En el día 7 Dios decretó una ordenanza de la creación relativa al descanso
Autor: Nathan Brummel
Traductor: Martín Bobadilla
En el cuarto mandamiento, nuestro Dios nos llama a apartar un día de nuestra vocación y trabajo normales, y reunirnos para el culto público. En el Antiguo Testamento, los santos dejaban sus azadones y arados, y se reunían para el culto público el séptimo día. En el Nuevo Testamento, esperamos nuestro descanso eterno cuando nos reunimos para el culto público el primer día de la semana. El domingo es ahora el Día del Señor. Mientras adoramos, el Sabbat es un anticipo de nuestra herencia final. El domingo es un anticipo del cielo. El Sabbat es un día para disfrutar de Dios y crecer en nuestro gozo en Él como nuestro Creador y Redentor.
La bendición se encuentra mediante la observancia del Sabbat. Dios dice de los que hacen su voluntad en su día santo:
entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado (Isaías 58:14).
Una Ordenanza de la Creación
El Sabbat es una ordenanza de la creación. Es un descanso semanal que sigue el modelo del descanso de la creación de Dios. El Sabbat estaba destinado a todos los hombres desde el principio y para todas las edades hasta la consumación de todas las cosas. Dios ha dado un mandamiento positivo, moral y perpetuo, que obliga a todos los hombres en todas las épocas. Ha designado un día de cada siete como Sabbat. Hecho a imagen de Dios, el hombre debe imitar a Dios en materia de descanso. Dios no necesitaba descansar, pero estructuró la semana de la creación en seis días de trabajo y un día de descanso como modelo para las criaturas hechas a su imagen. Dios creó el Sabbat para edificación e imitación del hombre.
Como una ordenanza de la creación, el Sabbat es una de esas instituciones como el matrimonio y el mandato cultural que se aplican a la humanidad antes y después de la caída. Que Dios cambie una ordenanza de la creación parece muy improbable. Las ordenanzas de la creación son dadas al hombre como hombre. Las ordenanzas de la creación expresan la relación básica entre el Creador y la criatura. Dios quiere que sus criaturas aparten un día de la semana para dedicarse a descansar en Él. También revelan algo sobre las relaciones entre las criaturas. Por ejemplo, la institución del matrimonio es una ordenanza de la creación. Esta ordenanza revela que Dios ha ordenado que un hombre se case con una mujer para toda la vida. Las ordenanzas de la creación reflejan algo sobre la estructura básica de la criatura y la creación. El Sabbat pone de manifiesto el ritmo subyacente de la creación; guardar el Sabbat es estar en sintonía con un ritmo fundamental de la vida.
Dios estableció la semana laboral de seis días y el descanso sabático como una ordenanza de la creación.
Moisés escribe:
Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. (Génesis 2:1-2).
La palabra «Sabbat» se deriva de la palabra «reposó». Al reposar de su obra creadora, Dios estableció el principio de la observancia del Sabbat. El Sabbat es una ordenanza de la creación. Dios planeó que sus criaturas descansaran de sus labores mucho antes de dar la Ley a su pueblo redimido en el Monte Sinaí. El Catecismo Mayor de Westminster enseña que el Sabbat fue una ordenanza de la creación, y como tal, continúa hasta el fin del mundo:
Pregunta 116. ¿Qué se exige en el cuarto mandamiento?
Respuesta. El cuarto mandamiento exige que todos los hombres santifiquen o guarden santamente para Dios los tiempos señalados por Él en su palabra, expresamente un día entero de cada siete; que fue el séptimo desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo, y el primer día de la semana desde entonces, y así continuará hasta el fin del mundo; que es el Sabbat cristiano, y en el Nuevo Testamento se llama «el día del Señor».
Dios descansó de su obra creadora para poder disfrutar del maravilloso mundo que había hecho. «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto» (Génesis 1:31). Dios continuó sosteniendo el cosmos, pero detuvo su obra única de crear nuevas criaturas. Jonathan Edwards se equivocó al aferrarse a su idea de la creación continua. Dios no continúa creando de nuevo. Dios creó el mundo y luego descansó. Es cierto que Dios sigue manteniendo el mundo que creó, pero no lo recrea constantemente.
El descanso sabático de Dios incluye su deleite en la bondad de su obra. Se deleita en la belleza de su mundo. Se deleita en Adán y Eva que fueron creados a su propia imagen. Disfruta no sólo de la belleza estética de las aves y los animales, sino también de la belleza moral de su hijo y su hija. Se deleita en el buen funcionamiento de la creación tal como Él la diseñó. Dios se deleita en el buen funcionamiento de su mundo y en su orden.
La Biblia emplea antropomorfismos sorprendentes para describir el reposo de Dios en el séptimo día. La Biblia se atreve a hablar de Dios recobrando el aliento o refrescándose: «Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó» [N. del T.: el hebreo usa la palabra נָפַשׁ que significa «refrescarse», pero la RV60 la traduce como «reposó»] (Éxodo 31:17).
La obra de Dios al crear el mundo y todas las criaturas en seis días históricos es el modelo de nuestra semana. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Con su descanso en el séptimo día, Dios estableció el modelo para los portadores de su imagen. Dios dice:
Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. (Éxodo 20:8-11).
La hipótesis del marco contextual sobre Génesis 1, que trata de entender los días de Génesis 1 en términos de un marco literario y no como días históricos, causa confusión. Los partidarios de la hipótesis del marco afirman que Dios creó el mundo en seis días «celestiales» y que a esto le sigue un Sabbat interminable. Pero si ahora estamos en el Sabbat interminable, ¿para qué trabajar?
Dios apartó el séptimo día como día de descanso. Bendijo el día para que fuera una bendición para sus criaturas. El día fue consagrado para que no fuera usado para el trabajo manual ordinario y fuera usado para la adoración del Creador.
Dios ordena el patrón para la vida semanal de sus criaturas. Debemos dedicar un día entero de cada semana para descansar de nuestras labores normales para celebrarle a Dios. Esto forma parte del tejido moral del universo de Dios. Este modelo también se ajusta a la naturaleza del hombre. Necesitamos descansar. Necesitamos un día reservado para la adoración. Necesitamos los medios de gracia.
El cuarto mandamiento relativo al descanso sabático forma parte de la ley moral de Dios. El cuarto mandamiento está incluido en los Diez Mandamientos que son la revelación de la voluntad moral de Dios. Dios dice:
Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo. (Deuteronomio 5:12-15).
El cuarto mandamiento está escrito en piedra y, por lo tanto, forma parte de la ley moral perdurable de Dios. Por eso es erróneo afirmar que el cuarto mandamiento no se aplica en el nuevo pacto. Es cierto que hay un elemento ceremonial en el cuarto mandamiento tal como se comunica en el antiguo pacto en el Monte Sinaí.
Pero el cuarto mandamiento es parte de la ley moral de Dios y no es meramente una ley ceremonial. Las leyes ceremoniales se cumplieron en Cristo. Las leyes dietéticas del Antiguo Testamento (que son parte de la ley ceremonial) solo tenían cabida en el Antiguo Testamento. Las leyes ceremoniales que rigen la existencia y función del sumo sacerdote solo eran adecuadas en el Antiguo Testamento cuando la realidad (Cristo) aún no había llegado.
