CÓMO LA DOCTRINA DE LA CREACIÓN ES EL FIN DEL RACISMO
Autor: Nathan Clay Brummel
Traductor: Manuel Bento
Colosenses 3:10-11: «y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos».
Las consecuencias del racismo
Una de las mayores causas del asesinato en masa, la guerra y el genocidio en el mundo, es el racismo. El racismo es la creencia de que nuestro grupo racial es superior al de otro. Da como resultado animosidades raciales, e implica la discriminación y el antagonismo hacia una persona de diferente raza, basándose en el punto de vista de que dicha raza es inferior. El prejuicio racial implica ver a alguien de una raza diferente como inferior en lo intelectual, espiritual, sexual, moral, emocional y cultural.
El racismo es una realidad triste y presente en todas partes en este mundo caído.
Hoy día, el racismo puede ser un pecado, pero ciertamente fue un problema de mucha importancia. Hace ciento cincuenta años, millones de hombres, mujeres y niños de color fueron esclavizados en la tierra de la libertad. Eran tratados como posesiones en lugar de personas. Después de la guerra civil, bajo la máscara del Klu Klux Klan, hombres blancos del sur intimidaron y asesinaron a las personas de color. En los últimos 50 años se han hecho grandes progresos y afirmar que la cultura estadounidense es tan racista como lo era en el pasado es un error.
¡Fue solo hace 50 años que la Corte Suprema de Estados Unidos declaró que las escuelas blancas debían permitir el acceso a los estudiantes de color! Hace tan solo 50 o 40 años, muchas personas de color en el sur no tenían derechos. ¡Se aprobaron leyes que no les permitían el derecho a votar!
No hace mucho, los racistas tenían el apoyo de jurados, jueces y políticos en Estados Unidos. Esto es algo que comprendí cuando leí la autobiografía de un ministro de color, el Rev. John Perkins, titulada Let Justice Roll Down. Vi por primera vez la luz del día el 16 de marzo de 1970. Crecí en una pequeña ciudad en el suroeste de Minnesota donde los problemas raciales eran algo que ni me planteaba. Pensaba que en los años 1970 Estados Unidos era un lugar en el que la gente de color podía vivir en igualdad y sin temor. Pero el mismo año en que nací en Minnesota, la policía, jurados y jueces de Mississippi eran cómplices voluntarios del racismo.
En diciembre de 1969, se empezaron a desarrollar los sucesos que pusieron en peligro la vida de John Perkins. Unos cuantos años antes de Navidad, Perkins entró en una tienda de alimentos con un amigo blanco. Dentro de la tienda, un joven de color, Garland Wilks, se estaba enojando con el propietario de la tienda debido a que no le dejaba pagar con un cheque. La voz de Garland subió de tono.
Perkins sugirió a Garland que lo llevase en coche hasta su casa. Cuando iban de camino, un coche patrulla detuvo el de ellos y llevó a Garland a la cárcel por embriaguez pública. Cuando Perkins fue a visitar a Garland a la cárcel, fue igualmente arrestado. Aunque fue arrestado y encarcelado nunca recibió cargos. Entonces Perkins organizó un boicot a todos los negocios regentados por personas blancas de la ciudad hasta que se retirasen las falsas acusaciones contra él.
Fue unos meses más tarde, el 7 de Febrero de 1970, que el Rev. John Perkins organizó otra marcha en apoyo del boicot. Pero, esta vez, la policía de un condado vecino había preparado una emboscada. Diecinueve estudiantes del Tougaloo College cerca de Jackson, Mississippi, salieron a apoyar a los de color. De camino a casa, los patrulleros de carretera de Mississippi detuvieron a las dos furgonetas y arrestaron a todo el mundo.
Como ejemplo de lo que estos jóvenes soportaron a manos de los policías racistas, tenemos lo que sucedió a uno de ellos llamado Doug. Doug afirma que primero fue esposado y colocado en un coche patrulla. Luego el policía se giró y le dijo que lo que había amenazado hacer el pasado verano, lo iba a hacer ahora. Se giró y abofeteó al hombre en la cara. Luego le quitó una esposa y tiró de la otra mano mientras abofeteaba y golpeaba a Doug. Cuando otro vehículo les pasaba en la carretera, se detenía. Golpeó al joven en la cara. Luego le tiró del pelo para retorcer su cuello, para poder alcanzarle y golpearle en la ingle, estómago y cuello.
Cuando el Rev. John Perkins escuchó lo que había sucedido, y que estos jóvenes estaban en la cárcel del condado de Rankin en Jackson, rápidamente acudió en su ayuda. Pero era una emboscada. Cuando Perkins llegó al exterior de la cárcel y pidió ver al sheriff, fue arrestado.
