Instrumentos musicales en el culto público
Autor: Cornelis Van Dam
Traducción: Valentín Alpuche
¿Qué importancia tienen los instrumentos musicales para nuestro culto público? ¿Son mandados por la Escritura? Si no es así, ¿están prohibidos o tenemos la libertad de elegir cualquier instrumento que deseemos tener en nuestro servicio de adoración? Este tipo de preguntas se plantearon en la Conferencia de Música Reformada en la adoración en Burlington el 25 de octubre de 2014. La conferencia fue positivamente estimulante y me hizo pensar.
Ahora, en un nivel, parece obvio que las Escrituras exigen que tengamos instrumentos musicales en la iglesia. ¿No cantamos, por ejemplo, en el Salmo 150 que debemos alabar a Dios con el sonido de la trompeta, el arpa, la lira, la pandereta, la flauta y con címbalos resonantes? Pero, en la historia de la iglesia algunos se han preguntado, ¿es así de simple? ¿Tales y otros pasajes similares en el Antiguo Testamento realmente ordenan a la iglesia de hoy que incluya estos instrumentos en la adoración pública? El Nuevo Testamento prácticamente guarda silencio sobre el uso de instrumentos en la adoración y sobre esa base hay iglesias, como la Iglesia Libre de Escocia, que hasta hace poco no permitía instrumentos en su servicio religioso en el Día del Señor. Esta exclusión de instrumentos se hace de acuerdo con el principio regulativo de la adoración que, en palabras de Juan Calvino, significa que “Dios desaprueba todos los modos de adoración no sancionados expresamente por su Palabra”. [1] Y así Calvino se negó a permitir instrumentos musicales en la adoración, ya que no había un mandato directo de Dios de que estos debían ser incluidos en la iglesia del Nuevo Testamento. El uso de estos instrumentos pertenecía al Antiguo Testamento, una “dispensación de sombras y figuras”. [2] “Los instrumentos musicales estaban entre las ceremonias legales que Cristo abolió en su venida; y por lo tanto nosotros, bajo el Evangelio, debemos mantener una mayor sencillez”. [3]
Es interesante y beneficioso escuchar los argumentos de Calvino y sus herederos espirituales sobre este punto antes de considerar nuestro propio uso de instrumentos musicales en nuestros servicios de adoración.
Sin instrumentos musicales
Para entender la oposición de Calvino a los instrumentos musicales, es útil estar al tanto de su interpretación de Juan 4:23-24. [4] En este pasaje, el Señor Jesús le dice a la mujer samaritana que “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. En su comentario sobre este pasaje, Calvino básicamente lo explica en el sentido de que, a la luz del cumplimiento de la adoración prescrita por la ley, nuestra adoración debe estar libre de ceremonias externas y accesorios, ser espiritual y, por lo tanto, sencilla, centrándose en la realidad interna de la adoración. Para Calvino eso incluye la exclusión de los instrumentos musicales de la adoración congregacional. Esto es evidente en sus comentarios sobre los Salmos.
Cuando el Salmo 33:2 dice: “Aclamad a Jehová con arpa; cantadle con salterio y decacordio”, comenta Calvino que tal uso de instrumentos era parte de “la instrucción pueril de la ley”. Sobre el uso católico romano de los instrumentos, luego escribe: “Cuando frecuentan sus asambleas sagradas, los instrumentos musicales para celebrar las alabanzas de Dios no serían más adecuados que la quema de incienso, el encendido de lámparas y la restauración de las otras sombras de la ley”. Un poco más tarde comenta, con referencia a 1Corintios 14:16 que “la voz del hombre, aunque no entendida por la generalidad, seguramente sobrepasa a todos los instrumentos inanimados de la música”. En otra parte, en sus comentarios sobre el Salmo 92:4, Calvino reconoce que la música era “útil como una ayuda elemental para el pueblo de Dios en la antigüedad”, pero “ahora que Cristo ha aparecido, y la Iglesia ha alcanzado la edad plena, solo sería enterrar la luz del Evangelio, si introdujéramos las sombras de una generación difunta”.
El resultado de la opinión de Calvino fue que las iglesias reformadas en los Países Bajos prohibieron tocar el órgano en el servicio de adoración. Su uso en la iglesia se consideraba una levadura católica romana que debía eliminarse, ya que el órgano funcionaba en su elaborada liturgia en la que el canto congregacional estaba prácticamente ausente. [5] También en Escocia cesó el uso del órgano en el servicio de adoración.