Pero el cuarto mandamiento es una ley moral perpetua. El Decálogo contiene la voluntad moral de Dios para su pueblo de todas las épocas. Los Diez Mandamientos son una expresión unificada y completa de la voluntad moral de Dios y el Antiguo y el Nuevo Testamento enseñan que pueden resumirse en términos de amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Algunos de los Diez Mandamientos tienen un elemento ceremonial, ya que fueron dados al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Por lo tanto, la aplicación del mandamiento específico a veces está relacionada con el contexto del Antiguo Testamento. Este es el caso del cuarto mandamiento, que habla de cómo deben descansar los siervos en el día de reposo. En la nueva alianza, la iglesia dirigida por el Espíritu Santo no apoya la institución de la esclavitud. La referencia a los esclavos es un reflejo del contexto del Antiguo Testamento. El quinto mandamiento promete larga vida a los hijos que honran a su padre y a su madre. En el Antiguo Testamento la larga vida era una imagen y un típico ejemplo de la bendición de Dios. En el Nuevo Testamento no podemos esperar larga vida mediante la piedad. La referencia a la larga vida era parte del contexto del antiguo pacto donde la larga vida en la tierra de Canaán era un tipo de cómo los creyentes heredan la vida eterna en la Canaán celestial. Un aspecto ceremonial del cuarto mandamiento es el día en que se celebra el Sabbat. En el Antiguo Testamento, el sábado, séptimo día, era el día de descanso. En el Nuevo Testamento, el domingo, primer día de la semana, es el día de descanso sabático.
En el Antiguo Testamento encontramos que Dios quería que su pueblo descansara de sus labores normales en el Sabbat. Por eso Dios les proporcionó maná suficiente el viernes para dos días (Éxodo 16:22-30). Dios dijo a su pueblo que no debían trabajar en el Sabbat:
Así ha dicho Jehová: Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo, y de meterla por las puertas de Jerusalén. Ni saquéis carga de vuestras casas en el día de reposo, ni hagáis trabajo alguno, sino santificad el día de reposo, como mandé a vuestros padres. Pero ellos no oyeron, ni inclinaron su oído, sino endurecieron su cerviz para no oír, ni recibir corrección (Jeremías 17:21-23).
A los israelitas se les dijo que descansaran en el día de reposo, aun cuando fuera el tiempo ocupado de la siembra de primavera o la cosecha de otoño: «Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás» (Éxodo 34:21). El Sabbat no era un día de mera ociosidad, aunque el descanso de la vocación ordinaria de cada uno formaba parte del descanso sabático. Dios llamaba a su pueblo a reunirse para el culto en el Sabbat. Dios le dijo a Moisés:
Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas: Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis (Levítico 23:2-3).
Una santa convocación era una reunión pública para el culto divino. Juan Calvino dijo acerca del Sabbat del Antiguo Testamento, que Dios
Quiso decir que debía haber un día establecido para que se reunieran a oír la ley y cumplir los ritos, o al menos para dedicarlo particularmente a meditar en sus obras, y así, mediante este recuerdo, ser entrenados en la piedad.
El Primer Día en el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento ya existe un simbolismo relativo al primer día de la semana, que se denomina octavo día. En otras palabras, ya en el Antiguo Testamento hay indicios sobre el significado del primer día de la semana en el Nuevo Testamento. La ofrenda mecida y la ofrenda de granos de Pentecostés se celebraban «después del día de reposo», es decir, el primer día de la semana. El día de Pentecostés era domingo. La Ley decía: «Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá» (Levítico 23:11). Otra vez enseñaba: «Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová» (Levítico 23:16).
Dios también ordenó a su pueblo que se reuniera para una santa convocación el primer día de la semana durante la Fiesta de las Cabañas. Esta fiesta también se llamaba la Fiesta de los Tabernáculos e incluía los días de reposo del primer día y del octavo:
Siete días ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis (Levítico 23:36).
Ya en el Antiguo Testamento, Dios ordenó a su pueblo que realizara actos de adoración y acción de gracias el primer día de la semana. El primer día de la semana es, por supuesto, el mismo que el octavo día mencionado. Puesto que el domingo es el primer día de la semana, el séptimo día de la semana es el sábado, y el octavo día sería de nuevo el domingo. Así que ya en el Antiguo Testamento encontramos indicios del significado que tendría el primer día de la semana tal y como lo encontramos en el Nuevo Testamento. Cristo resucitaría de entre los muertos el primer día de la semana. El Espíritu Santo sería derramado el primer día de la semana.
Consecuencias del quebrantamiento del Sabbat
Dios consideraba que la obediencia al cuarto mandamiento era vital para su pueblo. Por eso instituyó la ejecución como consecuencia para los que trabajaban en el Sabbat. Dios tomaba muy en serio la obediencia al cuarto mandamiento. En el Sabbat, los israelitas no debían encender fuego que se consumiera. Una de las razones por las que Dios envió a su pueblo al cautiverio en Babilonia fue porque quebrantaron el cuarto mandamiento. Nehemías les dice a los exiliados que regresaron:
¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel profanando el día de reposo? (Nehemías 13:18).
Jeremías había advertido a Judá por la palabra del Señor:
Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo, yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará (Jeremías 17:27).
Dios no permitía que su pueblo comprara y vendiera en el día de reposo. No era un día para los negocios y la agricultura. Por eso Nehemías tuvo un justo arrebato cuando encontró a los exiliados que habían regresado pisando lagares, cargando grano en burros y llevando vino, uvas e higos a Jerusalén en el Sabbat. Necesitaba amenazar a los mercaderes de Tiro que venían a Jerusalén a vender sus mercancías en el Sabbat (Nehemías 13:15-22).
Jesús mismo santificó el Sabbat asistiendo al culto en las sinagogas donde predicaba. Él guardó el día de reposo sagrado, a pesar de que sus oponentes querían encadenarlo con las tradiciones de los hombres. Él simplemente violó las tradiciones judías y las tradiciones de los ancianos que prohibían ayudar a una persona necesitada en el Sabbat.
Jesús enseñó que no había venido a abolir la ley moral de Dios. Él dijo: «más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley» (Lucas 16:17). Dijo:
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 5:17-20).
Jesús quiere que sus discípulos enseñen a otros a obedecer el cuarto mandamiento. Los que lo hagan serán llamados grandes en el reino de los cielos.
Jesús se llamó a sí mismo el Señor del Sabbat. «El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo» (Marcos 2:28). Por lo tanto, Jesús tenía derecho a declarar que sus discípulos no estaban violando el día de reposo mientras los hombres hambrientos arrancaban y comían grano de un campo. Los discípulos no estaban quebrantando ninguna ley del Pentateuco, solo leyes hechas por el hombre. El Talmud prohibía a una persona hambrienta recoger grano y frotarlo entre sus dedos en el Sabbat, ¡porque esto era supuestamente cosechar y trillar! Esto socavaba la ley de Dios que decía que los pobres y hambrientos podían comer de la tierra de un agricultor. Así que la tradición de los ancianos perjudicaba a los pobres y hambrientos en el día de reposo. Jesús argumentó que si David pudo violar una ley ceremonial real cuando él y algunos de sus siervos comieron los panes de la proposición del tabernáculo (ya que la Ley establecía que los panes de la proposición eran solo para que los comieran los sacerdotes), entonces sus discípulos podían romper una tradición de los ancianos mientras hacían el trabajo del Señor en el día de reposo.
Jesús asume que en el nuevo pacto y en los últimos días el Sabbat existirá como día de descanso. Él dice acerca de los cristianos que vivirán en el tiempo del Anticristo:
Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados (Mateo 24:20-22).
Esto implica que el Sabbat es una ordenanza de la creación que continuará en el nuevo pacto y hasta el final de los tiempos.
