Dios provee la ofrenda que trae la propiciación
Noé, el Diluvio y el nuevo mundo: una serie de sermones sobre Genesis 6-9
Wes Bredenhof
Traductor: Juan Flavio de Sousa
Sermón 6
Dios provee la ofrenda que trae la propiciación
Génesis 8:20-22
Amada congregación de Cristo,
Cuando la gente está bebiendo bajan la guardia, pierden sus inhibiciones. Y cuando la gente está borracha, te dirán cosas sobre ellos mismos que nunca te dirían cuando están sobrios. Hace muchos años conocí en Canadá a un feligrés que estaba todo lo borracho que se puede estar sin perder el conocimiento. Me dijo que se iba a ir al infierno y que ya no le importaba. Dijo que no había forma de que Dios le perdonara por todo lo que había hecho, y había hecho cosas horribles. No había vuelta atrás. Estaba más allá de toda esperanza. Estaba más allá de la expiación.
En realidad, lo que estaba diciendo es que estaba más allá de la propiciación. Si necesitas recordarlo, la propiciación es el alejamiento de la ira de Dios y el retorno de su favor. Aquel borracho pensó que no había manera de que pudiera tener propiciación. La ira de Dios permanecería sobre él e iría al infierno después de morir y dijo que se había resignado a ello.
Tal vez haya alguien aquí esta mañana que piense lo mismo, pero nunca lo diga. Pensamos, «No hay esperanza para mí. Estoy más allá de la ayuda. Estoy más allá de la expiación o propiciación». Pero, amados, Dios dice que están equivocados. En el Evangelio, Dios ofrece expiación. Ofrece la posibilidad de la propiciación, que usted puede ser restaurado a la comunión y la paz con Dios y las personas que te rodean. Puedes tener alegría.
En el pasaje de esta mañana veremos cómo Dios abre el camino para que esto suceda. Dios es aquel cuya ira necesita ser apartada, pero Dios es también aquel que abre el camino para que su ira sea apartada. En esto vemos su bondad para con todos nosotros. Así pues, el mensaje del sermón de esta mañana es: Dios provee la ofrenda que trae propiciación. Consideraremos:
1.El aroma agradable a Dios
2.La promesa de Dios
3.La providencia de Dios
Después de bajar del arca, lo primero que hace Noé es adorar a Dios. Construye un altar, probablemente de piedra. Un altar es una plataforma elevada para hacer un sacrificio. El sacrificio en sí es lo que viene después. Tal vez recuerdes que Noé subió al arca siete parejas de cada animal y ave limpios. Estos son animales y aves que Dios había dicho que eran adecuados para los sacrificios. Noé debía llevar siete pares porque Dios quería que usara algunos de ellos para un sacrificio. Así que eso fue lo que hizo Noé. Mató a los animales, encendió un fuego, tal vez con parte de la madera del arca, y ofreció estos animales como holocausto a Dios.
Moisés fue el autor humano del libro del Génesis. El Espíritu Santo trabajó a través de Moisés para traernos la Palabra de Dios y la historia de lo que sucedió con Noé y el arca. Moisés también fue el autor humano de lo que leemos en Levítico.
En Levítico 1, encontramos varias leyes sobre el holocausto. Se establecen las formas específicas de sacrificar el holocausto, pero Dios también nos dice el propósito del holocausto. Está en el versículo 4. El holocausto era para hacer expiación por el que sacrificaba. Nuestra palabra «expiación» habla de lo que hace la ofrenda. Literalmente, «expiación» se deriva de «unión». La expiación consiste en reunir a dos partes enfrentadas: la reconciliación. Unificación. Eso ocurre con el holocausto: se produce una expiación. ¿Cómo? Se aparta la ira de Dios y se le devuelve su favor. Así que la expiación trae propiciación. El holocausto trae propiciación.