Tan pronto como la policía puso sus manos sobre Perkins, comenzaron a golpearle. Los oficiales patearon a Perkins en la espalda y los riñones, y le abofetearon en la parte de atrás de su cabeza. Dentro de la cárcel, la pesadilla empeoró. Al menos cinco adjuntos del sheriff y de 7 a 12 patrulleros se ocuparon de Perkins y su amigo. El Sheriff llamaba a Perkins «el negro listo».
Comenzaron a golpearle hasta que cayó al suelo. Continuaron golpeándole y pisoteándole, dándole patadas en la cabeza, costillas e ingle. Los golpes continuaron durante un buen tiempo. Después, levantaron al reverendo Perkins y lo obligaron a caminar. Mientras caminaba, los oficiales de patrulla pateaban o golpeaban a Perkins con sus botas o con sus pies.
Lo que es impactante es que en 1970, en la tierra de la libertad, aunque en la persona del Rev. John Perkins existía un hombre valiente que sufrió por la justicia, no hubiera justicia para él en el Mississippi rural. Ninguno de los oficiales que abusaron y golpearon al ministro de color o a quienes lo apoyaban fue llevado jamás a la justicia. ¡Esto pasó hace unos 50 años en Estados Unidos!
En el diccionario Webster, el racismo se define como «La suposición de que las características y capacidades de un individuo son determinadas por la raza y que la raza propia es biológicamente superior a otra». En la prisión me encuentro con gente de color que son racistas hacia los blancos y utilizan su religión falsa para alimentar este racismo. Además de los supremacistas de color existen supremacistas blancos que afirman que son biológica y culturalmente superiores.
Me recuerda a cómo una vez el Rev. Jesse Jackson estaba caminando por su casa en Washington D.C. De repente, escuchó a algunos hombres que caminaban tras de él. Cuando se giró y vio que eran blancos, sintió alivio. Lo que llama la atención es que Jackson tuviese la temeridad de contar esta historia a otros. Él mismo había comenzado a identificar a los jóvenes de color como criminales.
Si los hombres árabes son considerados amenazas terroristas potenciales para la seguridad nacional, ciertamente nuestros empleados de seguridad en los aeropuertos deberían ser especialmente diligentes en comprobar a los hombres que parezcan árabes. Eso no es racismo. Es cuestión de sentido común. Sería lo mismo para cualquier etnia que pudiera pensarse que es una amenaza terrorista potencial.
Pero cuando caricaturizamos un grupo racial completo por las malas acciones de algunos de sus miembros, tenemos un problema.
Y no es que solo ciertas razas puedan ser racistas. Sí, un inmigrante chino en California podría haber sido discriminado en el siglo XIX. Pero un europeo tratando de establecer su negocio en la China del siglo XIX también experimentó racismo. El que solamente los blancos pueden actuar de forma racista hacia las personas de color es un mito. Muchos blancos experimentan malos tratos a manos de gente de color, simplemente por su raza.
El racismo no es solo un problema social. Es un problema moral. Y lo es porque es un asunto bíblico, un asunto del corazón. Por naturaleza, los corazones de todos los seres humanos son oscuros.
Nueve principios bíblicos acerca del racismo
Desarrollaré nueve principios bíblicos acerca del racismo.
Principio 1
El principio número uno es: La doctrina de la creación es el fin del racismo. Dios creó a toda la humanidad de nuestro primer padre y nuestra primera madre. Adán y Eva. Dios creó a Adán y Eva a su propia imagen. Esta imagen implicaba dos aspectos. En primer lugar, Dios creó a Adán y Eva a su imagen en un sentido estrecho. Esto significa que los hizo santos, justos y con un verdadero conocimiento de Él. Espiritualmente, Adán y Eva tenían el aspecto de su Padre Creador. En segundo lugar, Dios hizo a Adán y Eva a la imagen de Dios en un sentido amplio. Esto se refiere al hecho de que el hombre es distinto de los animales. Tenía dones lingüísticos para comunicarse con Dios. Se le dio el don de la razón. El hombre tiene voluntad, y disfruta de la maravilla de las emociones. El hombre fue creado con una naturaleza moral y racional. Cuando Adán y Eva pecaron perdieron la imagen de Dios en el sentido estrecho. Pero la retuvieron en su sentido más amplio. La humanidad caída no degeneró; ni podía haberlo hecho, en bestias o demonios, como afirmó erróneamente Abraham Kuyper. La humanidad caída continuó siendo humana. Los cristianos nacidos de nuevo son re-creados a la imagen de Dios en el sentido estrecho. Por tanto, los cristianos vuelven a tener la imagen de Dios tanto en el sentido amplio como en el estrecho. Pero incluso los incrédulos retienen la imagen de Dios en el sentido amplio. Es por eso que no podemos abortar bebés. Es por eso que los prisioneros han de ser tratados con respeto, dada la dignidad de su humanidad.
