Profetisas, antes y ahora
Autor: Cornelis Van Dam
Traductor: Valentín Alpuche
Débora, ¿un ejemplo para hoy?
Cuando se discute la cuestión de si las mujeres deben ser ordenadas en el oficio eclesiástico, uno de los argumentos a favor de su ordenación es el hecho de que la Escritura menciona a las profetisas. Si las mujeres podían funcionar como profetisas en los tiempos bíblicos, ¿por qué no pueden ser ordenadas en la iglesia hoy? El nombre de Débora a menudo aparece en este sentido. ¿No tenemos aquí un ejemplo de una mujer que fue usada por Dios en la capacidad oficial de juez, ejerciendo autoridad sobre los hombres, y una profetisa, hablando con autoridad la Palabra de Dios? ¿No podría ser esto un indicador de que estamos empobreciendo a la iglesia hoy al negar a las mujeres talentosas la admisión al cargo de anciano o ministro? De hecho, Débora se usa a menudo como un precedente estelar para la ordenación eclesiástica femenina. ¿Está justificado tal entendimiento? Echemos un vistazo más de cerca.
Contexto histórico
Una regla primaria para la correcta interpretación y aplicación de las Escrituras es colocar el pasaje en cuestión dentro de su contexto bíblico. Débora vivió en los días de los jueces. Este fue un tiempo caracterizado por la apostasía repetida de Israel, seguida por el juicio divino y el grito desesperado de la nación por la liberación. Dios respondía repetidamente con gracia levantando a un juez que, equipado con el Espíritu, rescataría a la gente de sus enemigos. Antes del tiempo de Débora, el Señor había levantado a Otoniel y Aod para salvar a su pueblo. Sin embargo, después de que Aod murió, Israel volvió a recaer en el pecado y así el Señor los vendió en manos de Jabín, un rey de Canaán, cuyo comandante con 900 carros era Sísara. Él oprimió cruelmente a Israel durante veinte años (Jc 4:2-3). La situación era crítica. El peligro estaba en todas partes. Los viajes normales y, por lo tanto, el comercio eran imposibles y los aldeanos se refugiaban en ciudades amuralladas (Jc 5:6-7). En estos tiempos críticos, Israel clamó al Señor pidiendo ayuda (Jc 4:3). Escuchó su clamor y usó a Débora para dar liberación.
Débora al servicio de Dios
Es interesante notar cómo Dios introduce a Débora en el libro de Jueces y cómo la involucró para la salvación de su pueblo.
“Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot;y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio”.
Jueces 4:4-5 RV/60
Con las dos crisis anteriores, se usa la expresión hebrea “Jehová levantó un libertador” (Jc 3:9, 15). También leemos con frecuencia acerca de los jueces que son empoderados por el Espíritu para su tarea militar (Jc 3:10; 6:345; 11:29; 14:19; 15:14). Sorprendentemente, estas expresiones no se usan con Débora. Más bien se la presenta como una profetisa y no como una líder militar.
Como profetisa, ella estaba juzgando a Israel y los israelitas acudían a ella para juicio. ¿Qué significa esto? Uno podría imaginar que ella funcionaba como jueza y estaba resolviendo los problemas legales que se le presentaban. Sin embargo, esta interpretación es poco probable. Un juez en el libro de Jueces es un líder militar que libera a Israel y cuando el juez “fulano de tal” juzgaba a Israel durante tantos años, entonces significaba que gobernó a Israel durante tantos años (por ejemplo, Jc 3:10; 10:2-3, etc.). Por lo tanto, la NIV (en inglés) traduce que ella “estaba guiando a Israel” (Jc 4:4). ¿Cómo guiaba a Israel? Era una profetisa. La gente acudía a ella “a juicio”. Literalmente dice: “para juicio” (Jc 4:5). En otras palabras, en este tiempo de crisis nacional cuando los israelitas “clamaron a Jehová pidiendo ayuda” (Jc 4:3), acudían a Débora como profetisa para el juicio que ella como profetisa podía dar, es decir, el juicio de Dios con respecto a su respuesta y contestación a su clamor de ayuda. No es sorprendente que la gente fuera a ella. Después de todo, como profetisa ella era la representante de Dios para el pueblo. Ella hablaba la Palabra de Dios.