Es significativo que Dios resucitara a Jesús de entre los muertos el primer día de la semana. Fue en domingo que Jesús descansó de su trabajo de redención y pudo disfrutar de su obra cumplida. La resurrección de Cristo de entre los muertos en domingo y sus primeras apariciones de resurrección en el primer día de la semana hicieron que los discípulos atribuyeran especial importancia al domingo.
En la iglesia apostólica, la norma era reunirse para el culto público y la celebración de la Cena del Señor el primer día de la semana. Era práctica apostólica que la iglesia se reuniera para la predicación y la Cena del Señor en domingo. Era la costumbre de la iglesia primitiva. El médico Lucas registra esta costumbre en Hechos 20:7: «El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche» (Hechos 20:7). Joseph A. Pipa afirma:
Lucas no dice «el primer día de la semana, cuando nos reunimos para despedir a Pablo», sino «el primer día de la semana, cuando nos reunimos para partir el pan, Pablo comenzó a hablarles».[1]
La iglesia del Nuevo Testamento comenzó inmediatamente a celebrar el culto en domingo, por orden divina. Esta no fue una práctica iniciada por Constantino en el siglo IV, aunque Constantino el Grande prohibió el trabajo en el día de descanso cristiano.
La iglesia apostólica se reunía para publicar la adoración en el primer día de la semana en el cual daban sus limosnas al Señor. Pablo menciona esta práctica en 1Corintios 16:1-3:
En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a estos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén (1Corintios 16:1-3).
Joseph Pipa afirma que Pablo «quería que la iglesia hiciera una colecta el primer día de cada semana, lo que evidencia que la iglesia apostólica estaba comprometida con el culto del primer día».[2]
El apóstol Juan identifica un día de la era del Nuevo Testamento como día que pertenece al Señor Jesús. Escribe: «Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta» (Apocalipsis 1:10). Esta afirmación se hace eco de Isaías 58:13 e identifica un día del Nuevo Testamento también como día que pertenece al Señor. El domingo se identifica como perteneciente al Señor Jesucristo. Un día de la semana pertenece particular y únicamente al Señor Jesucristo. Este día pertenece a Jesús, afirma correctamente Pipa, porque fue «designado para conmemorar su redención completa y para comunicar gracia a su pueblo».[3]
La Iglesia primitiva siguió el ejemplo de la Iglesia apostólica. Ignacio (hacia 110) enseñó que los cristianos ya no celebraban el culto en sábado, sino en domingo, el Día del Señor:
No os dejéis engañar por doctrinas extrañas ni por fábulas antiguas que no sirven para nada. Porque si hasta ahora vivimos según el judaísmo, confesamos que no hemos recibido la gracia… Si entonces los que andaban en costumbres antiguas llegaron a una nueva esperanza, no viviendo ya para el Sabbat, sino para el día del Señor, en el cual también nuestra vida surgió por medio de Él y de su muerte.
Tertuliano (hacia 160-230) sostenía que el Sabbat del sábado se cumplió con la venida de Cristo:
Por tanto, puesto que es manifiesto que se mostró un Sabbat temporal, y se predijo un Sabbat eterno; se predijo una circuncisión carnal, y se predijo una circuncisión espiritual…Y, en efecto, primero debemos preguntar si se espera un dador de la nueva ley, y un heredero del nuevo testamento, y un sacerdote de los nuevos sacrificios, y un purgador de la nueva circuncisión, y un observador del Sabbat eterno, para suprimir la antigua ley, e instituir el nuevo testamento, y ofrecer los nuevos sacrificios, y reprimir las antiguas ceremonias, y suprimir la antigua circuncisión junto con su propio Sabbat.
Los padres de la iglesia creían que el Día del Señor sustituía al Sabbat del sábado. Ignacio (hacia 110) dijo que los cristianos ahora viven para el Sabbat dominical: «Ya no viven para el sábado, sino para el Día del Señor». Justino Mártir (100-165 d.C.) enseña que la iglesia primitiva se reunía para el culto el primer día de la semana y explica por qué:
Y en el día llamado domingo, todos los que viven en las ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas… Pero el domingo es el día en que celebramos nuestra asamblea común, porque es el primer día en que Dios, habiendo operado un cambio en las tinieblas y en la materia, hizo el mundo; y Jesucristo, nuestro Salvador, en el mismo día resucitó de entre los muertos.
Los primeros escritos cristianos reflejan el ejemplo de la iglesia primitiva en la celebración del culto en el Sabbat dominical. En la Didajé, un escrito cristiano de principios del siglo II, el autor se refiere al día de culto como el Día del Señor: «Y en el día del Señor reuníos y partid el pan». La Epístola de Bernabé, documento de finales del siglo I, el autor escribe: «Los Sabbats actuales no me son aceptables, sino el que yo he hecho, en el que daré reposo a todas las cosas y haré el comienzo de un octavo día, es decir, el comienzo de otro mundo». También escribe: «Por lo cual también celebramos con alegría el octavo día, en el cual también Jesús resucitó de entre los muertos».
El padre de la iglesia Orígenes (hacia 185-254) identifica el día del Señor como el Sabbat: «Dejando la observancia judía del Sabbat, veamos cómo debe observarlo un cristiano». Habla del sábado cristiano y explica cómo debe guardarse:
En el día de reposo deben abstenerse de todos los placeres mundanos. Si, pues, dejáis de hacer todas las obras profanas y no hacéis nada mundano, sino que os entregáis a los ejercicios espirituales, frecuentando la iglesia, asistiendo a la lectura sagrada y a la instrucción, pensando en las cosas celestiales, solícitos por el futuro, poniendo el juicio venidero ante vuestros ojos, no mirando a las cosas presentes y visibles, sino a las futuras e invisibles, ésta es la observancia del Sabbat cristiano.
El apóstol Pablo tuvo que lidiar con los primeros cristianos judíos que querían adorar a Cristo en sábado (en lugar del domingo) y que querían conmemorar varias fiestas del Antiguo Testamento. Pablo escribe:
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios (Romanos 14:5-6).
La Confesión Belga de Fe aborda cómo se cumplió la ley ceremonial en Cristo en el Artículo 25 que se titula «La Abolición de la Ley Ceremonial»:
Creemos que las ceremonias y símbolos de la ley cesaron con la venida de Cristo, y que todas las sombras se han cumplido; de modo que el uso de ellas debe ser abolido entre los cristianos; sin embargo, la verdad y sustancia de ellas permanece con nosotros en Jesucristo, en quien tienen su cumplimiento. Mientras tanto, todavía usamos los testimonios tomados de la ley y de los profetas para confirmarnos en la doctrina del evangelio, y para regular nuestra vida en toda honorabilidad para la gloria de Dios, según su voluntad.
Pablo enseña que Cristo cumplió los tipos y sombras del Antiguo Testamento y que los cristianos no necesitan temer a los judaizantes que juzgaban a los cristianos por no seguir las prácticas del Antiguo Testamento. Los falsos maestros abogaban por las observancias del Antiguo Testamento, incluyendo (1) un Sabbat en sábado, (2) el seguimiento de las leyes dietéticas del Antiguo Testamento, (3) la observancia de las fiestas del antiguo pacto (Pascua), y (4) la exigencia de la circuncisión. Así que Pablo escribe:
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo (Colosenses 2:16-17).
Pablo estaba tratando con prácticas del Antiguo Testamento que eran parte de la ley ceremonial: no está tratando con los requisitos de la ley moral. Estos judaizantes no exigían que los cristianos santificaran el sábado dominical: ese no era el asunto.