Ahora, estoy seguro de que la mayoría de nosotros nos damos cuenta de que los acontecimientos de Génesis 8 ocurrieron mucho antes de que se escribiera Levítico 1. Pero eso no significa que alguien como el profeta de Dios se haya dado cuenta de ello. Pero eso no significa que alguien como Noé fuera ignorante sobre los holocaustos o sobre qué animales eran limpios para los holocaustos. Leemos varias veces en Génesis acerca del pueblo de Dios haciendo ofrendas. Se hacían sacrificios mucho antes de que se escribiera el Levítico. En algún momento Dios había revelado este sistema de sacrificios con holocaustos y animales limpios, aunque no sepamos exactamente cuándo ni cómo. Más tarde, bajo la inspiración del Espíritu Santo Moisés lo puso por escrito en Levítico.
Desde el principio, Dios hizo posible la propiciación. En su amor, hizo un camino para Noé también. Lo hizo al crear los animales y las aves para los sacrificios. Lo hizo al crear la madera que podía quemarse en el altar. Pero también lo hizo ordenando a Noé que tomara siete parejas de todos los animales y aves limpios. Dios no sólo creó estas criaturas para el sacrificio, sino que también las preservó. Noé sabía que la orden de Dios de tomar los siete pares era una señal de que debía hacer holocaustos una vez que bajara del arca.
Pero piense también en lo que Noé acababa de experimentar. Había visto la ira de Dios derramada sobre la tierra. Noé había visto y oído ahogarse a la gente, ahogarse a los animales, la violencia del agua azotando la tierra.
En 1889, una presa reventó en Pensilvania y mató a más de 2.000 personas en la zona de Johnstown. En su libro sobre la inundación de Johnstown, David McCullough relata lo sucedido:
Enormes árboles fueron arrancados de raíz o partidos uno tras otro y se precipitaron al torrente. Cuando la inundación hubo pasado y la hondonada volvió a estar en calma, la colina frente a la presa había quedado desnuda a lo largo de quince metros. Todos los arbustos, enredaderas, árboles y briznas de hierba habían sido arrancados. Todo lo que quedaba era roca desnuda y barro.
Y eso fue sólo el principio. Cuando las aguas llegaron a las ciudades que se encontraban en su camino, muchas personas quedaron atrapadas en las aguas. Se les oía gritar por sus vidas. Cuando leí eso, enseguida pensé en el diluvio de Noé y en lo que él habría visto y oído. Fue mucho más violento que el diluvio de Johnstown. Había visto y oído la ira de Dios sobre el pecado humano, ¡y qué ira!
¿No te haría pensar en tu propio pecado ver y oír semejante ira? Noé tuvo mucho tiempo para reflexionar estando tanto tiempo en el arca. Estando encerrado con tu familia durante meses y meses, puedes estar seguro de que se dijeron y se hicieron cosas pecaminosas. Estas cosas eran desagradables a Dios. Solo porque estés en el arca, no significa que dejes de pecar. Es igual que para nosotros como cristianos. Solo porque estamos en Cristo, no significa que dejamos de pecar. Aunque somos salvos de nuestros pecados, todavía seguimos pecando. Noé fue salvado de las aguas del juicio, pero aun así siguió pecando. Así que Noé se habría sentido obligado a ofrecer un sacrificio para obtener propiciación. Pero no hubo oportunidad de hacer sacrificios de expiación mientras estaba en el arca. Eso tenía que esperar hasta que Noé volviera a pisar tierra firme. Así que, a la primera oportunidad, construye un altar, ofrece sacrificios de expiación, de propiciación para sí mismo, para su familia y para toda la creación.
Estos holocaustos fueron aceptados por Dios. Le eran agradables. El versículo 21 nos dice que percibió su agradable aroma. Esto no significa que Dios tenga literalmente el olfato de nosotros. Está usando lenguaje humano para describir la respuesta de Dios al sacrificio de Noé. Significa que le agradó, que provocó su favor. Dios fue propiciado, su ira se apartó y su favor regresó. Dios estaba en paz con Noé y con su creación. Había tranquilidad en su relación.