La doctrina de la creación enseña que la gente de todo grupo étnico son humanos creados a imagen de Dios. Esto les da una gran dignidad. Y es por ello que no podemos discriminar a la gente por su trasfondo étnico. El racismo es un ataque a Dios, que creó a la humanidad a su imagen. Y Dios se toma esa animosidad racial de manera personal. Un ataque a la dignidad de los seres humanos supone atacar al Creador que les dio esa dignidad. Así, la doctrina de que Dios creó a Adán y Eva a su imagen y que todos los seres humanos han descendido de ellos (y que son de una sangre), debería suponer el fin del racismo.
Principio 2
El segundo principio es: Dios prohíbe el racismo y el prejuicio. La palabra «prejuicio» de hecho significa «juicio previo». Un juicio previo es una decisión que se toma antes de ni siquiera considerar los hechos.
En Santiago 2:9, Dios prohíbe el prejuicio basado en la riqueza o el estatus social «pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores». El ejemplo que da Santiago es el de los cristianos que muestran prejuicios contra un hombre pobre. Si un hombre rico viene y visita sus servicios de adoración, los cristianos le dan el mejor asiento. Pero si viene un hombre pobre, ¡lo tratan como si no fuera importante y le dicen que se siente en el suelo! Tal y como es un pecado tratar a alguien peor porque es pobre, es pecado tratar a alguien peor por el color de su piel.
La Biblia presenta el racismo como pecado. El intento de genocidio de Faraón contra los hebreos en Egipto fue racista. Dado que los hebreos tenían un pasado étnico diferente, Faraón temió su crecimiento en números y fuerza. Tras Faraón estaba el diablo, que quería destruir al pueblo del pacto. La herramienta que utilizó el diablo fueron los temores raciales, lo que llevó a políticas racistas.
Más tarde, María y Aarón se rebelaron contra Moisés. Tuvieron celos de su autoridad, pero el incidente llevó a una rebelión que era racial. Los hermanos de Moisés se enfadaron porque estaba planeando casarse con una mujer de color de Cus. Números 12:1 registra:
María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.
Dios vindicó a Moisés de estos racistas. ¿María creía que la piel blanca era mejor? Bien, Dios le da una piel completamente blanca ¡de lepra! Aunque Aarón y María estaban en contra del matrimonio interracial, Dios no lo estaba.
La actitud de Jonás hacia los asirios fue racista. Detrás de esto estaba el antagonismo entre los asirios y el pueblo del pacto. Pero el problema con Jonás fue que lo llevó al racismo. No le importaba la gente de la ciudad. No le importaba que hubiera miles de niños pequeños en ella que no sabían distinguir su mano derecha de la izquierda. Incluso formó una escena cuando supo que Dios no iba a destruir a toda la gente de Nínive. Jonás quería que Dios tuviera misericordia solamente de los judíos.
Durante el ministerio de Jesús, los judíos fueron racistas hacia los samaritanos. Jesús se encargó de este racismo en fuertes parábolas. Todos conocemos la parábola del buen samaritano. El ataque de Jesús hacia el racismo judío debió ser una bomba para su entorno racista, elitista y farisaico.
Más tarde, los judaizantes se estaban elevando por encima de los conversos gentiles a la fe cristiana. Miraban despectivamente a los cristianos gentiles porque estos últimos no habían sido circuncidados. Sus preocupaciones eran religiosas. Querían que los gentiles se «convirtieran» en judíos (prosélitos) por medio de la circuncisión.
Este elitismo religioso estaba conectado con un elitismo cultural. Tenían prejuicios en contra de los cristianos gentiles por su pasado biológico y cultural. Pensaban que eran mejores seguidores de Jesús porque eran los judíos los que habían seguido las antiguas tradiciones.
Principio 3
El tercer principio es: El racismo es un pecado que el nuevo hombre en Cristo ha de hacer morir. Dios da poder a los cristianos como nuevas criaturas para desechar los pecados de una vida no regenerada, lo cual incluye la maldad hacia las personas que son diferentes de ti.
Pedro escribe: «Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones» (1Pedro 2:1). Como cristianos, no podemos odiar o menospreciar a las personas por su raza o cultura.