Pablo desafía a los cristianos que vuelven a exigir la observancia de días y meses y estaciones y años según los requisitos del Antiguo Testamento.
mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros (Gálatas 4:9-11).
La Biblia enseña que aún queda un descanso para los hijos de Dios: nuestro descanso sabático eterno en los cielos nuevos y la tierra nueva.
Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. (Hebreos 4:8-11).
Dios descansó el séptimo día para representar el descanso eterno que proporcionaría a su pueblo en Jesucristo en los cielos nuevos y la tierra nueva. Cristo ha entrado en su descanso y pronto nosotros también disfrutaremos de este descanso completo. Al contemplar lo que Dios ha realizado en la creación y la recreación, anticipamos el gozo de la vida eterna.
El cese del trabajo y de las actividades recreativas en el Sabbat nos libera para adorar a Dios, dedicarnos a la oración privada, adorar juntos en familia, mostrar misericordia a los hermanos y evangelizar a los perdidos. El Catecismo Mayor de Westminster explica cómo los cristianos deben usar el Sabbat:
Pregunta 117. ¿Cómo debe santificarse el Sabbat o día del Señor?
Respuesta. El Sabbat o día del Señor debe santificarse descansando santamente todo el día, no sólo de las obras que en todo tiempo son pecaminosas, sino aun de las ocupaciones y recreaciones mundanas que son lícitas en otros días; y haciendo nuestro deleite el emplear todo el tiempo (excepto el que se emplea en obras de necesidad y misericordia) en los ejercicios públicos y privados del culto de Dios: y, con ese fin, hemos de preparar nuestros corazones, y con tal previsión, diligencia y moderación, disponer y despachar oportunamente nuestros negocios mundanos, que podamos estar más libres y aptos para los deberes de ese día.
El Catecismo Mayor de Westminster también explica la obligación que tienen los cabezas de familia de cumplir el cuarto mandamiento.
Pregunta 118. ¿Por qué la obligación de guardar el Sabbat se dirige más especialmente a los gobernadores de familias y a otros superiores?
Respuesta. El mandamiento de guardar el Sabbat se dirige más especialmente a los gobernadores de familias y a otros superiores, porque no solo están obligados a guardarlo ellos mismos, sino también a procurar que lo guarden todos los que están a su cargo; y porque a menudo tienden a impedírselos con sus propios empleos.
Esto se hace eco de cómo en el cuarto mandamiento Dios dice explícitamente a los cabezas de familia que sus hijos, hijas y sirvientes deben descansar. La aplicación para hoy es que los padres deben mostrar liderazgo en guiar a la familia en la observancia del Sabbat. Los empleadores también deben permitir que sus empleados tengan un día de descanso. Las excepciones a esto implican trabajos de necesidad como los trabajos necesarios que médicos, enfermeras, oficiales de policía y soldados deben hacer en Sabbat.
Juan Calvino sobre el Sabbat
Juan Calvino dijo que había tres propósitos en el cuarto mandamiento. Primero, Dios quería representar para Israel el descanso espiritual. Segundo, Dios quería un día establecido para la adoración. Tercero, es un día de descanso para los siervos para que puedan descansar de su trabajo.
Calvino enseñó que el primer propósito del Sabbat era como un tipo de redención, bajo la figura del descanso. Dios exigía a los judíos que descansaran un día de cada siete para anticipar ese descanso. Pero ahora tenemos ese descanso en Cristo. Hemos dejado nuestras malas obras y ahora descansamos en la salvación en Cristo. Puesto que tenemos la realidad, ya no necesitamos llevar a cabo esta observancia simbólica. Calvino cita Colosenses 2:17 y pregunta, «¿Quién sino los locos no pueden ver a qué observancia se refiere el apóstol?». Temía una nueva forma de judaización que pudiera apoderarse de las iglesias —en las que se elaboraran largas listas de «No hacer». Calvino escribe:
Pero alguien dirá, «Todavía guardamos alguna observancia de los días». Yo respondo que de ninguna manera observamos los días, como si hubiera algo sagrado en los días festivos, o como si no fuera lícito trabajar en ellos, sino que el respeto se presta al gobierno y al orden, no a los días.
Calvino enseñó que el segundo y el tercer propósito del Sabbat continúan obligándonos. En la Nueva Alianza, necesitamos tiempos establecidos para el culto, así como un día de descanso para los siervos. Calvino es flexible y no exige que el culto del nuevo pacto se celebre en un día determinado de la semana. Desea que los cristianos celebren el culto todos los días, pero, puesto que no es algo ampliamente aceptado, alaba la sabiduría del culto semanal. Apreció el valor del culto del primer día como memorial de la resurrección de Jesús; pero insiste en que el intervalo semanal es solo una medida práctica. La iglesia está en su derecho de convocarnos al culto también en algún otro día.
Calvino instó a la iglesia de Ginebra a tomar en serio el requisito del culto semanal. Enseñó que el trabajo diario y la recreación debían suspenderse durante todo el día, para que todo el día pudiera dedicarse al culto corporativo y privado.
Calvino, los ministros de Ginebra y los magistrados civiles exigían que todos los negocios cerraran el Día del Señor. Él escribió:
Porque no lo guardamos como una ceremonia, con la más rígida escrupulosidad, suponiendo que un misterio espiritual sea figurado por ello. Más bien, lo usamos como un remedio necesario para mantener el orden en la iglesia.
El Catecismo de Heidelberg y el Sínodo de Dort
La opinión de Calvino sobre el Sabbat quedó reflejada en la primera versión del Catecismo de Heidelberg, ya que los autores Zacarías Ursino y Gaspar Oleviano eran discípulos de Calvino. Originalmente, Ursino no incluyó la palabra «descanso» o «Sabbat», sino que lo denominó día «festivo». En su comentario, Ursino explica: «De ahí que el Sabbat, en lo que se refiere al séptimo día, fue, junto con otras ceremonias y tipos, cumplido y abolido por la venida del Mesías». Enfatiza que es el deseo perpetuo de Dios que la iglesia se dedique al culto público:
Sin embargo, no debemos suponer que estamos restringidos o atados al sábado, al miércoles o a cualquier otro día. La iglesia apostólica, para distinguirse de la sinagoga judía, escogió, en el ejercicio de la libertad que le confirió Cristo, el primer día de la semana en lugar del séptimo, porque en ese día tuvo lugar la resurrección de Cristo, por la cual se inicia en nosotros el sábado interno y espiritual.
El Catecismo de Heidelberg concluye su discusión del cuarto mandamiento diciendo: «En segundo lugar, que todos los días de mi vida cese de mis malas obras, y me entregue al Señor, para que obre por su Santo Espíritu en mí: y así comience en esta vida el Sabbat eterno». Esto es casi palabra por palabra una cita de los Institución de Calvino (II, 34). El catecismo subraya que ya ahora disfrutamos del Sabbat eterno. Esto podría implicar que todos los días son ahora Sabbat; por lo que ningún día es ya especial, lo que aparentemente era la opinión de Calvino.
Las decisiones del Sínodo de Dort apoyan el domingo como Sabbat. Datenus sustituyó «día festivo de descanso» por «el Sabbat, es decir, el día de descanso» y el Sínodo aprobó este cambio. El Catecismo llama al domingo «el Sabbat». Define el Sabbat como «el día de descanso». El domingo es visto como un reemplazo del Sabbat en sábado del Antiguo Testamento. Esta es la forma del Catecismo de Heidelberg que es vinculante en las Iglesias Reformadas Holandesas. Los Post-acta del Sínodo de Dort también muestran que el Sínodo de Dort entendía el domingo como el Día del Señor y como el Sabbat del Nuevo Testamento.