Dios aceptaba los holocaustos del Antiguo Testamento, pero no porque tuvieran valor en sí mismos. Hebreos 10:4 dice que «… la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados». Eso siempre ha sido cierto. Dios aceptó los holocaustos de Noé y otros creyentes del Antiguo Testamento porque apuntaban hacia Cristo y su sacrificio único en la cruz. Aquellos creyentes del Antiguo Testamento tenían fe en las promesas de Dios y eso para ellos era lo mismo que para nosotros creer en Cristo. Usted puede pensar en ello de esta manera. Antes de que Cristo viniera, los pecados de los creyentes eran pagados a crédito. Es como si hubieran sido puestos en una tarjeta de crédito y, cuando Jesús murió en la cruz, esa deuda fue totalmente pagada. Después de la venida de Cristo, los pecados de los creyentes se pagan a débito. Debido a lo que Cristo ha hecho, hay una cuenta completa de sus méritos disponible para pagar por todos nuestros pecados. Cuando confiamos en Cristo, se ha hecho el pago completo.
Eso significa propiciación. En Cristo, Dios ha provisto la ofrenda que nos trae propiciación. Dios proveyó los sacrificios para la propiciación de Noé y también ha provisto el sacrificio único para nuestra propiciación. Amados, si miran a Jesús y ponen toda su confianza en Él, pueden estar seguros de que la ira de Dios contra el pecado se ha apartado de ustedes. Pueden estar seguros de que ahora se inclina favorablemente hacia ustedes. No importa lo que hayas hecho. La gracia y el perdón de Dios en Cristo son infinitos. Como dijo una vez uno de los puritanos: «Hay más misericordia en Cristo que pecado en nosotros». Dios es más grande que nosotros. Su gracia en Cristo es mayor que nuestro pecado. Su propiciación es más poderosa que nuestra transgresión. Dios provee la ofrenda para que suceda, sólo nos llama a aceptarla en fe. Puedes tener alegría. Puedes tener paz. Esto viene a través de la aceptación de la ofrenda que Dios provee para tu salvación.
La prueba de la propiciación de Dios se ve en la promesa de Dios en el versículo 21. Dios se dijo a sí mismo que nunca más maldeciría la tierra. Y que no volvería a exterminar a toda criatura viviente como hizo con el Diluvio. Seguiría siendo favorable al planeta y a sus animales.
La razón de esta promesa es algo que debemos analizar más detenidamente. Lee conmigo el versículo 21. Fíjense en las palabras de Dios: «…No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre, pues la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud». Nuestra traducción de la Biblia ESV hace que suene como si la promesa de Dios se debiera a que los seres humanos están inclinados al mal desde su nacimiento. La traducción NVI aquí es mejor: «Nunca más maldeciré la tierra por causa del hombre, aunque toda inclinación de su corazón sea mala desde su niñez». ¿Ves la diferencia? La ESV tiene «for» (N del T: «pues»), y la NIV tiene «even though» (N del T: «aunque toda»). La palabra hebrea puede traducirse de cualquier manera, pero aquí la NVI tiene más sentido. Dios promete nunca más maldecir la tierra a pesar de que los seres humanos continuarán siendo pecadores desde la infancia. Somos concebidos y nacemos en pecado, todos venimos al mundo con corazones pecadores en rebelión contra Dios. Pero Dios no va a permitir que ese hecho se interponga en el camino de su promesa.
