El Pacto de Dios con Noé
Idea Central: Dios establece con Noé su pacto para bendecirlo y preservar la vida en la tierra.
Introducción
Amados hermanos, el diluvio ha pasado, Noé, su familia y todos los animales ya han salido del arca y comienzan su nueva vida en un mundo nuevo. Ante ellos se para un mundo completamente vacío y tienen la gran responsabilidad de echar a andar esta máquina cósmica (del mundo). ¿Creen ustedes que Noé y su familia tenían el poder para empezar de nuevo en un mundo destruido por el diluvio sin tener otras personas y otros recursos a la mano para salir adelante? Desde una perspectiva humana, todo era tan intimidante y desolador. Por dondequiera que fueran mirarían señales de muerte, lo cual no los animaría, sino que los desanimaría. ¿No sucede igual con nosotros a veces? Los problemas se paran frente a nosotros como gigantes poderosos y nosotros son sentimos como enanos débiles e indefensos. Pero las buenas noticias son muchas en este capítulo. Ya vimos que Noé adoró a Dios con su familia y Dios aceptó su adoración, y le ha prometido en Génesis 8:21-22 que la vida continuará en la tierra. Pues ahora el Señor tiene más cosas buenas para Noé. Nuestra idea central del pasaje es la siguiente:
Dios establece su pacto con Noé para bendecirlo y preservar la vida en la tierra. Para ello expliquemos tres puntos:
- La bendición de Dios confirmada (9:1-7)
- La señal del pacto (9:12-17)
La bendición de Dios confirmada (9:1-7)
Nuestro pasaje está muy conectado con Génesis 8:21-22 donde Jehová Dios acepta el sacrificio de Noé y se compromete tanto a no volver a destruir la tierra por causa del hombre como a preservar la vida en la tierra. Pero tomemos nota de que Génesis 8:21 dice que “Jehová dijo en su corazón”. Al parecer estas palabras significan que Dios no las comunicó audiblemente a Noé, sino que se las dijo a sí mismo. Eso está bien porque aprendemos de ellas que Dios se había comprometido, pero no ayudaban mucho a Noé porque no se las dijo a él para que las oyera. Pero precisamente eso es lo que sucede en Génesis 9: Dios habló con Noé audiblemente. El hablar audible de Dios es enfatizado varias veces en este capítulo. Comparen 9:1,8,12,17. Sí hermanos, Dios habló a Noé y él pudo oír de la boca divina de Dios sus mismas palabras, palabras de bendición, de pacto, de fidelidad, de protección, y eso era lo que la familia de Noé necesitaba para poder empezar a trabajar en este mundo destruido por el diluvio.
A veces nosotros también nos sentimos como Noé hermanos. El diluvio de problemas nos intimida y quedamos paralizados, pero Dios nos habla también en su Palabra. Nos habla al leerla, al orar, al cantar, y especialmente al congregarnos para adorarle y escuchar la predicación de su Palabra. Dios siempre ha hablado a su pueblo a través de las edades, pero Hebreos 1:2 dice que “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”. Sí hermanos, por medio de su Hijo Jesucristo nos ha hablado de la manera más perfecta y mediante Él nos ha librado del juicio eterno y nos recuerda que nunca nos abandonará.
Pero ¿qué dijo Dios a Noé? Génesis 9:1 lo dice: “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra”. Noten que Génesis 9 dice que Dios “bendijo” a Noé y a su familia. Ellos necesitaban, antes que todo, la bendición de Dios. Sin la bendición de Dios no tenemos ninguna garantía de salir adelante. El tema de la bendición de Dios también es enfatizado en nuestro pasaje. Lo leemos en Génesis 9:1,7, pero también lo leemos en Génesis 8:17. Es más, esta bendición de Dios es repetición prácticamente de la bendición de Dios que le dio a Adán y Eva al principio del mundo en Génesis 1:28. Siempre ha sido así, hermanos. El pueblo de Dios y, como veremos, el mundo entero, no puede vivir sin la bendición de Dios. Nosotros tampoco podemos vivir sin la bendición de Dios. Dios siempre nos ha bendecido de muchas maneras.