En los Post-acta, el Sínodo de Dort se pronunció con respecto al Sabbat. Enseña que el domingo es un día sagrado. También enseña que los cristianos deben descansar de su trabajo ordinario y evitar todo entretenimiento o recreación que pueda obstaculizar el culto.
I. En el cuarto mandamiento de la ley divina hay un elemento tanto ceremonial como moral.
III. El [elemento] moral consiste en que se reserve un día cierto y definido para el culto, y con el propósito de que [se provea] tanto descanso como sea necesario para el culto y para reflexionar piadosamente sobre él.
IV. Habiendo sido abolido el sábado judío, los cristianos deben santificar solemnemente el domingo.
VI. Este día debe reservarse para el culto, a fin de que en él la gente descanse de todos los trabajos ordinarios (excluyendo aquellos que el amor y la necesidad presente exigen) junto con todas las recreaciones que impiden el culto.
Opiniones antisabáticas de Colosenses 2
Hoy en día, existe un fuerte desafío a la continua relevancia del cuarto mandamiento. Se argumenta que la observancia del Sabbat ya no es la norma en el Nuevo Testamento. Aunque el culto dominical surgió en tiempos del Nuevo Testamento, no se percibía como un Sabbat cristiano. Algunos incluso niegan que el Sabbat sea una ordenanza de la creación. Señalan que no leemos que se guardara el Sabbat hasta la época de Moisés; por lo tanto, el descanso sabático no era una ordenanza de la creación, sino una ordenanza de redención sólo para el pueblo del pacto de Dios.
Otros dicen que el cuarto mandamiento no es parte de la ley moral y, por lo tanto, no es vinculante para la conciencia de los creyentes.
Muchos cristianos confesos consideran el domingo simplemente como el día para trabajar, ir de compras o asistir a los partidos de los White Sox. Están de acuerdo con el argumento de que el Sabbat del Antiguo Testamento se cumplió o fue abrogado con la primera venida de Cristo.
El pasaje clave en el desafío contemporáneo al Sabbat dominical y que afirma que el Sabbat del Antiguo Testamento fue una sombra cumplida en Cristo es Colosenses 2:16-17 que dice:
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Se dice que Pablo enseña que el cuarto mandamiento es una sombra junto con la Pascua y la circuncisión y los sacrificios del Antiguo Testamento, los cuales han sido todos cumplidos en Jesucristo.
Los anti-Sabbat (personas que se oponen al Sabbat dominical) argumentan que el Sabbat es una institución que da señales. Señala la verdad de que los creyentes no necesitan trabajar para ser salvos. El Sabbat semanal en el Antiguo Testamento era una señal escatológica. El Sabbat era una señal que apuntaba a un cumplimiento futuro o realidad escatológica. La obra de Cristo es de carácter escatológico y su venida ha inaugurado el cumplimiento. Por lo tanto, la observancia de la señal del Sabbat ya no es necesaria.
Los judaizantes de Colosas querían que los creyentes volvieran a las leyes dietéticas del Antiguo Testamento para tener plenitud espiritual. Aparentemente, los que propagaban el error en Colosas estaban diciendo que la observancia estricta de varias reglas antiguas era indispensable para la salvación, o al menos para la plenitud de la salvación.
Los anti-Sabbat afirman que cuando Pablo identifica el Sabbat entre las sombras, que él coloca el mandamiento del Sabbat dentro de la ley ceremonial. Por lo tanto, el cuarto mandamiento no es parte de la ley moral, sino parte de la ley ceremonial abrogada. Si tú todavía sigues el Sabbat del séptimo día del Antiguo Testamento, entonces todavía estás bajo la esclavitud de las sombras del Antiguo Testamento. Se afirma que el Sabbat, junto con las ordenanzas judías sobre asuntos ceremoniales, como la comida y la bebida, pertenecen al pasado de las sombras.
Los críticos de la observancia del Sabbat afirman que es imposible evadir lo que Pablo está diciendo: «Por tanto, que nadie os juzgue» (Colosenses 2:16). Juzgar es considerar a uno culpable de un crimen, o imponer un escrúpulo de conciencia, de modo que ya no somos libres. El legalismo engendra una actitud de juzgar.
Se lee que Pablo desprecia la seguridad y superioridad ficticias de seguir la ley ceremonial en contraste con la plenitud y totalidad que se encuentran en Cristo. ¿Por qué cambiar una perfecta túnica de seda blanca por tales harapos? ¿Qué justificación puede haber en exigir que los gentiles observen el Sabbat cuando Dios les ha concedido el descanso eterno? Las reglas dietéticas eran sólo un tipo, una sombra que familiarizaba a los israelitas con la pureza y la impureza. El legalismo exigía una uniformidad grotesca. También produce una fe superficial, ya que sus adherentes enfatizan lo que es exterior. La observancia del Sabbat no puede ser el criterio para probar la piedad de alguien. Los cristianos ya no tienen la obligación de guardar el domingo como Sabbat, puesto que la observancia del Sabbat forma parte de la ley ceremonial.
La Enseñanza Actual de Pablo dentro del Contexto
¿Cuál es el contexto en Colosenses 2? Pablo ha estado enseñando a los colosenses acerca de la plenitud y suficiencia de Cristo como Salvador. Quiere que los santos tengan plena seguridad y consuelo en Cristo como la suma de todo lo que necesitan. En los versículos anteriores, se hacen amenazas a la seguridad, que incluyen la filosofía y el engaño vano. Otra amenaza es la herejía de los judaizantes. En contraste con los judaizantes, Pablo escribe que los cristianos han sido circuncidados con una circuncisión espiritual. «Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz» (Colosenses 2:14). Las ordenanzas del Antiguo Testamento son ordenanzas que eran una «sombra» de Cristo. El cristiano no está obligado a observar reglas sin valor hechas por el hombre en un vano intento de controlar la carne, como el ascetismo que menciona Pablo (Colosenses 2:20-23).
Pablo llama a ciertas cosas «sombra de lo que ha de venir». Estas sombras son tipos que Dios ordenó con el propósito de señalar el futuro sacrificio de Jesús. Son una previsión del cuerpo quebrantado de Cristo. Pablo se refiere a la legislación del Antiguo Testamento que fue diseñada para apuntar hacia el Mesías. Cuando ves una sombra, tienes una impresión de lo que es la realidad. Si primero ves una sombra, generalmente puedes decir si es la sombra de un coche, de un perro o de un hombre. Pero la sombra no es la realidad. Es solo una sombra que prefigura lo verdadero. Es un anticipo. La sombra garantiza la llegada inminente del visitante, pero también proporciona un contorno tenue, que lo describe. Cristo es la realidad. El tiempo de las sombras ha terminado ahora que Cristo puede verse claramente.
Pablo menciona también la carne y la bebida. Esto podría referirse a las leyes dietéticas mosaicas. El problema con esto es que no había leyes en materia de bebida. Las únicas reglas sobre la bebida se aplicaban a los nazareos y a los sacerdotes. No eran aplicables a los creyentes ordinarios a quienes Pablo escribe. Puesto que lo que se bebe no era una sombra, «bebida» en este contexto no debe referirse a las adiciones hiper piadosas a la ley hechas por los ascetas.