Es interesante observar algunas de las razones para la prohibición del órgano, más allá del simple uso del principio regulativo de la adoración. [6] De todas las referencias a los instrumentos musicales en el Antiguo Testamento, las únicas que realmente importan en esta discusión son aquellas que mencionan específicamente el acompañamiento musical en la adoración oficial. Tal uso de la música fue establecido por David cuando organizó la elaborada adoración en el templo. Lo que es digno de mención es que los músicos levíticos estaban cerca del altar (2Crón 5:12). De hecho, el sacrificio en el altar fue la razón de la música. Esto es especialmente claro cuando Ezequías restauró la adoración en el templo. Leemos en el relato que “Y los levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas. Entonces mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y cuando comenzó el holocausto, comenzó también el cántico de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de David rey de Israel.Y toda la multitud adoraba, y los cantores cantaban, y los trompeteros sonaban las trompetas; todo esto duró hasta consumirse el holocausto” (2Crón 29:26-28; cf. 23:18). De hecho, se ha dicho que toda la música del templo “no era más que un accesorio de su ritual de sacrificio. Sin sacrificio, la música pierde su razón de ser”. [7] Toda esta creación musical se describe apropiadamente como un “ministerio de profecía” (1Crón 25:1). Después de todo, los sacrificios del Antiguo Testamento apuntaban a la venida del cumplimiento del ministerio sacrificial con la venida de Cristo. Hoy, con el servicio sacrificial cumplido, ¿podemos seguir insistiendo en la música que acompañó a esta sombra del Antiguo Testamento (Heb 8:5)? Aquellos que se oponen a la música instrumental en la adoración responden que no podemos. La creación musical ha perdido su razón de ser. Volveremos a este pasaje.
Llegando al Nuevo Testamento, el silencio con respecto a los instrumentos en la adoración es notable. Solo en el libro de Apocalipsis encontramos referencias a instrumentos musicales. Pero los opositores de la música instrumental señalan que es difícil sacar conclusiones de su uso en este libro, ya que gran parte del lenguaje es simbólico, modelado según los tipos del Antiguo Testamento. La escena celestial en Apocalipsis 5 está llena de simbolismo. Los veinticuatro ancianos vestidos de blanco son probablemente un símbolo de los santos del Antiguo Testamento. El simbolismo del Antiguo Testamento continúa con el incienso siendo las oraciones de los santos (Apocalipsis 5:8). Los veinticuatro ancianos que sostienen arpas recuerdan a una de las veinticuatro órdenes de levitas, comisionados para cantar y profetizar con el acompañamiento de las arpas y platillos (1Crón 24: 7-18; 25). Nada de esto equivale a una directiva y mucho menos a una orden para que la iglesia tenga instrumentos musicales. El mismo es el caso con Apocalipsis 15:1-4 donde una profecía de la venida victoriosa del reino de Dios se describe en términos del simbolismo del Antiguo Testamento, incluyendo el mar de cristal, el lavamanos del templo de Salomón, el éxodo de Egipto y también las arpas. [8] Las trompetas también se mencionan en Apocalipsis; sin embargo, no en el contexto de la adoración sino de anuncios y advertencias importantes (Apocalipsis 8; cf. Éxodo 19: 16-19).
Aquellos que considerarían que el Nuevo Testamento nos dirige a usar instrumentos musicales en la iglesia a veces reclaman apoyo para su punto de vista al decir que Efesios 5:19 muestra que el acompañamiento musical tuvo lugar en tiempos apostólicos. Este pasaje dice literalmente: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. La raíz griega de esta última palabra (alabando) históricamente, en vista de su origen, significa literalmente puntear o tocar las cuerdas de un instrumento. En la traducción griega antigua del Antiguo Testamento significa cantar con o sin acompañamiento musical. Sin embargo, los expertos coinciden en que en el Nuevo Testamento el significado de este verbo se entiende mejor sin tal acompañamiento. Por esta razón no es sorprendente que, según yo sepa, no haya una traducción bíblica oficial de este pasaje que indique acompañamiento musical. La iglesia primitiva cantaba (1Corintios 14:26; Col 3:16), pero no hay evidencia de que tuvieran acompañamiento con instrumentos musicales. De hecho, la iglesia postapostólica cantó a capela y también entendió Efesios 5:19 como tal. [9]
La ausencia de cualquier directiva para el uso de la música instrumental en la adoración significa que el Nuevo Testamento enfatiza la voz humana. El pueblo de Dios es su nuevo templo tanto individual como colectivamente (1Corintios 3:16; 6:19) y la música que llena el aire es en primer lugar la del instrumento musical más hermoso posible: la voz humana. La vida de agradecimiento está llena de música y canto, moldeados por el Espíritu (Col 3:16). No es sorprendente que, en vista de lo anterior, la iglesia primitiva no usara instrumentos musicales en su adoración e incluso hoy en día la Iglesia Ortodoxa Oriental o Griega oficialmente continúa sin instrumentos musicales en la adoración.