Entonces, si la pecaminosidad humana no es la razón por la que Dios hace esta promesa, ¿cuál es? Es por la ofrenda que trae propiciación. Dios prometió no volver a destruir la tierra y sus animales, porque vuelve a tener una inclinación favorable hacia ellos. Esto es en anticipación de lo que Cristo haría en la cruz. En Colosenses 1:20 leemos esta sorprendente afirmación de que, con la sangre de la cruz derramada por Jesús, Dios reconciliaba consigo todas las cosas, tanto las de la tierra como las del cielo. Todas las cosas. Eso incluye la tierra y los animales. Como ves, la obra de propiciación de Cristo en la cruz no se refería sólo a los seres humanos. Tuvo un significado cósmico, una importancia universal. Y todo eso se anticipa ya aquí, en Génesis 8. Debido a lo que Cristo haría, previsto por los holocaustos de Noé, Dios se mostró favorable a su creación. Se comprometió con el bienestar de su creación.
Eso es importante para nosotros en un par de formas. Una forma tiene que ver con el hecho de que vivimos en esta tierra. Gracias a la promesa de Dios, podemos estar seguros de la seguridad de nuestro planeta. Nunca habrá otra inundación global, nunca habrá otro juicio como el Diluvio. Sí, habrá un juicio final cuando Cristo regrese, pero no va a ser como el Diluvio con su amplio alcance. Se centrará en los seres humanos que se han rebelado contra Dios.
La otra forma en que la promesa de Dios es importante aquí es que muestra su compromiso con lo que ha hecho. Y si se compromete así, ese es el modelo que debemos seguir. Si Cristo derramó su sangre para reconciliar todas las cosas en la tierra, si mostró ese tipo de compromiso con la creación, ¿no deberían sus discípulos hacer lo mismo? Deberíamos preocuparnos por este mundo en el que vivimos y por los animales y aves que viven en él. Oímos hablar mucho del cambio climático y del calentamiento global. Algunos científicos dicen que el calentamiento global está en camino de ser de 1,5 grados por encima de los promedios preindustriales para el 2030. ¿Es eso cierto? No lo sé. Pero no importa. Aquí hay un hecho definitivo que sí sé y que tú también deberías saber: Dios ha confiado este mundo a nuestro cuidado. Debemos cuidarlo, digan lo que digan los científicos. Puesto que Dios está comprometido con él, puesto que Cristo derramó su sangre por él, debemos ser buenos administradores de él, gestionándolo con cuidado.
A pesar de todas las profecías que auguran el fin del planeta, Dios nos asegura que su providencia prevalecerá. Lo vemos en el versículo 22 de nuestro pasaje. Se trata de la providencia de Dios: la forma en que ordena y gobierna el mundo. La Biblia nos enseña que Dios es soberano. Eso significa que siempre está en el trono, siempre tiene el control. Cuando hizo el mundo, no se apartó de él y lo dejó funcionar solo. Cuando rehízo el mundo después del Diluvio, tampoco se apartó de él y dejó que siguiera su propio camino. Él está íntimamente involucrado en todos los acontecimientos que suceden segundo a segundo en lo que creó y recreó.
Así que los ciclos de la naturaleza nunca se detendrán. El versículo 22 menciona la siembra y la cosecha. Sí, puede haber sequías en ciertos lugares, pero nunca habrá un año en que no haya siembra y cosecha en la tierra. Nunca habrá un año sin frío ni calor, sin el cambio de las estaciones. El sol siempre saldrá y siempre se pondrá. Porque podemos depender de la providencia de Dios, podemos depender de estos ciclos de la naturaleza.
Durante el año del Diluvio, Dios los trastornó. Salvo el día y la noche, todo lo demás quedó suspendido. Durante el año del Diluvio no hubo siembra ni cosecha, ni frío ni calor, ni verano ni invierno. El Diluvio lo cambió todo. Pero ahora Dios asegura a Noé y nos asegura a nosotros que su gobierno providencial sobre los ciclos de la naturaleza no se interrumpirá nunca más. Mientras la Tierra siga existiendo, mientras estemos a este lado del retorno de Cristo, estos patrones nunca cesarán.