En el Antiguo Testamento, se hace referencia a la carne y la bebida juntas que encaja con el requisito de una sombra. Es la referencia consistente a ofrendas de carne y ofrendas de bebida (libaciones):
Mas al príncipe corresponderá el dar el holocausto y el sacrificio y la libación en las fiestas solemnes, en las lunas nuevas, en los días de reposoª y en todas las fiestas de la casa de Israel; él dispondrá la expiación, la ofrenda, el holocausto y las ofrendas de paz, para hacer expiación por la casa de Israel (Ezequiel 45:17).
Jesús dijo en Juan 6:55 que su carne es suficiente carne y su sangre es suficiente bebida. Aparentemente, Cristo afirma ser el «príncipe» de la visión de Ezequiel y su sacrificio es un cumplimiento de las sombras del Antiguo Testamento.
Una pregunta especialmente importante sobre Colosenses 2 es: ¿Qué tiene Pablo en mente con la triple referencia: «días de fiesta, luna nueva, días de reposo»? El estudio de estos tres términos es crucial. Encontramos este mismo orden utilizado dos veces en el Antiguo Testamento, tanto en Oseas 2:11 como en Ezequiel 45:17. En orden inverso, «días de reposo, lunas nuevas, días de fiesta» aparece cinco veces en las Escrituras, todas ellas reflejando terminología postexílica (1 Crónicas 23:31; 2 Crónicas 2:4; 8:13; 31:3; Nehemías 10:33). Todos estos términos se derivan de los capítulos 28 y 29 de Números.
Algunos intérpretes reformados creen que en Colosenses 2:16 Pablo no se refiere en absoluto a los Sabbat semanales, sino a otras fiestas del calendario judío. Algunos de ellos se denominan «Sabbats» (días de reposo), como en Levítico 16:31 y Levítico 23:24, 32. Levítico 16:31 se refiere al Día de la Expiación como un «Sabbat de reposo»: «Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo». Este punto de vista no puede descartarse.
La referencia de Pablo a los «Sabbats» probablemente se refiere a los Sabbats semanales. En Números 28 y 29, los sacrificios que se prescriben son los sacrificios oficiales para cada Sabbat semanal y para cada luna nueva. Cuando el Antiguo Testamento se refiere a los Sabbats, las lunas nuevas y los sacerdotes, se refiere a los sacrificios oficiales que debían ofrecerse en esos días en nombre de la nación del pacto. Estos sacrificios apuntaban a Cristo, el Príncipe de Israel que se ofreció a sí mismo para expiar los pecados de su pueblo de una vez por todas. La adoración del Antiguo Pacto con estos sacrificios y ofrendas de carne y bebida ya no es permisible, porque la realidad ha llegado.
El Sabbat no fue abrogado para la dispensación del Nuevo Testamento. La Iglesia Presbiteriana Ortodoxa ha explicado correctamente que
Colosenses 2:16-17 se refiere al desprendimiento de las ataduras de los requisitos mosaicos con respecto a los elementos ceremoniales y sacrificiales de los días santos del Antiguo Testamento a la luz del sacrificio perfecto de Cristo; pero no elimina la obligación del Cuarto Mandamiento en sí.
Colosenses 2 trata de los sábados ceremoniales y no tiene nada que ver con la ordenanza no ceremonial de la creación anterior a la caída que se reafirma en los Diez Mandamientos. Pablo no tenía la intención de ordenar a los gentiles que guardaran el séptimo día del Antiguo Testamento como santo.
Considerando lo que Cristo hizo, los colosenses no debían permitir que nadie juzgara su posición ante Dios en base a su observancia o no observancia de las regulaciones de la ley mosaica. Nadie debía hacer de la observancia del Sabbat en sábado o de las leyes dietéticas judías una prueba de piedad o compañerismo.
Se dice que el siguiente pasaje confirma que no podemos juzgar a otro cristiano que no estima el domingo como Sabbat.
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace (Romanos 14:5, 6a).
Por lo tanto, los asuntos de la observancia del Sabbat se dejan a la conciencia individual de los creyentes. Volver a las sombras es un anhelo de justicia legalista. Las reglas dietéticas sensibilizaron al pueblo de Dios a la pureza, pero Cristo trajo la verdadera justicia.
Aquellos que piensan que pueden ganarse la salvación, como los fariseos, se encontrarán excluidos del descanso eterno. Los fariseos deberían haber abrazado a Cristo como el descanso encarnado, pero en lugar de eso eligieron la sombra. Estaban completamente ciegos al propósito del Sabbat. ¡El creyente necesita confiar sólo en Cristo para su salvación!
El Sabbat es una sombra, cuya realidad es Cristo. Esto no puede significar nada menos que el hecho de que el descanso, prometido en el Antiguo Testamento, ha sido traído por Cristo. La obra que nos lleva al descanso de Dios ha sido terminada. Ese descanso ya no es futuro, por lo que no necesita ser ensombrecido por el día de reposo. Es una realidad presente en Cristo.
Más críticas y respuestas
Gary North ha argumentado que guardar el Sabbat es incompatible con la civilización moderna. Señala que las acereras no pueden cerrarse un día a la semana. Argumenta que, si los pro Sabbat fueran coherentes en su posición, apagarían la electricidad y la calefacción de sus hogares en el Sabbat porque el suministro de electricidad y gas requiere que la gente trabaje. Si usted utiliza la electricidad o la calefacción, argumenta North, en realidad está pagando a otra persona para que recoja leña en Sabbat, por lo que el hombre de Números 15:32-36 fue ejecutado.
Henry DeMoor expone un argumento similar: «Si todos los cristianos insistiéramos en que no vamos a trabajar el domingo, sospecho que no habría gente suficiente para hacer el trabajo».
Los argumentos de North o DeMoor carecen de peso. Al igual que en los tiempos bíblicos no estaba mal ordeñar las vacas en Sabbat, tampoco está mal ese día mantener los hornos de una acerera. El mantenimiento de la energía puede considerarse un trabajo de necesidad. Al fin y al cabo, la electricidad y el calor son algo vital para la vida de muchas personas, en los hospitales, por ejemplo. Mantiene la calidad general de la vida humana, tal como existe en nuestro tiempo y cultura. Dios no espera que volvamos al siglo XIX y utilicemos velas y carbón en el día de reposo. El Sabbat fue hecho para el hombre.
No necesitamos tratar de obedecer el Sabbat con el rigor requerido por la ley del Antiguo Testamento. Ese Sabbat era parte de la ley ceremonial. Si debemos seguir observando ese Sabbat, ¿por qué no practicar los otros Sabbats requeridos: el Sabbat cada séptimo año para la tierra y un año sabático cada quincuagésimo año, cuando los prisioneros eran liberados y las deudas canceladas?
Seguimos teniendo la obligación de santificar el Día del Señor. El Nuevo Testamento enseña las siguientes ideas. Primero, aprendemos que es un día apropiado para la asamblea de los santos. Segundo, es un día apropiado para el servicio de Dios (1Corintios 16:2). Tercero, el mismo nombre «Día del Señor» implica que el domingo está consagrado a Jesús de una manera especial y, por lo tanto, el domingo debe ser el día de los servicios divinos.
Para nosotros, el significado del Sabbat no es principal y exclusivamente redentor. La consumación de la redención en Cristo no pone fin a la observancia del Sabbat.
El cuarto mandamiento es un mandamiento escrito en piedra. Como ordenanza de la creación, vinculada a la semana de la creación, el cuarto mandamiento no sería abrogado ni siquiera con la primera venida de Cristo.