En vista de toda esta evidencia, surge la pregunta: ¿Nos equivocamos al tener un órgano u otros instrumentos en la iglesia?
Instrumentos musicales en la Iglesia
Con la oposición de Calvino a los instrumentos musicales en la iglesia y, sobre todo, sin un precedente bíblico claro en la iglesia apostólica, ¿cómo terminamos con instrumentos musicales en nuestros servicios de adoración? En nuestra propia herencia holandesa, parece que las consideraciones prácticas desempeñaron un papel importante para permitir que el órgano funcionara en el servicio de la iglesia. Se hizo cada vez más difícil mantener el canto congregacional masivo bajo control sin la ayuda del órgano. Como resultado, algunas iglesias como las de Arnhem y Delft introdujeron el órgano en 1632 y 1634 respectivamente. [10] El resultado fue un gravamen al Sínodo Provincial de Delft de 1638 solicitando al sínodo que juzgara si la interpretación del órgano durante el servicio de adoración en las iglesias reformadas durante el canto de los salmos era edificante. El sínodo juzgó que este es un asunto intermedio/indiferente y, por lo tanto, queda en la libertad de cada iglesia si debe hacerlo para la “edificación”. Note que este sínodo no hizo de esto una cuestión de principio sino de edificación. [11] Si a juicio de una iglesia en particular, el tocar el órgano resultaría en un mejor canto congregacional, entonces tal uso del órgano debería ser permitido. Cada iglesia debe juzgar por sí misma. El resultado fue que gradualmente el uso del órgano se extendió. En el siglo XVIII, el uso del órgano en los servicios de la iglesia era generalmente aceptado y en 1910 incluso la Iglesia Reformada en Urk tenía un órgano instalado a pesar de las protestas. [12]
Aunque hubo fuertes protestas a medida que se hacía la transición al uso del órgano, a veces por eruditos muy prominentes como Gisbertus Voetius, se hizo el cambio. Obviamente, el razonamiento de Calvino no convenció a largo plazo. ¿Por qué? Probablemente porque no hay un mandato claro en las Escrituras de una manera u otra con respecto al acompañamiento musical en el servicio de la iglesia. Por lo tanto, es mejor dejar el asunto en manos de la sabiduría de la iglesia en cuestión. El principio regulativo de la adoración va demasiado lejos al insistir en que la Escritura es clara al no permitir el acompañamiento musical en la adoración. Confesamos con respecto al segundo mandamiento que no debemos adorar a Dios “de ninguna otra manera que la que Él ha ordenado en su Palabra” (CH, P/R 96). No existe un mandato específico con respecto al uso o no uso de instrumentos musicales. Por lo tanto, necesitamos entender los principios bíblicos de adoración que son válidos para todos los tiempos y lugares y aplicarlos a nuestra situación. Estos principios también se encuentran en el Antiguo Testamento.
El Antiguo Testamento nos enseña que cantar alabanzas a Dios es agradable para él. El Libro de los Salmos es un testimonio elocuente de eso. Además, se puede demostrar que los Salmos tenían acompañamiento musical (por ejemplo, Sal 4, 5). Funcionaban en la adoración y en la liturgia del templo, como deja claro la asociación de levitas como Asaf y los hijos de Coré a los Salmos (Sal 42-49, 73-83). Un ejemplo mencionado anteriormente en este artículo muestra que el canto y el acompañamiento musical tuvieron lugar con el sacrificio de toda la ofrenda quemada (2Crón 29:27-30). Esta liturgia fue de acuerdo con las directivas de Dios (2Crón 29:25). Ahora bien, todos los sacrificios que tuvieron lugar se cumplieron en Cristo (Heb 9-10). Pero no hay evidencia bíblica que sugiera que el acompañamiento musical se cumplió en Cristo y, por lo tanto, no tiene lugar en un servicio religioso. Al contrario. Si Israel estaba agradecido y entusiasmado con el perdón de los pecados como se muestra en la ofrenda por el pecado que había tenido lugar antes del sacrificio de toda la ofrenda quemada (2Crón 29:21-24), ¿no deberíamos estar aún más llenos de gratitud ya que el sacrificio ha sido ofrecido por todos nuestros pecados? De hecho, ¡ahora debemos ofrecernos “como sacrificios vivos, santos y agradables a Dios” (Ro 12:1)! Al igual que en el Antiguo Testamento, el canto está en orden y si el acompañamiento musical puede mejorar la alabanza, ¿qué justificación bíblica hay para prohibir esto? Es digno de mención que el canto de los redimidos ante el trono de Dios se acompaña con arpas (Apocalipsis 14:2).