Las diferencias radicales no son barreras para el amor de los cristianos. En Colosenses 3:10-11, Pablo escribe:
y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
Habla de bárbaros y escitas en referencia a la manera en que los culturizados romanos y griegos veían a aquellos que tenían maneras poco refinadas. Menospreciaban los grupos étnicos sin cultura. Si has muerto con Cristo y eres un nuevo hombre a la imagen de Dios, este tipo de diferencias no será una barrera para el amor y la comunión.
Principio 4
El cuarto principio es: La doctrina de la caída se opone al racismo. La doctrina de la caída es el fin del racismo. Ya que los hombres, sea cual sea su grupo étnico, han caído todos juntos en pecado, ningún grupo tiene motivo alguno para exaltarse por encima de otro. Existe un denominador común que destruye todo orgullo y este es que los seres humanos por naturaleza son corruptos, depravados, culpables y están condenados. En el Infierno habrá llanto y crujir de dientes para todos.
Principio 5
El quinto principio es: El hombre caído es racista por naturaleza. En la historia encontramos manifestado este odio y prejuicio natural. Al comienzo del siglo XX los europeos tenían una visión muy positiva del progreso de la humanidad. Parecían pensar que a causa del progreso en la ciencia y la tecnología, el hombre se estaba volviendo mejor. Pero si la historia del siglo XX ha probado algo, ha sido que lo que la Biblia dice acerca de la humanidad caída es cierto.
La humanidad se ha rebelado en contra de Dios y, como resultado, está muerta en delitos y pecados. En hombres y mujeres hay un potencial para el mal más allá de la imaginación. Miremos la depravación de la Alemania Nazi. Hitler y los Nazis se consideraban superiores a los judíos, negros, gitanos y rusos. Observemos cuántos alemanes se unieron a Hitler en sus impías y malvadas políticas.
Pensemos en el surgimiento y la historia de la Rusia comunista. ¡Qué historia tan malvada y oscura! Comienza con la erradicación de los sacerdotes y las iglesias. El hombre caído no quiere escuchar hablar acerca de Dios. Los comunistas intentaron destruir todo testimonio fiel del evangelio de Jesús. Luego llegó la loca furia de Stalin y las decenas de miles de oficiales comunistas que llevaron a cabo sus ruines órdenes.
A lo largo del mundo, en cada continente, existe odio étnico. En Ruanda, el fin del siglo XX vio un odio asesino entre las etnias hutu y tutsi. Lo más triste es que un alto porcentaje de los ciudadanos de Ruanda confesaban ser cristianos. Los genocidios mostraron que, con demasiada frecuencia, esto solo era un recubrimiento de religión. Allí donde hay un cristianismo auténtico también hay un fin del racismo.
Principio 6
El sexto principio es quizás el más importante: Jesucristo es el fin del racismo. Jesucristo murió por un pueblo multicultural y multirracial. Él es el Creador que hizo a Adán y a Eva. Fue soberano sobre el desarrollo de la humanidad en diferentes grupos étnicos. El mundo por el que Dios sacrificó a su Hijo está compuesto de todo trasfondo lingüístico y étnico. Por tanto, deberíamos esperar como cristianos experimentar una comunión multicultural. No obstante, esa no ha sido la experiencia de muchos de nosotros. Hemos imaginado a la iglesia universal principalmente como algo blanco y de clase media.
La jactancia de los cristianos no ha de ser en su etnia, sino en la cruz.
Jesús crea la paz completa entre cristianos de diferentes razas y culturas. Jesucristo es la posibilidad de la paz. Es por medio de la fe en Jesucristo que tenemos el poder para amar. La paz no es solo la ausencia de luchas, prejuicios y racismo. Es una apreciación de la diversidad de todo corazón. Es una vida bendita, juntos, en amor y gozo.
Jesús es el fin del racismo porque su cuerpo lo forman múltiples etnias. Hemos de ser lo que somos como cristianos: un cuerpo. No hay conflicto entre los miembros del cuerpo; trabajan juntos. Cada uno de los miembros es valioso.
Principio 7
El séptimo principio es: Las doctrinas de la gracia son el fin del racismo. John Piper ha apuntado que cada uno de los cinco puntos del calvinismo es el fin del racismo. ¡Una de las razones por las que no podemos ser racistas es porque somos calvinistas! El primer punto del calvinismo es la «Depravación total». Ya hemos visto cómo nuestra caída común debería guardarnos de ponernos por encima de otros.
