso quiere decir, para aquellos que están perdidos, un castigo que es eterno. De esto aprenderemos más en una sección posterior de este estudio. Pero antes de llegar a eso, primero debemos considerar la provisión misericordiosa de Dios para la salvación de aquellos que se arrepienten de su pecado y llegan a creer en el Señor Jesús.
Preguntas sobre la lección
- ¿Por qué es “justo” que Dios demande del hombre lo que el hombre no es capaz de realizar?
- ¿Por qué la teoría de la evolución ha hecho más difícil para muchos aceptar la enseñanza de esta sección del Catecismo?
- Si Dios es misericordioso, ¿por qué la pena total por el pecado debe ser pagada de todas maneras?
Preguntas para estudio y discusión
- ¿Piensas que es justo que Dios nos considere como enemigos (justo desde la concepción, ver Sal 51:5; Rom 5:8-10) debido al pecado de Adán? ¿Puedes pensar en ejemplos similares de la vida, en que una persona es considerada como un enemigo debido a las acciones de otra persona?
- ¿Piensas que Dios debe dejar entrar a Hitler al cielo? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Debe dejar entrar al cielo a cualquier criminal? ¿No arruinaría al cielo la presencia de cualquier pecado?
- Si Dios dejara sin castigo a una persona o dejara sin juzgar un solo pecado, sería un juez injusto. ¿Qué pensarías de un juez de una corte superior que dejara sin castigar a alguien porque le cayó bien o porque estaba emparentado con él? ¿Haría Dios tal cosa?