Ahora, es comprensible que Calvino, dados los tiempos en que vivió, reaccionara a los rituales y la pompa católica romana construyendo una liturgia bíblica desde cero por así decirlo y no permitiendo el acompañamiento musical debido a su abuso en la iglesia medieval. Pero ¿podría insistir en ello como un principio bíblico para la iglesia en todo momento y lugar? La evidencia es escasa. Y así, una iglesia es libre de tener un órgano o cualquier acompañamiento musical apropiado disponible si así lo desean para mejorar el canto.
Pero podemos aprender de Calvino y el siguiente punto es lo que aprecio de su postura y la de sus descendientes espirituales. El canto es lo que cuenta. El instrumento musical que se destaca en el Nuevo Testamento es la voz humana. ¡Nunca debemos olvidar que es el único instrumento musical creado por Dios mismo y hacemos bien en honrarlo usando ese instrumento! El acompañamiento de herramientas hechas por el hombre puede ser muy útil, pero debe servir a las alabanzas cantadas de la congregación porque son lo que realmente importa. Piensen en pasajes como: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Heb 13:15) y “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col 3,16). El énfasis en el Salterio también está en la voz y el canto. El verbo para cantar lo impregna. “Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos” (Sal 95:1-2).
Hay una tendencia en nuestros días hacia lo que el Dr. de Visser ha llamado la “musicalización de la adoración”. [13] Esto ocurre cuando las ejecuciones de instrumentos musicales tienden a dominar la adoración, al menos para algunos, para hacer que la adoración sea más atractiva. Esta tendencia evangélica actual tenemos que evitarla. Toda la música producida en la iglesia debe estar subordinada a nuestra adoración y no ser un fin en sí misma. Con respecto a nuestro canto, por lo tanto, debe apoyar y mejorar nuestras alabanzas y no interferir con ellas. Afortunadamente, este también fue un enfoque dominante y énfasis en la conferencia. Fue bueno haber estado allí.
Mientras tanto, cantemos mucho y alabemos a Dios. No sólo en nuestra adoración en la iglesia, sino también en nuestros hogares. Cantar salmos e himnos proporciona grandes bendiciones y es agradable al Señor. ¡También es una gran preparación para estar en la presencia misma de Dios en gloria, donde los redimidos cantan una nueva canción ante el trono (Apocalipsis 14:2)!
[1] John Calvin, Tracts and Treatises (Torrance edition, 1958) 1:128; véase también La Confesión de Fe de Westminster, capítulo 21.1. Para un tratamiento reciente, G.I. Williamson, “El Principio Regulativo de la Adoración” en Actas de la Conferencia Internacional de Iglesias. 20-27 de junio de 2001, Filadelfia, U.S.A., 213-234.
[2] Juan Calvino en su Comentario sobre los Salmos, 3:98 (sobre Sal 71); véase también 1:539 (sobre Salmos 33:2).
[3] Juan Calvino, Comentarios sobre los cuatro últimos libros de Moisés, 1:263 (sobre Éxodo 15:20).
[4] Un punto hecho por W. David O. Taylor, “John Calvin and Musical Instruments” Calvin Theological Journal 48 (2013) 251.
[5] Véase H. Hasper, Calvin’s Principle for Singing in Worship (1976), pág. 720.
[6] Me he beneficiado de lo que sigue de G.I. Williamson, “Instrumental Music: Commanded or Not?” Blue Banner Fe y Vida 27 (1972) 60-67; también disponible en http://www.westminsterconfession.org. Una obra clásica es John L. Girardeau, Instrumental Music in the Public Worship of the Church (1888).
[7] E. Werner, “Music,” Interpreter’s Dictionary of the Bible (1962), 3:459.
[8] Véase G.K. Beale, The Book of Revelation (1999) 323-324, 357, 789.
[9] H.G. Little, R. Scott, H.S. Jones, A Greek English Lexicon (with supplements to 1998), 2018, F.W. Danker, A Greek-English Lexicon of the New Testament and other Early Christian Literature (2000) 1096; G.W.H. Lampe, Un léxico griego patrístico (1961) 1539; H.W. Hoehner, Efesios (2002) 711-712.
[10] Louis Peter Grijp, Aggie Langedijk; et al, Een muziekgeschiedenis der Nederlanden (2001), 366-367.
[11] W.P.C. Knuttel, ed., Acta der Particuliere Synoden van Zuid Holland 1621-1700 (6 vols.; 1908-1916) 2:175.
[12] Grijp, Langedijk et al, A History of Music, 367; Joost Langeveld, “A Mighty Instrument (2)”, Reformed Music Journal 9 (1997) 127.
[13] A. de Visser, “Church Music in Calvin’s Tradition” (Part 3 of 3) Clarion 58 (2009) 622.