En segundo lugar, la doctrina de la elección incondicional es el fin del racismo. Dios Padre ha elegido de manera incondicional a ciertos seres humanos para la salvación en Jesucristo. Los elije aparte de su etnia, lenguaje o dones. Dios no eligió gente en base al color de la piel o ningún otro distintivo étnico. La Biblia enseña que Dios no escuchó a muchos ricos, acaudalados y poderosos. En lugar de eso escoge lo débil y menospreciado del mundo, de forma que Él se lleve toda la gloria.
La elección de Dios es incondicional, no se basa en nada en nosotros. John Piper dice: «Por tanto, la elección incondicional corta la raíz más profunda de todo racismo y etnocentrismo».
En la elección de Dios no existe base para el orgullo. Dios demuestra en la elección su deseo de salvar todas las etnias. Si Dios elige gente de un grupo étnico distinto al nuestro, ciertamente no tenemos derecho a menospreciarlos.
En tercer lugar, la doctrina de la expiación limitada o definida es el fin del racismo. En la cruz, Jesús pagó por el pecado y culpa de cada uno de su pueblo. No hay persona que, por su raza o cultura, pueda añadir nada al sacrificio suficiente de Cristo. El pueblo nuevo, los escogidos de cada grupo étnico, las ovejas por las que Jesús murió, no son salvas por nada que hiciesen. Todos somos completamente dependientes de la cruz de Jesús.
En cuarto lugar, la doctrina de la gracia irresistible es el fin del racismo. El que la gente de un grupo étnico sea capaz de creer en Jesús mientras que aquellos de otro grupo no, no es el caso. La regeneración es la obra irresistible del Espíritu Santo. Eso significa que los distintivos étnicos no contribuyen en nada a elevar nuestra fe. No existe racista, sin importar su pasado, al que Dios no pueda vencer y someter. Sabiendo que estamos en la misma situación miserable e imposible que las personas de cualquier otro grupo étnico, debería evitar que las mirásemos con altivez. Somos camaradas en la dependencia de la gracia irresistible.
En quinto lugar, la doctrina de la perseverancia de los santos es el fin del racismo. Somos tan dependientes de la gracia de Dios para preservarnos en nuestra fe como cualquier otra persona de cualquier grupo étnico.
Principio 8
El octavo principio es: La poderosa operación del Espíritu de Jesús es el fin del racismo en la iglesia universal. El Espíritu de Jesús reúne una iglesia de múltiples etnias de cada cultura, haciendo que las naciones estén alegres y se regocijen en Jesucristo. Pentecostés es una revelación de la intención del Espíritu Santo en el Nuevo Pacto. En Pentecostés, el Espíritu reveló su intención de salvar a una iglesia de múltiples etnias:
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2:4)
La multitud que escuchó a los discípulos hablar en diferentes lenguas estaba asombrada:
Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. (Hechos 2:7-11)
La iglesia en Antioquía revela la operación del Espíritu Santo. En Hechos 13:1, descubrimos que el Espíritu levantó una iglesia de múltiples etnias en Antioquía, junto con un liderazgo también de múltiples etnias:
Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Aparentemente Simón era de color, africano. Lucio era de Cirene. La primera iglesia era abrumadoramente múltiple en etnias. En la mayoría de las ciudades había judíos que se convertían a la fe en Jesucristo. Pero cuando el resto de los judíos rechazaron al Cristo, el apóstol Pablo predicó a los gentiles, y Dios reunió a muchos de ellos en la iglesia.
A veces olvidamos que muchas de las primeras iglesias en el Imperio Romano tenían múltiples etnias. No eran todas del mismo color. Ciertamente no tenían miembros del mismo trasfondo étnico y cultural. Eran diversas. En el Nuevo Pacto, es eso lo que deberíamos esperar.
Cada cristiano verdadero tiene en su interior habitando al Espíritu Santo, que sopla a los corazones de gente de todo trasfondo étnico, regenerando y re-creando a personas que se convierten en ciudadanos del Reino de los cielos. Es impensable que un cristiano, en cuyo interior habita el Espíritu Santo, mire con altivez a personas de otras etnias. Eso es contristar al Espíritu Santo.
Principio 9
El noveno principio es: Todo cristiano debería deleitarse en la diversidad, porque pasará la eternidad en una Nueva Jerusalén multicultural. Escuchemos cómo habla el apóstol Juan en Apocalipsis 7:9:
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos.
En Apocalipsis 21:24, Juan dice esto acerca de la Nueva Jerusalén:
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
¿Cómo puede un cristiano menospreciar a otros grupos étnicos cuando espera pasar la eternidad con ellos, amándolos con perfecto amor?