El Sabbat dominical
Dios cambió el Sabbat del sábado por el domingo, lo que llevó a los primeros cristianos a celebrar su culto el primer día de la semana. Esto se debió a la trascendental implicación de la resurrección de Jesús. Jesús, al resucitar de entre los muertos el primer día y reunirse con sus discípulos ese primer día y los siguientes, nos mostró claramente que el primer día de la semana debía ser apartado como especial. Derramó su Espíritu en un domingo, el domingo de Pentecostés.
Las Escrituras enseñan que los apóstoles adoptaron el domingo, el Día del Señor para el culto. Pablo dijo a los primeros cristianos que trajeran sus colectas para los pobres cuando se reunieran para el culto el primer día de la semana (1Corintios 16:2). El médico Lucas registra que la iglesia apostólica se reunía para adorar y celebrar la Cena del Señor en domingo:
El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche (Hechos 20:7).
Según Apocalipsis 1:10, hay un día que pertenece al Señor. El apóstol Juan afirma: «Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor». Apocalipsis 1:10 es un pasaje importante porque el apóstol Juan menciona estar en el Espíritu en el «Día del Señor». Algunos interpretan esto como una enseñanza de que el Día del Señor no debe entenderse en términos de un día sagrado. Se dice que el día es del Señor porque es el día apropiado para adorarle. Afirmar que el domingo es el día apropiado para el culto cristiano no implica que de alguna manera el día sea sagrado. Una segunda interpretación implica que el domingo es santo, pero no un día de reposo. El Día del Señor es un día que se distingue de los demás días. Pertenece al Señor. Tiene una relación especial con Él. Esto enfatiza el señorío de Jesús; su reinado sobre nuestras vidas.
Jesús purificó el Sabbat de las «tradiciones de los hombres» y lo preparó para sus discípulos del Nuevo Testamento. Los relatos evangélicos no sugieren que Jesús pretendiera abolir el Sabbat en el nuevo pacto. Tuvo muchas oportunidades para declarar el próximo fin de la observancia del Sabbat, si es que de hecho tenía esa intención. Cristo no abolió el cuarto mandamiento durante su ministerio. Debemos asumir continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, a menos que haya un mandato explícito o un ejemplo que diga lo contrario. Jesús dijo que el Hijo del Hombre era Señor incluso del Sabbat; Él implicó que guardar el Sabbat es central para seguir a Cristo. Él guardaba el Sabbat del séptimo día. También sabía que, en el futuro, habría un Sabbat: «Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo» (Mateo 24:20).
Los comunistas chinos intentaron luchar contra el principio de seis días de trabajo y uno de descanso. Declararon una semana de diez días. Pero su falta de sintonía con un ritmo de vida fundamental se hizo evidente cuando la producción disminuyó. Incluso Stalin reconoció que la Unión Soviética debía seguir con una semana de siete días. En los gulags de Stalin se obligaba a los zeks (los presos) a trabajar 7 días a la semana. Los comunistas sabían que era un castigo terrible. El hombre necesita descansar.
Muchos evangélicos piensan que el domingo no es el Sabbat. Dicen que el Sabbat era parte de la ley ceremonial. Por lo tanto, se cumplió en Cristo. Así que no hay necesidad de guardar un día santo. Afirman que los Adventistas del Séptimo Día son más consistentes que los cristianos que creen que el primer día de la semana es el Sabbat. Los Adventistas del Séptimo Día sostienen que el Sabbat sigue siendo el día de reposo. Como resultado, muchos cristianos consideran el domingo simplemente como el día en que por casualidad van a la iglesia. No tienen reparos en comprar y vender o trabajar en domingo.
Dios cambió el Sabbat al hacer que Jesús resucitara de entre los muertos el domingo de Pascua. En el Evangelio de Juan, leemos en el capítulo 20:1: «El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro». Los ángeles informaron a las mujeres: «No está aquí, sino que ha resucitado» (Lucas 24:6). Fue en domingo cuando Jesús descansó de su gran obra de redención.
Otras dos Escrituras del Nuevo Testamento nos informan que la iglesia primitiva reconocía el domingo, el primer día de la semana, como el Día del Señor. En 1Corintios 16:2 el apóstol Pablo escribe: «Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas». Resulta que Pablo menciona que cuando los santos se reúnen el primer día de la semana, es cuando deben acordarse de llevar colectas para los pobres necesitados allá en Jerusalén. Esto revela que los primeros cristianos se reunían para el culto público el primer día de la semana.
En Hechos 20:7 se nos dice: «El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche». Una vez más aprendemos que el día en que los primeros cristianos se reunían para el culto público y para celebrar la Cena del Señor era el domingo.
Los cristianos ahora celebran el día de reposo, pensando no solo en el descanso de la creación de Dios, sino en el descanso de Jesucristo de su gran obra de redención.
La observancia del Sabbat no se completó con la primera venida de Jesús. Es también una bendición futura, algo que aún no hemos experimentado. Si tal vez fuera un símbolo del perdón de nuestros pecados en Cristo, entonces sería plausible decir que lo que simboliza el Sabbat ya está aquí. Pero si lo que simboliza el Sabbat aún está por venir, entonces la observancia semanal del Sabbat cumple una función vital: recordarnos y participar en esa realidad final de los últimos tiempos. Hebreos 4 nos dice que lo que el Sabbat simboliza y anticipa es todavía futuro.
Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo (Hebreos 4:9-11a).
En su contexto, este pasaje establece la conveniencia de guardar el Sabbat semanal. Los cristianos confesos que volvieran al judaísmo perderían este descanso. Este descanso final todavía no se ha hecho realidad, por lo tanto, todavía guardamos el día de reposo santo, anhelando y esperando nuestro descanso celestial. El Sabbat semanal anticipa la bendición final de la que el Sabbat semanal es un anticipo.
Si el Sabbat simbolizara principalmente un descanso del pecado, entonces sería plausible pensar que el cuarto mandamiento fue abrogado. Pero el Sabbat simboliza el descanso del trabajo y la maldición, así que no hay razón para esperar su abrogación hasta que la maldición sea eliminada de la tierra.
Un día de descanso
Amemos a Dios y descansemos en el Sabbat dominical a pesar de la profanación generalizada de este día. El Sabbat debe ser un día de descanso del trabajo. Se ha creado una tensión entre dos interpretaciones del propósito del Sabbat. La primera enfatiza que el Sabbat es para descansar. Este punto de vista considera que el descanso es el significado fundamental del Sabbat. El descanso es la esencia del Sabbat, ya que facilita el culto.
La segunda es enfatizar que el Sabbat es todo acerca de la adoración. El Catecismo Mayor de Westminster considera correctamente el culto como la actividad principal del Sabbat. Un propósito secundario es descansar de las labores ordinarias. Es mejor verlos como propósitos duales, no como propósitos opuestos del cuarto mandamiento. El Catecismo de Heidelberg también enseña que el propósito principal del Día del Señor es reunirse para el culto público con los santos:
Que yo, especialmente en Sabbat, es decir, en el día de descanso, frecuente diligentemente la iglesia de Dios, para oír su palabra, usar de los sacramentos, invocar públicamente al Señor y contribuir al socorro de los pobres, como conviene a un cristiano (Respuesta 103).
Dios nos da dos razones para santificar el día de reposo en las dos formas de los Diez Mandamientos que tenemos registradas en Éxodo 20 y Deuteronomio 5. La principal diferencia en las dos formulaciones del cuarto mandamiento es la razón que se da para obedecer el mandamiento. Éxodo da el descanso de la creación de Dios como la razón para el descanso sabático: «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó» (Éxodo 20:11). La observancia del Sabbat es una imitación de la obra creadora y del descanso de Dios. El Deuteronomio nos da la razón principal para celebrar que Dios le dio a Israel descanso de su esclavitud en Egipto: «Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo» (Deuteronomio 5:15). El motivo aquí es la gratitud por la redención. Creación y redención no son antagónicas. El Creador es el Redentor.