Pero debemos dejar claro que la bendición de Dios no la ganó Noé ni sus hijos. La bendición de Dios es un regalo inmerecido, un regalo dado a la humanidad y al mundo por pura gracia y bondad. Veremos después cómo Noé cayó en pecado y su hijo Cam también, y además Dios dejó muy claro en Génesis 8:21 que “el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”. Así que la bendición de Dios a Noé, y a nosotros también, es resultado de su gran bondad y misericordia.
Pero en Génesis 9:2-4 vemos otros dos puntos importantes que Dios comunica a Noé para que puedan vivir en el nuevo mundo. No solo los bendice, sino que les asegura que los va a proteger. Les dijo: “El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra”. Recuerden que Noé metió al arca varias parejas de animales que en número sobrepasaban el número de la familia de Noé, quienes eran solamente ocho. Los animales se iban a reproducir más rápidamente que los hombres y podían llegar a ser una seria amenaza para la sobrevivencia del ser humano. Por eso Dios puso temor y miedo sobre los animales para que no atacaran al ser humano. Así Noé y su familia podían trabajar tranquilos sin esperar ser atacados en cualquier momento por alguna bestia salvaje. Vemos cómo Jehová Dios tenía todo perfectamente planeado para el bienestar y seguridad del hombre.
El otro punto importante en Génesis 9:2-4 es que no solo Dios puso temor y miedo en los animales para alejarse del hombre, sino que los entregó en las manos del hombre, es decir, les dio poder y dominio sobre ellos. Dice 9:2 al final: “en vuestra mano son entregados”. Estas palabras nos recuerdan también Génesis 1:26 cuando Dios dio a Adán y Eva un dominio original sobre toda la creación, pero especialmente sobre los animales de la tierra. Vemos que Noé funciona como Adán en el sentido de que en el nuevo comienzo del mundo representa a su familia y también le es dado dominio sobre la creación. Antes el hombre solo comía verduras, hierbas, verduras del campo. Su dieta era estrictamente vegetariana, pero ahora Dios mismo le autoriza comer carne de “todo lo que se mueve y vive”. E igualmente puede seguir consumiendo legumbres y plantas verdes. Una dieta balanceada diríamos. No solo vegetales, no solo carne, sino ambas cosas. Estos son detalles tan importantes que nos revelan cómo el cuidado de Dios sobre Noé y su familia se extendía hasta asuntos que nosotros pensaríamos que no son relevantes. Pero toda la vida es importante para Dios.
¿Ha cambiado Dios su trato y su cuidado hacia nosotros? No, Él es el mismo Dios que en Cristo nos guarda y protege, y que nos da libertad de comer carne y verduras también. La carne y las verduras ambas son buenas para el hombre. La carne no es mejor que las verduras, o las verduras no son mejores que la carne. Ambas son buenas. No debemos imponer una dieta a los demás como si fuese más santo comer una cosa que otra. Las sectas se caracterizan por hacer eso, pero Dios no aprueba eso. En el tiempo del apóstol Pablo existían grupos de personas que habían abandonado la fe y eran engañadores que seguían doctrinas de demonios y prohibían que los hermanos comieran alimentos que eran buenos porque Dios los creó. Cp. 1 Timoteo 4:1-5.
La única restricción en la comida que Dios impuso al hombre lo dice Génesis 9:4: “Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis”. La sangre representa la vida del hombre y de los animales, y Dios la prohíbe al hombre para evitar cualquier infección o enfermedad que el hombre pudiera adquirir por comer la sangre de los animales. Pero especialmente Dios prohíbe la sangre porque Dios la había reservado como una señal o símbolo de la sangre de Jesucristo que se iba a derramar. La sangre en los sacrificios se derramaba sobre el altar o sobre la persona anunciando así que la sangre de los animales sacrificiales apuntaba a la sangre derramada del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ya desde entonces vemos que el Señor Jesucristo estaba siendo anunciado por medio de esta prohibición.
Otro punto muy importante que vemos en Génesis 9:5-6 es que Dios es el Dios de la vida, que Dios está a favor de la vida y no de la muerte. El Señor promete que demandará la sangre de hombre que sea derramada, es decir, tomará venganza del asesino. El asesino podía ser otro ser humano o incluso un animal. Dios vengaría el asesinato, el homicidio intencional, quitando la vida al asesino. Génesis 9:6 dice: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada”. En este nuevo comienzo de la humanidad Dios manda que el asesinato sea castigado con la muerte, y de esa manera protege la vida. Dios es un Dios a favor de la vida, no de la muerte. Por eso cualquier asesino debe morir. Qué gran bendición era para Noé escuchar estas palabras de la boca de Dios. Le aseguraba a él y su familia que Dios cuidaría de ellos y castigaría a los malvados. ¿Cuál es la razón de que Dios castigue al hombre que matare a su prójimo? Génesis 9:6 dice al final la razón: “Porque a imagen de Dios es hecho el hombre”. El ser humano, a diferencia de los demás seres creados, es el único que es la imagen de Dios, es decir, que refleja a Dios de una manera especial que los demás seres creados no hacen. Por eso se debe respetar la vida del hombre, y no debemos matar a nuestro prójimo.