Los tiempos eran extraordinarios. Después de todo, la forma normal de obtener el juicio de Dios en una emergencia nacional era que el líder del pueblo de Dios fuera al sumo sacerdote que tenía el Urim y Tumim “en el pectoral del juicio” (Ex 28:30). Dios a través de Moisés había dado instrucciones específicas a este respecto (Números 27:21). El hecho de que el sumo sacerdote no fuera consultado indica que en el tiempo decadente de los jueces el sacerdocio no funcionaba como Dios había querido. El estado degenerado de la vida religiosa de Israel que tipificaría los días de Elí (cf. 1Sam 2:12) ya era una realidad en los días de los jueces (Jc 8:22-35; Jc 17-18). En respuesta a este triste estado de cosas, Dios levantó misericordiosamente a una profetisa, Débora, y más tarde también enviaría a un profeta sin nombre (Jc 6:8). Por lo tanto, la gente todavía podía consultar a Dios yendo a Débora para buscar una decisión o juicio de Dios. Y lo hicieron. Estaban sufriendo gravemente bajo la cruel opresión de Sísara.
Cuando la gente vino a Débora por la decisión o el juicio de Dios con respecto a la crisis actual, Dios respondió a través de ella. El resultado fue que ella convocó a Barac y le dio el mandato de Dios de movilizar a diez mil hombres para derrotar al enemigo (Jc 4:5-7). Cuando protestó porque tenía miedo, Débora le aseguró que lo acompañaría. Su venida como portavoz del Señor dio una expresión tangible al hecho de que Dios mismo iría con Barac y le daría la victoria.
Débora nunca es representada como una líder militar de Israel, una jueza en el sentido de Otoniel o Gedeón. Es una profetisa. Por lo tanto, no es sorprendente que no haya ninguna referencia a ella con respecto a la batalla. Aunque ella dio liderazgo a través de su tarea profética, no es descrita en las Escrituras como el juez que liberó a Israel de Sísara. Más bien es Dios quien es especificado como el libertador de Israel (Jc 4:23) y usó a otra mujer, Jael, para matar a Sísara (Jc 4:21). El papel subordinado de Débora como profetisa y no como líder militar también es evidente por el hecho de que Dios no envió a Débora para encabezar las tropas en la batalla, sino a Barac. Además, cuando Samuel más tarde mencionaría a los libertadores de Israel (1Sam 12:11), no mencionó a Débora, pero sí nombró a Barac, el comandante. Del mismo modo, Débora no es mencionada con los héroes de la fe en Hebreos 11. Varios líderes se enumeran desde la época de los jueces, incluyendo a Barac (v. 32), pero no a Débora. Todo esto subraya su papel relativamente modesto con respecto a la liberación de Israel.
Respondiendo a la pregunta
Dios levantó a Débora para ser profetisa en Israel cuando esa nación se encontraba en una situación desesperada. La función de Débora como profetisa fue una excepción dentro de una situación excepcional. El hecho de que también fuera conocida como la esposa de Lapidot podría indicar el carácter ad hoc (para este propósito específico) de su oficio. La gente vino a ella en las circunstancias entonces actuales porque Dios habló a través de ella, pero no hay registro de que ella saliera y profetizara entre la gente. Sin restarle valor a su función de profetisa, no debe olvidarse que también se la identifica como una mujer casada, de hecho, como “una madre en Israel” (5:7). Su oficio profético no lo era todo. También cumplió con el lugar normal de una mujer en la vida israelita.
¿Puede Débora funcionar como un ejemplo a seguir para nosotros por hoy al ordenar a las mujeres en el oficio de ancianas o ministras? Teniendo en cuenta todos los factores mencionados anteriormente, la respuesta es claramente no. La situación en Israel era desesperada y, como excepción, Dios la levantó como profeta en Israel al dotarla del don de profecía. De esta manera, Dios le permitió transmitir el mandato de Dios de que Barac (y no Débora) convocara y ordenara una fuerza militar contra el enemigo (Jc 4: 6-7). Que Dios usara a una mujer para dejar esto en claro era una condena implícita de la falta de liderazgo masculino en Israel. Además, la necesidad de que Débora acompañe a Barac y fuera con él al campo de batalla (Jc 4:9-10) subraya cómo el liderazgo masculino carecía totalmente de liderazgo en Israel. Para una mujer tener que incitar a un hombre a hacerse cargo y así en efecto dar liderazgo era similar a un desastre (cf. Isaías 3:12). Demostraba que las cosas habían ido terriblemente mal. Por lo tanto, Débora no es un ejemplo para seguir y su situación ciertamente no proporciona ninguna justificación para abrir los oficios de liderazgo de la iglesia a las mujeres. Pero Dios es soberano y puede hacer en circunstancias extraordinarias lo que no se nos permite hacer. Por lo tanto, usó a Débora de una manera especial para su servicio.