¿Cómo fue administrado el pacto de gracia en el Antiguo Testamento?
Fuente: https://www.monergism.com/reformation-theology/blog/how-was-covenant-grace-administered-under-old-testament
Traductor: Juan Flavio de Sousa
Catecismo Mayor de Westminster
P. 34. ¿Cómo fue administrado el pacto de gracia en el Antiguo Testamento?
R. En el Antiguo Testamento, el pacto de gracia fue administrado mediante promesas, profecías, sacrificios, la circuncisión, la pascua, y otros tipos y ordenanzas, los cuales prefiguraban al Cristo que había de venir, y para aquel tiempo fueron suficientes para edificar a los elegidos en la fe en el Mesías prometido, mediante quien ellos tenían, en ese entonces, plena remisión de pecado y eterna salvación.
Romanos 15:8; Hechos 3:20, 24; Hebreos 10:1; Romanos 4:11; 1Corintios 5:7; Hebreos 8-10, 11:13; Gálatas 3:7-9,14.
Esta profunda inquisición nos invita a explorar los medios por los cuales el pueblo de Dios, antes del advenimiento del Mesías, pudo participar del pacto de gracia vivificante. Para abordar esta cuestión, nos adentraremos en el relato bíblico y examinaremos diversos conceptos clave.
Al contemplar la administración del pacto de gracia, es importante reconocer que los santos del Antiguo Testamento no se quedaron sin esperanza ni medios de salvación. Al contrario, estaban sostenidos por el mismo pacto de gracia que encuentra su cumplimiento definitivo en Jesucristo, el Prometido. El pacto de gracia se administraba en el Antiguo Testamento mediante promesas, profecías, sacrificios, la circuncisión, la Pascua y otros tipos y ordenanzas (Ro 15:8; Hch 3:20,24; Heb 10:1).
Estos medios sagrados servían como vívidas prefiguraciones del Mesías que había de venir. Prefiguraban y señalaban a Cristo de una manera que era suficiente para edificar a los elegidos en la fe (Ro 4:11; 1Co 5:7; Heb 8-10, 11:13). Por la gracia de Dios, mediante la fe en el Mesías prometido, se concedió a los santos del Antiguo Testamento la remisión total de los pecados y la salvación eterna (Ga 3:7-9,14).
Consideremos, por ejemplo, las promesas hechas a los patriarcas, como las dadas a Abraham, que declaraban que por medio de su descendencia serían bendecidas todas las naciones (Gn 12:1-3). Estas promesas engendraron la fe en los corazones del pueblo de Dios, proporcionando la seguridad de la venida del Redentor.
Además, la palabra profética, proclamada por personajes como Isaías y Jeremías, iluminaba los corazones de los fieles con visiones del Siervo sufriente y del nuevo pacto que se establecería en Cristo (Is 53; Jr 31,31-34). Tales expresiones proféticas conmovían las almas de los santos del Antiguo Testamento, despertando un anhelo por la manifestación del Mesías.
El sistema de sacrificios, ordenado por Dios, también desempeñaba un papel crucial en la administración del pacto de gracia. Estos sacrificios, aunque incapaces de expiar plenamente el pecado por sí mismos, servían de vívido recordatorio de la necesidad de un Sacrificio mayor (Heb 10:1-4). De este modo, señalaban a los fieles a Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
La circuncisión, como señal del pacto con Abraham, también daba testimonio de la necesidad de una limpieza interior y espiritual que, en última instancia, sería realizada por Cristo (Ro 4:11). Y la Pascua, con su conmemoración de la liberación de Israel de la esclavitud egipcia por parte de Dios, presagiaba la redención mayor que Cristo llevaría a cabo al liberar a Su pueblo de la esclavitud del pecado (1Co 5:7).
De esta manera, se hace evidente que el Antiguo Testamento, lejos de estar desprovisto de gracia, estaba repleto de tipos y ordenanzas que administraban el pacto de gracia a los elegidos. Estos medios sagrados, aunque ahora superados por las gloriosas realidades que prefiguraban, dan testimonio de la fidelidad de Dios en todas las épocas, proporcionando un profundo recordatorio de su amor y misericordia inmutables. Al reflexionar sobre la riqueza del Antiguo Testamento y las múltiples formas en que el pacto de gracia fue administrado a los santos de la antigüedad, regocijémonos en la sabiduría eterna de nuestro Dios Trino y en su maravilloso plan de redención.