Así pues, en estos primeros siete versículos vemos cómo Dios bendice a Noé y su familia, les promete protegerlos de los animales y de otros seres humanos, y les suministra alimento para su sobrevivencia. Dios se asegura que el hombre tenga todo lo que necesita para empezar su nueva vida en el nuevo mundo después del diluvio. Amados hermanos, Dios también nos ha dado la mejor de todas las bendiciones: a su Hijo Jesucristo, pero junto con la salvación del pecado, también nos ha dado bendiciones materiales. Debemos usar todo nuestro talento para servir a Dios en el mundo. Podemos servirle en la iglesia, pero también en el trabajo, en la escuela, en todos los aspectos de nuestras vidas.
Dios establece su pacto Noé y sus hijos (9:8-11)
Ahora, al llegar a Génesis 9:8-11 leemos que Dios vuelve a hablar a Noé y a sus hijos. Una vez más, noten que la bendición del pacto de Dios alcanzó a Noé y a toda su familia. Y en este pasaje leemos explícitamente que Dios establece un pacto con Noé, Dios hace un pacto con Noé. Lo primero que llama la atención es la forma en que Dios habla con Noé. Le dice en 9:9: “He aquí yo establezco mi pacto con ustedes y sus descendientes”. Es Dios quien toma la iniciativa de establecer su pacto al decir: “Yo establezco mi pacto”. Nadie lo obligó, sino que Él por gracia decide establecer un pacto con el hombre. El Dios soberano establece soberanamente su pacto. Una vez más, este pacto no es con Noé como individuo solamente, sino con toda su familia. Su familia también está incluida dentro del pacto, ellos también disfrutarían de la bendición del pacto, de la protección del pacto. Pero Dios además muestra la extensión del pacto, ya que dice que los descendientes después de ellos también quedarían dentro de la esfera del pacto. Noé, por estas palabras, sabía que sus nietos, biznietos y tataranietos quedarían dentro del pacto. Dios es el Dios de pactos y su pacto incluye a las familias, y no solo a individuos aislados unos de otros.
Pero este pacto noético va más allá en su alcance, ya que Génesis 9:10-11 nos dice que incluye también a las aves, animales, toda bestia, y promete que Dios ya no volverá a exterminar la tierra con otro diluvio. El pacto con Noé es uno que incluye a toda la humanidad y a toda la tierra, es un pacto universal, es un pacto cósmico, es decir, todo el planeta tierra, toda la creación está incluida. El pacto noético tiene un alcance cósmico, universal. ¡Qué bueno es Dios con toda su creación! Con cristianos y paganos, con justos e injustos. Es solo por su gracia, su misericordia, su amor que promete no destruir a la humanidad pecadora y además le asegura todos los demás beneficios que ya mencionamos. Nadie se los merece, sino que el Dios soberano los confiere a toda su creación.
Este pacto noético nos recuerda que vivimos en el mundo de Dios, en la creación de Dios, y como creyentes tenemos la responsabilidad de cuidar de su creación. Nuestro servicio no se puede limitar solo a venir a la iglesia, sino que toda nuestra vida debe ser de servicio a Dios. Es mucha ingratitud que disfrutemos las bendiciones de Dios en este mundo, pero las usemos en contra de Él. Todo lo que tienes: casa, carro, comida, bebida, todo viene de la mano bondadosa de Dios. Y en Cristo nuestro Señor somos rescatados del poder del diablo para dedicar toda nuestra vida a Dios, la vida de cada día de la semana. Todo lo que hagamos debe ser para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).