Esto también se debe a la propiciación hecha con la ofrenda que Dios proporcionó. En su providencia, Dios se inclina favorablemente hacia nuestro planeta. En última instancia, eso se debe a lo que Cristo hizo en la cruz. Gracias a la sangre de Cristo derramada en la cruz, hay previsibilidad en este mundo. Puedes confiar en el cambio de las estaciones y en el paso de un día a otro. Dios lo tiene todo en sus manos y nos asegura que nunca nos soltará.
Ahora recuerda que los seres humanos somos el pináculo de su creación. Hemos sido creados a imagen de Dios. Como seres humanos, tenemos más valor para Él que el planeta y sus animales. Y si eres un ser humano redimido, si has sido comprado con la preciosa sangre de Cristo, tienes más valor que muchos gorriones. Eres la niña de los ojos de Dios, su hijo o hija amado. Tu nombre está inscrito en sus palmas. Si la obra de Cristo en la cruz lleva a Dios a inclinarse favorablemente en su providencia hacia el planeta y sus animales, ¿cuánto más no se inclinaría favorablemente hacia nosotros? Gracias a Cristo, nos beneficiamos de la providencia de Dios. Él hace que todas las cosas sean para nuestro bien. Dios administra la tierra, pero también administra nuestras vidas. Porque hemos recibido la propiciación mediante la ofrenda amorosa de su Hijo, Dios es siempre bueno y sabio de un modo que obra en nuestro favor. Queridos, si confían en Cristo, están en buenas manos con Su Padre celestial.
Cuando crees que se ha hecho propiciación por ti, hay mucha alegría, paz y consuelo en ello. Cuando crees que Cristo ha apartado la ira de Dios contra tu pecado, tienes el gozo de saber que todos tus pecados han sido perdonados. No solo tus pecados pasados, sino incluso los futuros. Todos perdonados. Cuando crees que Cristo ha apartado de ti la ira de Dios, tienes la paz de una relación sana con Dios como tu Padre. Tienes la paz de saber que Él te ama y que eso nunca puede cambiar. Cuando crees que Cristo es tu propiciación, tienes el consuelo de saber que el Dios todopoderoso, bueno y sabio, está usando ahora su poder para tu bienestar. Todo lo que está sucediendo está sucediendo por una razón y esa razón es buena, aunque no sepas cuál es.
Un par de días después, cuando mi feligrés estaba sobrio, volví a reunirme con él y le dije exactamente eso. Aunque no recordaba nuestro encuentro de aquella noche, le dije la verdad evangélica de que nadie está más allá de la expiación, nadie está más allá de la propiciación. Dios la ofrece como un don gratuito en Jesucristo. Aferra ese regalo por fe y experimentarás sus bendiciones. AMÉN.
Oración
Dios amoroso y misericordioso, Tú creaste a todos los animales y aves, incluidos los que Noé ofreció el día que salió del arca. Tú creaste la madera con la que Noé sacrificó sus ofrendas. Te adoramos por proporcionar la ofrenda que trae propiciación. Te adoramos por Jesús, a quien apuntaban estas ofrendas. Gracias por ofrecerlo como sacrificio en nuestro lugar. Gracias por crear la madera de la cruz en la que fue crucificado. Gracias por la alegría, la paz y el consuelo que obtenemos de la propiciación que hizo por nosotros. Te alabamos porque podemos conocer la alegría del perdón, el perdón de todos nuestros pecados, incluso los que aún no hemos cometido. Te amamos por la paz que tenemos contigo gracias a la sangre de la cruz. Gracias porque eres nuestro Padre y nosotros somos tus queridos hijos. Gracias por el consuelo de tus promesas. Te agradecemos la seguridad de nuestro hogar terrenal y la providencia con que lo gobiernas. Te adoramos, oh Dios, porque nuestras vidas también están bajo tu cuidado providencial todos y cada uno de los días. Por favor, ayúdanos con tu Espíritu Santo a poner y seguir poniendo toda nuestra esperanza y confianza en Cristo, aquel por quien nos llegan todas estas bendiciones y beneficios.