El descanso ocupa un lugar destacado en la enseñanza bíblica. El puro descanso físico forma parte de la observancia del Sabbat. Un aspecto central de este descanso es el cese de las labores culturales normales. Después de la caída, el trabajo se volvió penoso y agotador. El descanso es un alivio parcial de la maldición. Para los israelitas, el descanso sabático recordaba los rigores de los siete días de servidumbre en Egipto.
Cuando la Biblia registra violaciones del Sabbat, éstas entran en la categoría de trabajo ilegítimo. Los enfrentamientos de Jesús con los fariseos tenían que ver con el trabajo.
El trabajo, del cual descansamos, son nuestras labores diarias, los medios por los cuales ganamos nuestro sustento. Éxodo 34:21 menciona el arado y la cosecha. Nehemías 13:15-18 condena el pisado de los lagares y el transporte de mercancías para la venta (10:31). Jeremías 17:22 prohíbe llevar cargas pesadas «de vuestras casas» en Sabbat. El caso del leñador, en Números 15:32-36, ha recibido mucha atención. Un hombre que recogía leña en Sabbat fue apedreado hasta la muerte. Éxodo 35:3 prohíbe encender fuego en las casas en Sabbat.
El trabajo prohibido en Sabbat incluye los negocios diarios, ya sean agrícolas o comerciales, que no sean necesarios, así como el trabajo duro en casa, como levantar cargas pesadas.
Dios desaprueba el trabajo innecesario que limita la asistencia al culto o las actividades que animan o requieren que otros quebranten el Sabbat.
El descanso sabático puede implicar algunos tipos de recreaciones. El pueblo del antiguo pacto disfrutaba un Sabbat o un día de fiesta comiendo y bebiendo junto con su familia. Este era un tiempo de ocio, disfrute y descanso. Ellos verdaderamente celebraban las fiestas del pacto.
Esto no significa que todas las formas de recreación sean apropiadas para el día de reposo. Nuestra cultura trata el domingo como un día para los deportes. El fútbol como un ídolo es adorado el domingo.
Algunos tipos de recreación requieren que otras personas lleven a cabo sus labores diarias, como los deportes comerciales. Para asistir a ellos, uno se involucra en la compra y venta. Algunas formas de recreación también socavan la fe en Dios. Debemos planificar el día de reposo como una experiencia total para nosotros y nuestras familias, en la que descansemos, adoremos y hagamos obras de misericordia.
Las obras de misericordia son fundamentales en el día de reposo; así es como Jesús utilizó el Sabbat.
Nuestro descanso sabático significa, esencialmente, descansar en Jesucristo. Jesús dice: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28). Esto es descanso de la esclavitud al pecado.
El Sabbat: El día en que Dios se refrescó
¡El Sabbat es el día en que Dios se refrescó o recobró su aliento! El cuarto mandamiento nos dice por qué debemos descansar en el día de reposo: «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó» (Éxodo 20:11). Durante seis días, enseña la Escritura en Génesis 1, Dios trabajó. Creó la tierra, la llenó de vida vegetal, luego de peces, aves, insectos, animales y, finalmente, al hombre. El séptimo día fue diferente. Dios descansó de su trabajo. Se dedicó a lo que llamamos ocio o recreación. Hay dos aspectos de lo que llamamos ocio. Descansó y fue refrescado. Disfrutó del trabajo que había hecho. Génesis 1:31 nos dice: «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera». Dios mira el mundo terminado y ve que es perfecto. El descanso de Dios era más que ociosidad. Su descanso poseía las cualidades positivas de la alegría y la satisfacción. Está vinculado a la contemplación, concretamente del arte y la belleza de la naturaleza.
El disfrute de Dios está relacionado con lo que llamamos disfrute estético. Del mismo modo que nosotros disfrutamos paseando por un parque y contemplando la belleza de los árboles, las flores y los pájaros, Dios disfrutaba de su mundo.
Hay un aspecto de refrigerio en el descanso de Dios. La Escritura utiliza una metáfora asombrosa para explicar la naturaleza del descanso de Dios. En Éxodo 31:17 leemos: «y en el séptimo día cesó y reposó». El verbo «reposó» se usa sólo tres veces en el Antiguo Testamento. Está relacionado con un sustantivo que significa «aliento/alma/vida». Aquí aparentemente significa: «Tomó aliento». Después de realizar su gran obra de creación, ¡Dios tomó aliento!, es decir, se refrescó. Al igual que un corredor de larga distancia necesita hacer una pausa después de su carrera para recuperar el aliento, ¡lo mismo hace Dios después de los seis días de la creación!
Esta descripción de Dios es muy antropomórfica. Es una metáfora audaz. Es como si Dios estuviera cansado por el duro trabajo y necesitara recuperar el aliento.
Aquí el descanso de Dios se define en términos de su función de reposar. Tenemos aquí un modelo divino para el descanso y el ocio humanos.
En el cuarto mandamiento Dios se asegura de que su pueblo del pacto tuviera un tiempo para descansar de su trabajo y tiempo para disfrutar de los dones de Dios y especialmente del Dios de la creación. Dios se aseguró de que los santos del Antiguo Testamento tuvieran otros momentos para el culto. Él designó las fiestas del pacto. Estas fiestas eran ejemplos de recreación religiosa. Los santos descansaban de su trabajo y peregrinaban a Jerusalén para adorar a su Dios del pacto. Los festivales eran tiempos de gozo, compañerismo y adoración.
Recordando el Sabbat
El Catecismo Mayor de Westminster aborda el hecho de que en el cuarto mandamiento, Dios nos dice que «nos acordemos» de santificar el día de reposo. Westminster explica por qué Dios nos dice que recordemos este día:
Pregunta 121. ¿Por qué se pone la palabra «acuérdate» al principio del cuarto mandamiento?
Respuesta. La palabra «acuérdate» está puesta al principio del cuarto mandamiento, en parte, por el gran beneficio de recordarlo, ayudándonos así en nuestra preparación para guardarlo, y, al guardarlo, a guardar mejor todos los demás mandamientos, y a continuar un recuerdo agradecido de los dos grandes beneficios de la creación y la redención, que contienen un breve resumen de la religión; y en parte, porque estamos muy dispuestos a olvidarla, porque hay menos luz de la naturaleza para ella y, sin embargo, restringe nuestra libertad natural en cosas que en otras ocasiones son lícitas; que no viene sino una vez cada siete días, y muchos negocios mundanos se interponen, y con demasiada frecuencia apartan nuestras mentes de pensar en ella, ya sea para prepararse para ella, o para santificarla; y que Satanás con sus instrumentos trabaja mucho para borrar la gloria, e incluso la memoria de ella, para traer toda irreligión e impiedad.
En la Biblia, recordar algo significa observarlo y celebrarlo. Cuando tú recuerdas el aniversario de tu esposa, la idea es observar ese día y celebrarla a ella y tu matrimonio.
Dios sabía que su pueblo olvidaría recordar el día de reposo. Por lo tanto, debemos tomar a pecho esta advertencia y desafío. Acordémonos de santificar el día de reposo y así experimentaremos las bendiciones de Dios.
[1] Joseph A. Pipa en Perspectives on the Sabbath, editado por Christopher John Donato, (Grand Rapids: B & H Academic, 2011), 164
[2] Ibid., 164.
[3] Ibid., 165.