La señal del pacto (9:12-17)
Finalmente, meditemos en la señal del pacto. En el pacto de la creación que Dios establece con Noé hubiera bastado su palabra, pero Dios conoce nuestra debilidad y condesciende hacia Noé y le dio una señal de su pacto. Nosotros somos débiles y olvidadizos, pero Dios sale a nuestro encuentro y nos da señales de su pacto para no olvidarlo. Apelamos a esas señales que Él en su gracia y bondad nos da. No apelamos al sentimiento, sino a las señales del pacto. En este pacto, Dios le dice a Noé en 9:12: “Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos”. Una vez más vemos la soberanía de Dios en sus pactos, ya que dice “Esta la señal del pacto que yo establezco”. Noé no pidió una señal, sino que Dios le dio misericordiosamente la señal. Y si Dios nos da amorosamente la señal de su pacto, no debemos despreciar la señal de su pacto. Además de lo que ya dijimos sobre este pacto, aprendemos un nuevo elemento del pacto. Será un pacto eterno, lo cual lo aprendemos cuando dice: “por siglos perpetuos”. Este pacto de Dios con Noé es un pacto eterno, es decir, Dios cumplirá su promesa de bendecir, proteger y preservar la vida del hombre y de la creación hasta que Él cumpla todo su propósito. Ni una palabra del pacto fracasará.
¿Cuál es la señal del pacto? Génesis 9:13 lo dice: “Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra”. La palabra arco significa el arco iris. Antes de llover o después de llover Dios nos recuerda su pacto por medio de su señal cuando vemos el hermoso arco iris adornando el cielo. Qué hermosa señal. Dios tomó un elemento de su creación que ya existía, pero ahora le da un nuevo significado, un significado pactual. El arco iris para el mundo, pero especialmente para el pueblo de Dios, es la señal del pacto de Dios que le recuerda que Dios sigue cuidando y bendiciendo al mundo, incluso a pesar de que el mundo viva como si Dios no existiera. La palabra arco en nuestro pasaje es la misma palabra que se usa para arco iris y para un arco de guerra. Algunos comentaristas de la Biblia sugieren por esta razón que después de enjuiciar al mundo, después de castigar a la humanidad por su pecado, Dios colgó su arco en el cielo como una señal de paz. Si esto es cierto o no, no lo sabemos, pero por la forma en que aparece el arco iris tal parece que ilustra muy bien esa idea, ya que es un arco que parece colgar del cielo.
Génesis 9:15-16 dice que Dios al ver su arco se acordará de su pacto eterno entre Él y todo ser viviente. ¿Es que Dios necesita una señal para recordar su pacto? No, pero lo hace para que nosotros entendamos que Dios cumplirá siempre su Palabra. Si Dios mismo hace uso de la señal de su pacto, ¿despreciaremos nosotros la señal de su pacto? No, hermanos, cada vez que veamos el arco iris recordemos que Dios nos recuerda. No es solo un fenómeno natural, sino que es la señal del pacto de Dios.
El verbo recordar es el mismo que leemos en Génesis 8:1 donde dice que “Dios se acordó de Noé”, es decir, Dios recuerda con base en su pacto. Así como lo ha prometido lo hará y nunca fracasará ni una cláusula de su santo pacto. ¿Tenemos nosotros actualmente señales del pacto de Dios con su pueblo? Sí, para empezar tenemos el arco iris, como ya explicamos. Segundo, en los sacramentos de la iglesia Dios nos ha dado sus santa señales también. Tenemos dos señales: el santo bautismo y la santa cena. Cada vez que presenciamos un bautismo, ya sea de adultos o de niños, recordamos que Dios envió a su Hijo Jesucristo que derramó su sangre por nosotros y nos ha perdonado y salvado eternamente. Especialmente nos recuerda que Dios trata con familias, con los padres y con los hijos. En la santa cena recordamos también que Cristo y su sacrificio perfecto en la cruz son la base de nuestra salvación, y recordamos que Él regresará por segunda por su iglesia.
¡Qué bueno es Dios con nosotros hermanos! Un Dios de pactos que siempre cumple su Palabra, que todo lo que promete lo cumple, y ahora nosotros en Cristo tenemos la mejor garantía de que lo hará. Por eso el apóstol Pablo dice en 2 Corintios 1:20: “porque todas las promesas de Dios son en él [Cristo] Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para gloria de Dios”. Amén.
[Esta predicación se dio el 7 de noviembre del 2021 en la Iglesia Reformada Valle de Gracia. Todo el servicio se puede ver aquí.]